
La población, presa del pánico, salió en masa a las calles, temiendo que el suelo bajo sus pies se desplomara en algo más que un simple temblor nocturno. La inquietud no tardó en aumentar cuando, poco después, un enjambre sísmico con al menos seis réplicas volvió a agitar la tierra.
Durante las primeras horas del día, los equipos de emergencia realizaron inspecciones en edificios y viviendas para evaluar posibles daños. En Pozzuoli y la llanura de Fuorigrotta, los bomberos llevaron a cabo más de cien verificaciones, asegurando que la estructura de la ciudad no había cedido ante el golpe de la naturaleza.
Campos Flégreos
Pero más allá de los destrozos visibles, este terremoto ha encendido las alarmas sobre la actividad en los Campos Flégreos, una caldera volcánica que vive bajo un fenómeno conocido como crisis bradisísmica. Este proceso, caracterizado por la elevación y descenso del terreno debido a la acumulación de gases en el subsuelo, ha mostrado signos de intensificación en los últimos meses.
Según el Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología (INGV), el ritmo de elevación del suelo ha aumentado con respecto a 2023, lo que explicaría la reciente oleada sísmica.
Ni la primera vez, ni la última
No es la primera vez que esta región enfrenta el miedo a la inestabilidad geológica. En 1984, un episodio de intensa actividad sísmica obligó a la evacuación de miles de personas. Hoy, la crisis bradisísmica se perfila como la más significativa en décadas. Así, aunque no hay evidencia de magma a poca profundidad — un signo clave de una erupción inminente — , la actividad actual es una señal de que el equilibrio del subsuelo está cambiando.
Hay que recalcar, pues, que la actividad en los Campos Flégreos sigue un patrón previsible, pero con un margen de incertidumbre alarmante.
El temor no es gratuito. Los Campos Flégreos no son un volcán cualquiera. En el ámbito científico, se les considera un supervolcán, un coloso geológico cuya erupción podría tener efectos devastadores. A diferencia del Vesubio, que se erige con un cono visible y predecible, los Campos Flégreos son una caldera inmensa y subterránea, con una gran cámara de magma oculta bajo la superficie. Su comportamiento errático y el fenómeno del bradisismo convierten esta región en un auténtico enigma volcánico.
De hecho, los datos revelan un incremento en la emisión de gases magmáticos en las fumarolas del cráter de la Solfatara. Este hallazgo sugiere la posible presencia de magma en ascenso a profundidades de entre 6 y 9 kilómetros, un dato que mantiene en vilo a los científicos. La región, densamente poblada, alberga a más de medio millón de personas, muchas de ellas viviendo en edificaciones construidas sin cumplir con normativas de seguridad sísmica.
Como medida de precaución, el alcalde de Nápoles, Gaetano Manfredi, ha ordenado el cierre de las escuelas en el distrito de Bagnoli-Fuorigrotta, mientras que en Pozzuoli, el alcalde Luigi Manzoni ha activado zonas de refugio y puntos de encuentro para quienes no se sienten seguros en sus hogares.
El futuro de los Campos Flégreos sigue siendo una incógnita. Los terremotos pueden cesar o aumentar, y la caldera puede permanecer dormida por siglos o despertar en un cataclismo. Lo único claro es que la vigilancia no cesará. Nápoles, una ciudad que ha convivido con el fuego y la ceniza durante milenios, sigue en alerta.
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