"Parte de la condición necesaria para abrir nuestras mentes es darnos cuenta de que todos tenemos creencias culturales y personales y suposiciones que influyen sobre nuestra percepción de la realidad. Antes de que siquiera podamos hacer la primera pregunta, es importante dejar nuestros prejuicios en la puerta de entrada, por así decirlo, teniendo siempre en cuenta que nuestras creencias verdaderamente modelan nuestra percepción de la realidad, aun cuando tengan poco que ver con la creación objetiva de esa realidad y, reduciendo al mínimo los prejuicios, podremos ver lo que realmente es, y no sólo aquello que desearíamos ver. Aquello que no sepamos PUEDE lastimarnos de verdad." Laura Knight-Jadczyk

Las personas suelen tener sus tazas llenas, y eso no les permite integrar nuevas informaciones o cambiar viejos paradigmas. Todo el conjunto de percepciones sobre la Realidad, todas sus creencias y prejuicios, provienen de una educación absorbida desde la infancia. Tal condicionamiento, construido a partir de la inculcación de los valores de la cultura de pertenencia, sesga la percepción objetiva de las cosas, impidiendo a las personas obtener una visión real de los sucesos tanto internos como externos.

Egoísmo de la visión lógica del mundo

El ser humano vive sumergido en una vorágine de percepciones ilusorias respecto a la realidad y de suposiciones derivadas de patentes distorsiones cognitivas. Si los individuos, creyéndose personas de "una pieza" -con las ideas claras, con unas convicciones firmes y una personalidad estable-, enfocaran por unos instantes sus miradas hacia sí, en el mejor de los casos podrían percatarse de que aquello a lo que llaman "Yo", que creían tan estable, realmente no lo es; verán que ése "Yo" del cual se sentían tan orgullosos es verdaderamente inestable, lleno de contradicciones, confuso en sus acciones, emociones y pensamientos.

La percepción de las personas es sesgada y subjetiva, sobretodo porque la práctica totalidad de las situaciones vividas son filtradas por los rasgos instintivos y emocionales de la personalidad. Un ejemplo de ello es el Pensamiento Deseoso o Ilusorio. Como dice Wikipedia, "El pensamiento ilusorio (en inglés wishful thinking) es el proceso de pensamiento, deducción, conclusión y toma de decisiones basadas en lo que sería más placentero de imaginar en vez de comprobarlas, fundamentarlas en la evidencia o racionalidad. Así, el pensamiento ilusorio se apoya directamente en las emociones." Este hecho nos aparta indefectiblemente de la Verdad y es harto común. Es la subjetividad puesta en práctica y una prueba de sus resultados perjudiciales para la vida de cualquier persona.

Andrew Lobaczewski, en la obra Ponerología Política, nos habla del "egoísmo de la visión lógica del mundo", concepto que debería ser tomado en cuenta muy seriamente por cualquier persona o grupo que busque la Realidad Objetiva:
Andrew M. Lobaczewski
© quantumfuture.netAndrew M. Lobaczewski, Ponerología Política. Una ciencia de La Naturaleza del Mal ajustada a Propósitos Políticos
"La visión lógica social, moral y psicológica del mundo es producto del proceso de desarrollo del hombre dentro de una sociedad, bajo la influencia constante de sus rasgos innatos. Ninguna persona se puede desarrollar sin ser influenciada por otra gente y sus personalidades, o por los valores embebidos por esta civilización y sus tradiciones morales y religiosas. Es por eso que esta visión del mundo no puede ser universal ni verdadera.

Es entonces importante que los principales valores de esta visión humana del mundo indiquen similitudes básicas a pesar de grandes lapsos de tiempo, raza y civilización. Se sugiere entonces que la "visión humana del mundo" deriva de la naturaleza de nuestra especie y de la experiencia de las sociedades humanas que han alcanzado un cierto grado de civilización. Refinamientos basados en valores literarios o reflexiones filosóficas y morales sí indican algunas diferencias, pero de manera general, tienden a atraer el leguaje conceptual natural de diversas civilizaciones y eras.

