Netanyahu regresó envalentonado tras su discurso en EEUU. Pocos días después, Israel perpetró los asesinatos de Fuad Shukr, comandante militar de Hizbulá, en Beirut, y de Ismaíl Haniyá, líder palestino de Hamás, en Teherán, lo cual tiene al Oriente Medio al borde de una guerra regional. El ayatolá iraní Alí Jameneí clamó venganza.
Gaza
© AFP 2023 / OMAR AL-QATTAA
En su discurso "apoteósico" del pasado 24 de julio en el Congreso de EEUU, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu pidió expresamente la cabeza de Irán. Luego, The Jerusalem Post analizó la propuesta de Netanyahu mediante su "Alianza Abraham", como apéndice de la OTAN, para aniquilar a Irán, lo cual significaba, a mi juicio, la gaza-ficación del Oriente Medio.

Todavía no queda claro quién fue el verdadero autor, si fue accidental o casual, del infanticidio en el villorrio "druso" de Majdal Shams — ocupado en los Altos del Golán anexados por Israel — , hecho que sirvió como justificación a Israel para asesinar al comandante de Hizbulá, Fuad Shukr, junto a un operador iraní y otros tres civiles, en los suburbios chiítas de Beirut.

Con siete horas de diferencia con Beirut, otra explosión cobró la vida en su residencia de la capital iraní del líder político palestino de Hamás, Ismaíl Haniyá, quien horas antes había felicitado al recién entronizado presidente Masud Pezeshkián y después se había reunido con el supremo líder de Irán, el ayatolá Alí Jameneí.

Según PressTv de Irán, Jameneí prometió vengar al "querido huésped Haniyá" y advirtió que Israel sufriría un "duro castigo"

El Gobierno iraní izó la "bandera roja de venganza" en la mezquita de Jamkaran, la ciudad sagrada de Qom.

Un escenario de castigo energético contra Irán lo maneja el pugnaz senador republicano Lindsey Graham, quien peca de iranófobo y "urge una acción militar contra Irán en caso de que Hizbulá escale las tensiones con Israel", teniendo como objetivo impedir que la Republica Islámica consiga una bomba nuclear. Una forma de detener la escalada de Hizbulá, según el senador Graham, sería mediante el daño de EEUU a las instalaciones petroleras de Irán. Ya antes de las consabidas bravatas nucleares y petroleras del senador Graham, el petróleo se había disparado más del 4%.

El senador Graham se pasa por el Arco del Triunfo que Israel posee más de 300 (sic) bombas clandestinas (expresidente de EEUU Jimmy Carter dixit).

El exfuncionario de la CIA, Larry Johnson advirtió que Israel "cruzó todas las líneas rojas" y que es altamente improbable que "Irán o Hizbulá se contengan".

Es más complejo que eso: hoy Irán y/o Hizbulá deben tener en cuenta la situación interna de Israel, al borde de una guerra civil entre el ejército y los grupos de zelotes que encabeza el ministro del interior, Ben Gvir, así como el resultado a 100 días de la elección presidencial en EEUU, que marcarán el ritmo ,la cronicidad y la gradiente de sus muy esperadas represalias.

Ya desde hace más de un mes, un servidor había expuesto la hipótesis del coronel Douglas Macgregor de que Netanyahu lanzaría bombas nucleares tácticas (sic) contra Hizbulá y con el apoyo de Washington.

El escenario más ominoso ha sido planteado por el coronel Macgregor, quien fue asesor del Pentágono y del expresidente Trump, en su entrevista con el Juez Napolitano, en donde volvió a esgrimir el escenario de que Israel lance "bombas nucleares tácticas contra Hizbulá en el sur del Líbano", con el fin de recuperar su superioridad estratégica en el Oriente Medio con bendición de EEUU.

La secuencia del coronel Macgregor es apocalíptica, ya que antes de que Irán pudiera lanzar su poderosa panoplia militar de misiles y drones, Netanyahu arrojaría su arsenal de bombas nucleares, lo cual llevaría, a su juicio, a la intervención de Rusia y China, dos potencias nucleares, y hasta de Pakistán — hipótesis que he planteado con antelación — , que posee 170 bombas atómicas, al unísono de la participación de Turquía, paradójicamente miembro notable de la OTAN.

Llama poderosamente la atención que, por segunda vez en alrededor de un mes, el coronel Macgregor esboce la amenaza nuclear en el conflicto de Israel contra Hizbulá e Irán, lo cual obligaría a EEUU a "defender" a su indefectible aliado.

Las reacciones internacionales, temerosas de la escalada de una guerra regional incontenible, han sido preocupantes y severas.

El portavoz de la cancillería china, Lin Jian, condenó el asesinato de Haniyá, mientras que Moscú hizo lo propio y advirtió sobre las "peligrosas consecuencias" de ese hecho.

El Ministerio de Exteriores de Egipto, la principal potencia militar árabe, condenó también el asesinato de Haniyá y advirtió a Israel sobre su "política de asesinatos, la violación de la soberanía de otros países y la excitación al conflicto en la región".

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan amenazó con defender a los palestinos sitiados en la Franja de Gaza, como lo ha hecho en Nagorno-Karabaj y en Libia — aunque el coronel Macgregor desechó tales amenazas porque Turquía sigue abasteciendo a Israel con los hidrocarburos provenientes de Azerbaiyán.

En forma inverosímil cuan pusilánime, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, comentó que Washington "ni estaba al tanto ni estaba involucrado" en el asesinato de Haniyá, quien curiosamente estaba negociando un cese al fuego para la liberación de los rehenes israelíes con la CIA de EEUU, con Catar y con Egipto, lo que demuestra que las negociaciones de Netanyahu son una cortina de humo para encubrir sus irredentos designios personales.

Lo real es que Netanyahu, al asesinar a Haniyeh, asesinó la esperanza de paz en el Oriente Medio.

Después de la enésima bravata de Netanyahu, quien advirtió que "Israel se cobrará un precio muy alto ante cualquier ataque de represalias", suena paradójico que el brinco hacia una guerra regional dependa ahora del tipo de reacción que operen Irán y Hizbulá, cada una por su lado o las dos juntas.