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Unas 200.000 personas han quedado aisladas en Australia como consecuencia de las lluvias torrenciales de las últimas semanas que han anegado una superficie equivalente a la suma de los territorios de Francia y Alemania.

El temporal ha azotado con especial virulencia el estado de Queensland, ubicado en el este del país, donde 22 ciudades permanecen cubiertas por las aguas, por lo que el pasado miércoles fue declarado zona catastrófica.

"Todavía falta un tiempo largo para que cese este desastre", dijo la jefa del estado de Queensland, Anna Bligh, quien aludió a las consecuencias económicas de estas inundaciones, recordando que las principales minas de carbón y el mayor puerto de este estado han tenido que suspender su actividad temporalmente.

Por su parte, la primera ministra australiana, Julia Gillard, ha recorrido este viernes la ciudad de Bundaberg, centro neurálgico de la producción de azúcar del país, que tuvo que cerrar su puerto después de que las aguas dañaran el sistema de señalización para la navegación.

En el estado de Nueva Gales del Sur el desbordamiento de varios ríos ha provocado importantes daños en los cultivos de trigo. Los agricultores locales calculan que aproximadamente la mitad de la cosecha nacional --unos 10 millones de toneladas-- se ha perdido, propiciando así una subida de los precios en torno al 45 por ciento.

El servicio meteorológico australiano ha dicho que estas son las peores inundaciones que ha vivido el país desde que se tiene registro y ha advertido de que las lluvias volverán con mayor intensidad el próximo domingo.