Personas con una educación humanística pueden tener la impresión de que han alcanzado la sabiduría, pero aquí nos acercamos a un problema; debemos hacernos la pregunta siguiente: Por más que la visión natural del mundo haya sido refinada, ¿refleja la realidad de una manera lo suficientemente fiable? ¿O refleja la percepción de nuestra especie? ¿Hasta qué punto podemos depender de ella como base de la toma de decisiones en las esferas individual, social y política de la vida?

La experiencia nos enseña, primeramente, que esta visión lógica del mundo tiene tendencias permanentes y características hacia la deformación, dictadas por nuestros rasgos instintivos y emocionales. [...]

Cuando consideramos la tendencia más importante a deformar la realidad, notamos que esas características emocionales que son un componente natural de la personalidad humana nunca se adecuan completamente a la realidad que está siendo experimentada. Esto resulta tanto de nuestro instinto como del condicionamiento recibido durante nuestra educación. Es por eso que las mejores tradiciones de pensamiento filosófico y religioso han aconsejado dominar las emociones, con el propósito de alcanzar una visión más exacta de la realidad.

Otro problema es el hecho de que nuestra visión lógica del mundo se caracteriza generalmente por una tendencia a dotar a nuestras opiniones de juicios morales, a menudo tan negativos que las hacen parecer ultraje. Esto apela a tendencias que están profundamente arraigadas en la naturaleza humana y en las costumbres sociales.

A menudo nos encontramos con gente sensata, dotada de una visión lógica del mundo bien desarrollada en lo que concierna a los aspectos psicológicos, sociales y morales, frecuentemente refinados por medio de influencias literarias, deliberaciones religiosas y reflexiones filosóficas. Tales personas tienen una profunda tendencia a sobre estimar los valores de su visión del mundo. No toman en cuenta el hecho de que su sistema también puede ser erróneo, ya que no es lo suficientemente objetivo.

Llamemos a este tipo de actitud egoísmo de la visión lógica del mundo. [...]
Si a la deformación personal de la realidad le sumamos la deformación creada de forma deliberada por los que Detentan el Poder, obtenemos un cuadro sencillamente horripilante. Pero nos ayuda a comprender que no sólo somos engañados por la desinformación deliberada, si no que nos engañamos también a nosotros mismos cada vez que observamos un fenómeno determinado.

Me basaré en el modelo A-B-C de Albert Ellis pata explicar el proceso perceptual de los individuos:

Imagen
© Sott.net
En este cuadro podemos ver de forma simplificada el procesamiento de información de una persona - evidentemente sería mucho más complejo, pero en el contexto que estamos tratando es suficiente. A (Acontecimiento observado), es el hecho en sí mismo. B (Creencias) nos habla del filtro -normalmente emocional-instintivo- por el que pasa todo proceso de observación de un acontecimiento dado. Las creencias moldean nuestra percepción, y su origen son los acontecimientos observados y vividos. C (consecuencias de las creencias sobre los acontecimientos observados) son las reacciones y actos que cometemos a partir de B, las creencias, y A, los acontecimientos.

Las personas suelen creer que reaccionan y actúan directamente a partir del acontecimiento observado, es decir, reducen la relación a A-C. Evidentemente, eso es ilusorio, ya que son las creencias las que marcan la forma de emocionarse, de pensar y de actuar. Esto es lo que deforma la realidad en un sentido individual y colectivo.

Si un acontecimiento observado es falso y manipulador, y las creencias de un individuo son sesgadas y limitadas por el pensamiento deseoso, ¿Qué obtenemos entonces? Personas que no se conocen a sí mismas ni la Realidad en la que viven, vulnerables ante la depredación psicopática y patológica imperante en la civilización.

