El intento de asesinato contra el 45º presidente y su elección de JD Vance como compañero de campaña le han asegurado la victoria en noviembre.
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Inmediatamente, el candidato y otros sacaron provecho del espectáculo con camisetas y demás parafernalia, sugiriendo que, como siempre, será Trump quien salga victorioso.
No es exagerado decir que este espectáculo ha cimentado otro mandato de Trump. Muchos expertos y funcionarios republicanos creen que Donald Trump padece un trastorno narcisista de la personalidad. Parte del libro de jugadas del narcisista incluye hacerse la víctima. Cuando el narcisista usurpa el papel de víctima, la oposición sale perdiendo. En este caso, Trump tiene un derecho legítimo a ese título, y va a cabalgar hacia la puesta de sol. El tirador, en este caso, esencialmente entregó al expresidente el mayor regalo que jamás podría tener.
También hay que señalar que el victimismo es uno de los principales factores que animan el movimiento MAGA. Trump y el actual Partido Republicano se están apoyando en esta energía, en particular en el victimismo blanco, para establecer una política que busca nivelar el campo de juego para una facción nunca antes vista de blancos rurales que ha perdido oportunidades como resultado de la globalización.
La decisión de Trump de elegir el lunes al senador de Ohio JD Vance como su compañero de campaña fue un reflejo de esta estrategia. Como residente recién llegado a Cincinnati, al igual que Vance, el sentimiento en la ciudad es palpable. El sur de Ohio es un campo de batalla de florecientes actitudes políticas y sociales. Muchas partes del país se inclinan por la destrucción total de los valores comunitarios e igualitarios, mientras que otras, sobre todo la generación más joven, los abrazan. Al mismo tiempo que aumentan las luchas raciales y los tiroteos masivos, la gente añora la inocencia y la conexión con un propósito superior.
Con la selección de Vance, la campaña de Trump ha dejado clara su postura al respecto. La Nueva Derecha y su deseo de un pasado idealizado, así como una política exterior proteccionista, definirán al Partido Republicano en el futuro inmediato. El Partido Demócrata, como es su tendencia, se ha quedado estancado en una política que no encaja con el zeitgeist actual, como demuestra la candidatura del actual Presidente, Joe Biden, de 81 años. La falta de energía, carisma e inspiración general de Biden es indicativa del fracaso de la política demócrata actual, como lo es el esfuerzo fallido del partido por suprimir la emergencia de su flanco progresista.
Al principio de la actual carrera presidencial, comenté en numerosas ocasiones que la desunión del Partido Republicano lo abocaría al fracaso. Estos errores se han corregido claramente. El GOP ha sido durante mucho tiempo el partido superior en términos de recursos, organización y unidad ideológica. Ahora ha producido una política naciente que volverá a borrar el decoro que durante tanto tiempo había definido la política estadounidense. Los crecientes llamamientos desde dentro del Partido Demócrata para sustituir a Biden, aunque totalmente justificados, son una señal segura de que la carrera ya ha terminado.
En el plano general, es imposible que haya un ganador este noviembre. Tanto si gana un narcisista envejecido como un liberal débil y aún más fosilizado, Estados Unidos pierde. Los programas políticos de Joe Biden no han logrado inspirar al país en la medida necesaria para alejar la influencia maligna de Donald Trump. El orgullo de Trump, simbólico del orgullo de una gran parte del país, le alcanzará y dará paso a un sufrimiento indecible para la nación. Es algo tan inevitable que en la tradición cristiana e islámica se considera uno de los siete pecados capitales que conducen a la eternidad en el infierno.
Como escribió Charles Bukowski en "Perdido" de su obra de 1974 Arder en agua, ahogarse en el fuego:
"Los que escapan del infierno, sin embargo, nunca hablan de ello y nada les molesta mucho después. Pasar por el infierno y volver es la mayor satisfacción conocida por el hombre".Esta idea también se refleja en el arquetipo del árbol de la vida, cuyas raíces descienden hasta el infierno y llegan hasta el cielo. El camino hacia las puertas de la salvación, como se afirma claramente en la Biblia a través de la muerte y resurrección de Jesús, se encuentra a través del infierno.
Donald Trump va a ganar. De esto, hay pocas dudas. Su orgullo, que podemos considerar como el orgullo colectivo de Estados Unidos, enviará a la nación al infierno. Sin embargo, al final de esta tortuosa experiencia, está la oportunidad de encontrar un estado mejor y más elevado a través de la muerte simbólica y el renacimiento de nuestra psique colectiva. Nadie sabe exactamente cómo se desarrollará todo esto.
Comentario: El regalo de Trump es la "promesa" de la esperanza. Convertirla en realidad es otra cosa.