Un reciente estudio ha relacionado por primera vez la actividad cerebral con la pérdida de memoria a corto plazo. La memoria a corto plazo no desaparece, pero sí pierde precisión. Los resultados sirven de base para intentar entender qué ocurre en enfermedades tan complejas como la esquizofrenia o la depresión. La memoria reescribe el pasado incorporándole elementos del presente.
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'¿Qué ocurre en el cerebro entre que nos dicen un número y cogemos el móvil para marcar?', así comienzan las conclusiones sobre un reciente estudio que relaciona por primera vez la actividad cerebral con la pérdida de memoria a corto plazo.

La memoria a corto plazo no desaparece, sino que pierde precisión con el tiempo y origina los lapsus, según una investigación divulgada hace pocas semanas por el Institut d'Investigacions Biomèdiques August Pi i Sunyer (IDIBAPS) del Hospital Clínic de Barcelona, que relacionó por primera vez la actividad cerebral con la pérdida de memoria de trabajo.

Los resultados del estudio, publicados también en la revista científica Nature Neuroscience, son la base para intentar entender qué ocurre en enfermedades tan complejas como la esquizofrenia o la depresión.

Los científicos han tratado de responder con este estudio a las preguntas: "¿Qué ocurre en el cerebro cuándo ves algo, automáticamente dejas de verlo y lo has de recordar justo después? ¿Cómo gestiona nuestro cerebro este 'apagón' de información?".

Las neuronas van perdiendo precisión

Según el IDIBAPS, estas preguntas representan uno de los retos más importantes en el campo de las neurociencias. La memoria a corto plazo o memoria de trabajo es la que determina en gran medida la capacidad cognitiva, es decir, cómo los humanos interactúan con su entorno, cómo retienen información o cómo hacen cálculos matemáticos. Las personas con una mayor capacidad de memoria de trabajo obtienen más puntuación en los test de inteligencia, y por eso se sospecha que puede estar relacionada con la capacidad cognitiva de las personas.

Hasta ahora se sabía que la corteza prefrontal del cerebro juega un papel importante y que las personas que padecen patologías mentales como esquizofrenia, depresión o demencia la tienen alterada.

El estudio liderado por Albert Compte, investigador principal del grupo de Neurociencias de Sistemas del IDIBAPS de Barcelona, ha concluido por primera vez que la memoria a corto plazo no se pierde durante el periodo de "apagón", sino que las neuronas siguen representando la información aunque con cada vez menor exactitud según avanza el tiempo, llevando a una degradación en el tiempo de dicha memoria.

Es decir, el cerebro mantiene información hasta cuando creemos que se pierde por observar respuestas inexactas. Para explicar cómo se pierde esta memoria, los investigadores utilizaron un modelo computacional llamado 'Bump Atractor', que permite simular en el ordenador el proceso de pérdida de información en la corteza prefrontal. Este modelo sugiere que las neuronas se mantienen activas según se va degradando la memoria.

"La actividad se difunde en la red neuronal y al final el recuerdo es diferente, está distorsionado. Se trata de una actividad móvil, no de una pérdida de actividad. Antes se pensaba que la memoria decaía, ahora sabemos que las neuronas mantienen su actividad pero pierden estabilidad", explica Albert Compte.

La investigación, en la que han colaborado también la Universidad de Minesota y la Universidad de Wake Forest (Carolina del Norte), que proporcionaron datos obtenidos en dos monos realizando una tarea de memoria de trabajo, hace una relectura del registro de actividad de las neuronas de los monos, relacionándolo con la conducta del animal en ese momento.

Esto permitió a los investigadores relacionar por primera vez la actividad neuronal en el cerebro con el proceso de pérdida de memoria de trabajo.

Compte ha explicado que la memoria del trabajo es una memoria frágil (de hecho se puede relacionar con los lapsus o los despistes), que se degrada en sólo 10 segundos, aunque las personas con un coeficiente intelectual más elevado son capaces de retener durante este tiempo unos 5 elementos. La conclusión es que la memoria a corto plazo no desaparece en el cerebro, sino que se degrada y se mantiene difundida en el tiempo.