Dos opciones: Autoengaño o "Ver" la Realidad
"Las personas se convencen de sus propias mentiras, volviéndose víctimas de sus propias invenciones al comenzar a dirigir sus vidas con estándares de comportamiento, ideas, sentimientos, o instintos que no corresponden con la realidad interna. Lo que es verdaderamente grave en el asunto es que el individuo pierde todo punto de referencia relacionado a lo que constituye la verdad, y lo que constituye mentiras. Se acostumbra a considerar verdadero sólo aquello que es conveniente a sus intereses personales; todo lo que se opone a su autoestima o se ponga en conflicto con sus prejuicios ya establecidos, lo considera falso". - John Baines
"La primera demanda, la primera condición, la primera prueba para el que quiere trabajar sobre sí mismo, es cambiar su apreciación de él mismo. Él no puede sólo imaginarlo, o simplemente creer o pensar acerca de ello, sino "ver" en la actualidad cosas en él mismo que no había visto antes, realmente verlas. Su opinión acerca de él mismo nunca cambiará, mientras no vea dentro de él mismo. Y para poder ver, tiene que aprender a ver, y esta es la primera iniciación del hombre dentro del conocimiento de él mismo." - La Primera Iniciación, Jeanne de Salzmann
Los seres humanos, siendo subjetivos en la práctica totalidad de su vida, tan sólo viendo lo que quieren ver, evitan los aspectos de sí mismos y de la Realidad que más les disgustan. Esto ocurre porque las personas se debaten entre el sí y el no, agradable-desagradable, placer-dolor. Esto provoca que sus creencias sean de naturaleza dicotómica, polarizada, y precisamente por ello - en parte- los individuos son vulnerables a la manipulación externa a ellos mismos. Esto lo saben muy bien los que Detentan el Poder, y se sirven de sus conocimientos para sumergirse en la mente de los ciudadanos y así poder manipular de forma sutil a la población de sociedades enteras.

Es necesario que tengamos presente la idea de que las personas se debaten entre el sí y el no. Generalmente, cuando en un acontecimiento es observado, nos decantamos a favor o en contra de él. Tomamos partido de una forma subjetiva. Aquí es cuando se crea cierta confusión. Cuando nos decantamos por la opción de sí o no, estamos juzgando si "esto es así y no es de otra manera", actitud que deforma nuestra forma de percibir la realidad. Olvidamos que nos estamos guiando por la emocionalidad y el instinto aunque pensemos que estamos razonando objetivamente sobre lo observado.

Normalmente, la actitud de las personas ante un acontecimiento es estar de acuerdo o en desacuerdo una vez ha sido observado; pero si un individuo quiere saber la verdad, primeramente es necesario comprender el cómo y el porqué de dicho acontecimiento. Así entonces podremos decidir conscientemente una cosa u otra, o ninguna de las dos.

Pongamos un ejemplo de rabiosa actualidad. La situación actual en Siria. Occidente está atacando el país masacrando a civiles, totalmente cierto. E igualmente, las fuerzas militares de Assad están masacrando civiles mientras se defiende del ataque de Occidente; también totalmente cierto. Ambos bandos tienen sus propios intereses y actúan de manera contundente para vencer a su contrario.

Una persona observa esta situación. Si cree en lo que cuentan los medios oficiales, creerá que la "oposición siria" quiere derrocar el régimen dictatorial de Al Assad y que su ejército mata a inocentes. Si es seguidor de los medios de contrainformación, creerá que Occidente está masacrando a Assad por intereses geopolíticos y que es una víctima más del imperialismo, que utiliza mentiras y excusas para apoderarse de riqueza y zonas estratégicas. ¿Quién está en lo cierto? ¿Quién cuenta la verdad? Tanto un bando de la información como el otro, cuentan verdades, pero con matices. Lo repito de nuevo: ambos bandos cuentan verdades, PERO CON MATICES. ¿Y qué significa esto? Pues que si observamos los acontecimientos sin tomar partido, y aprendemos a discernir lo verdadero de lo falso, veremos a dos contrincantes que por un motivo u otro están matando a terceros, que son inocentes. Uno se defiende y el otro ataca, utilizando estrategias militares que no tienen en cuenta que hay civiles presentes en las zonas de guerra.

