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La ciudad de México tiene su propio cambio climático. Lo vive desde hace varias décadas y padece sus efectos, sobre todo durante la temporada de lluvias.

No se trata del cambio climático del que todo mundo habla. El cambio climático que padece el Distrito Federal es un fenómeno local, provocado por la urbanización, por cambiar zonas arboladas por áreas con pavimento, por hacer de esta metrópoli una de las más grandes del mundo, una de las más pobladas.

Por este cambio climático, la ciudad aumentó su temperatura media entre tres y cuatro grados en los últimos 100 años. El científico que lo informó, hace poco más de una década, fue el doctor Ernesto Jáuregui Ostos. Ese aumento de temperatura provocó que aumentara el número de ondas de calor, es decir, temperaturas de más de 30 grados centígrados durante más de tres días consecutivos.

Los datos científicos señalan que mientras en la década de 1921 a 1930 sólo se presentaron nueve ondas de calor en la ciudad de México, a partir de 1931 hasta 1960 se registraron seis ondas de calor por década. El número de estos fenómenos fue más del doble del 2001 al 2010, periodo en el que se presentaron 18 ondas de calor. Además, si en la década de 1921 a 1930 se presentaron 22 eventos de precipitación pluvial de más de 30 milímetros; a partir de 1980 y hasta ahora estos eventos aumentaron a más de 40 por década. Ernesto Jáuregui, investigador hoy jubilado, fue de los primeros científicos en señalar que el cambio del clima en la ciudad trajo consigo un aumento en la intensidad de las lluvias.

Arqueólogo del clima

Ernesto Jáuregui es uno de los investigadores que mejor conocen el clima de la ciudad de México. Él se convirtió en una especie de arqueólogo del clima del Distrito Federal. Durante años revisó todos los registros que existían sobre la temperatura de la metrópoli. Los más antiguos son de finales del siglo XIX.

Desde la década de los 60, este investigador alertó que algo pasaba con el clima de la ciudad de México. En ese entonces encontró que la temperatura media de la ciudad iba en aumento, mientras que la humedad relativa era menor. Jáuregui Ostos documentó que conforme iba creciendo la ciudad, conforme se iba urbanizando, aumentaba la temperatura.

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En la década de los 70, Jáuregui comenzó a introducir al lenguaje científico de México conceptos como "islas de calor". Un fenómeno que en Londres, Inglaterra, ya había descrito el investigador Luke Howard. Se trata de una especie de burbuja de calor que se forma en una zona urbana, debido a la presencia de pavimento. "Estos son cambios climáticos inducidos por la urbanización", señala Jáuregui. Él y su equipo identificaron que las islas de calor modifican el régimen de lluvias de la ciudad: "Si es más tibio el aire de la ciudad, es mayor la cantidad de energía calórica y eso impulsa las nubes hasta la parte alta de la troposfera. Esto hace que se intensifiquen las tormentas".

Así que las precipitaciones en la ciudad de México son cada vez más fuertes y más intensas en la época de lluvias, en gran parte, por las islas de calor, por la expansión de la metrópoli. Ernesto Jáuregui Ostos comenta que en los años 80, el tema de moda entre los climatólogos era la isla de calor. "Todos querían estudiarlo. Algo así como lo que ahora pasa con el cambio climático, pero sin el componente político y económico".

Más calor y lluvias

Ahora, los efectos de las islas de calor se suman a los impactos al cambio climático global que, de acuerdo con diversos estudios científicos, en la ciudad de México serán olas de calor, sequías prolongadas, vientos de alta velocidad, granizadas, lluvias más intensas e incendios forestales.

Ernesto Jáuregui Ostos recuerda que los científicos alertaron a los representantes de los países ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), sobre las afectaciones humanas sobre el clima de las ciudades. Pero "los gobiernos han tenido oídos sordos hacia la ciencia".

No sólo los gobiernos. La población, dice, también ha ignorado las advertencias de los científicos. Y la ciencia alertó, desde hace mucho tiempo, que la expansión caótica de la metrópoli provocaba un cambio en el clima. Que al no existir una planeación urbana se construía la vulnerabilidad ante cualquier cambio del clima.