El hecho de que el imperio occidental patocrático pueda ser observado en toda su expresión, no significa que las "víctimas" de su Guerra contra el Terror sean necesariamente todo lo contrario. Ése es el punto. Si tomamos partido, iremos en contra de uno u otro, pero aquí la cuestión es poder ver la realidad de la situación, y cuando vemos la realidad, obtenemos una nueva perspectiva que dista mucho de estar a favor de un bando u otro. Otro ejemplo que ya puse en un artículo anterior y que volveré a utilizar desde este enfoque es el de Hugo Chávez. Escribí:
"Hugo Chávez. Un excelente orador, el cuál por muchos medios de contrainformación es considerado todo un líder, atento ante su pueblo, luchador, valiente y, sobretodo, anti imperialista. De lo que no se habla es de su estilo de vida capitalista, lujoso y derrochador, cuando él dice que ser rico es malo. O que ha sido denunciado varias veces por una supuesta malversación de fondos, tráfico de drogas y eliminación de testigos relacionada con PDVSA. O que en su país casi el 40% de la población vive bajo el umbral de la pobreza."
Y vuelvo de nuevo a la misma cuestión: el asunto fundamental no son los sistemas, ni la lucha de clases; el problema principal es la patocracia. Si queremos ser objetivos con la observación de los acontecimientos sociopolíticos, es necesario que la idea de la patocracia esté presente en nuestras mentes, ya que así nos percataremos de que lo podemos encontrar en cualquier gobierno o escuela de pensamiento. Las formas pueden cambiar ligeramente, pero no su esencia. Y tanto los gobiernos de Gaddafi, Assad o Chávez tienen rasgos patocráticos al igual que los del Imperio occidental. Lucha, si es que hay lucha, debería ser contra la patocracia.

Concluyendo

A continuación y para terminar, voy a exponer un extracto del libro de P.D. Ouspensky "Psicología de la posible evolución del hombre", en el que define sin tapujos ni cortesías el estado del ser humano. Ruego al lector que lo tome como una idea a tener en cuenta, como una nueva - aunque realmente antigua- perspectiva sobre dicho estado de la humanidad. Son palabras duras, pero si abrimos la mente y nos analizamos a nosotros mismos sin intención de auto engañarnos, podremos obtener una visión que nos ayuda a comprender porqué las personas son fácilmente manipulables, y al mismo tiempo a aprender a cómo dejar de serlo, entre otras cosas.
El hombre no se conoce a sí mismo. No conoce, ni sus propias limitaciones, ni sus propias posibilidades. Ni siquiera conoce lo mucho que no se conoce. El hombre ha inventado muchas máquinas, y sabe que una máquina complicada necesita algunas veces años de estudio cuidadoso antes de poder usarla o controlarla. Pero no aplica este conocimiento a sí mismo, aunque él mismo sea una máquina mucho más complicada que cualquier máquina que ha inventado. Tiene toda clase de ideas falsas acerca de sí mismo. Ante todo, no se da cuenta de que él es verdaderamente una máquina.

¿Qué quiere decir que el hombre es una máquina? Quiere decir que no tiene movimientos independientes, ni dentro ni fuera de él. Es una máquina que es puesta en movimiento por influencias externas y por impactos exteriores. Todos sus movimientos, acciones, palabras, ideas, emociones, humores y pensamientos son producidos por influencias exteriores. Por sí mismo, es tan sólo un autómata con cierta provisión de recuerdos de experiencias previas y cierta cantidad de energía de reserva. Tenemos que comprender que el hombre no puede hacer nada. Pero él no se da cuenta de ello y se atribuye la capacidad de hacer. Esta es la primera cosa falsa que el hombre se arroga. Esto tiene que comprenderse con toda claridad. El hombre no puede hacer. Todo lo que el hombre cree que hace, en realidad sucede. Sucede exactamente como "llueve" o "nieva". En español no hay formas impersonales de verbos que se puedan usar en relación con las acciones del hombre. De manera que tenemos que seguir diciendo que el hombre piensa, lee, escribe, ama, odia, comienza guerras, pelea, etc. En realidad todo ello sucede. El hombre no puede moverse, pensar o hablar de motu propio. Es una marioneta tirada de aquí y de allá por hilos invisibles.

Si así lo comprende puede aprender más sobre sí mismo, y tal vez entonces las cosas comiencen a cambiar para él. Pero si no puede darse cuenta ni comprender su total mecanicidad, o si no quiere aceptarla como un hecho, no puede aprender nada más y las cosas no pueden cambiar para él. El hombre es una máquina, pero una máquina muy peculiar. Es una máquina que, en las circunstancias adecuadas, y con el tratamiento adecuado, puede saber que es una máquina. Al darse plena cuenta de ello puede encontrar los medios para dejar de ser una máquina.

Ante todo, el hombre debe saber que él no es uno; él es muchos. No tiene un Yo permanente e inmutable. Él es siempre diferente. En un momento es uno, en el siguiente momento es otro, en el tercer momento es un tercero, y así sucesivamente, casi sin término. La ilusión de unidad o unicidad se crea en el hombre, ante todo, por la sensación de un cuerpo físico, luego por su nombre, que en casos normales siempre sigue siendo el mismo, y tercero, por cierto número de hábitos mecánicos que le son implantados por la educación o los adquiere por imitación. Al tener siempre las mismas sensaciones físicas, al oír siempre el mismo nombre, y al notar en sí mismo los mismos hábitos e inclinaciones que tenía antes, se cree ser siempre el mismo. En realidad no hay unidad en el hombre y no hay un centro de control, ni un Yo permanente.

Este es el esquema general del hombre: Cada pensamiento, cada sentimiento, cada sensación, cada deseo, cada gusto y cada aversión es un "yo". Estos "yoes" no están conectados entre sí, ni coordinados en forma alguna. Cada uno depende de los cambios de las circunstancias exteriores, y de los cambios de las impresiones. Algunos siguen mecánicamente a otro, y algunos aparecen siempre acompañados de otros. Pero en esto no hay ni orden ni sistema. Hay ciertos grupos de "yoes" que están ligados naturalmente [...] debemos tratar de comprender que hay grupos de "yoes" ligados tan solo por asociaciones accidentales, recuerdos accidentales, o semejanzas totalmente imaginarias. En todo momento, cada uno de estos "yoes" sólo representa a una muy pequeña parte de nuestro "cerebro", "mente", o "inteligencia"; pero cada uno de ellos pretende representar a la totalidad. Cuando el hombre dice "yo", cree que está expresando la totalidad de sí mismo, pero en realidad, aun cuando lo pretenda, es sólo un pensamiento pasajero, un deseo pasajero. Una hora después lo puede haber olvidado completamente, y expresar con la misma convicción una opinión, un punto de vista, o un interés opuesto. Lo peor de todo es que el hombre no lo recuerda. En la mayoría de los casos cree en el último yo que se expresó, mientras éste dure: esto es, hasta que otro "yo", a veces totalmente desconectado del precedente, no exprese su opinión o deseo en un tono más fuerte que el primero.

[...]

El desarrollo [interior] no puede comenzar basado en la mentira qué uno se hace a sí mismo, ni engañándose a sí mismo. El hombre debe saber lo que tiene y lo que no tiene. Esto significa que debe darse cuenta de que no posee las cualidades ya descritas que se arroga a sí mismo, o sea: la capacidad de hacer, la individualidad o unidad, un Yo permanente, y además Conciencia y Voluntad. Y es necesario que el hombre lo sepa, porque mientras crea que posee estas cualidades no hará los esfuerzos apropiados para adquirirlas, exactamente como un hombre que no comprará cosas caras, pagando un alto precio por ellas, si cree que ya las posee.
Los individuos construyen su cómoda madriguera con mentiras y autoengaños. La objetividad está escondida tras una espesa neblina originada por las mentiras hacia uno mismo y por el orgullo que mueve a la humanidad hacia el auténtico vacío. Esta niebla sólo puede disiparse con un compromiso sincero hacia sí mismo y el empeño en encontrar la Verdad.