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© EfeUna calle de la ciudad de Kraskovo de Moscú, afectada por un apagón causado por el temporal de nieve.
Que los incendios que asediaron Moscú en verano sorprendieran a los rusos y a sus autoridades no es descabellado. Pero que a la acostumbrada Rusia le haya pillado con la guardia baja un temporal de nieve, hielo y lluvia, como el que padece desde fin de año, llama más la atención. Los trastornos son considerables. Decenas de miles de personas continúan sin luz en sus viviendas -y, como consecuencia, sin disponer de los servicios básicos- en la provincia de Moscú debido al mal tiempo en la zona capitalina y otras regiones del extenso país. Las autoridades han impuesto el estado de emergencia en 18 de los 36 distritos de la provincia moscovita.

Los problemas causados por el temporal en Moscú y sus alrededores no cesan. Comenzaron a fin de año, cuando fueron paralizados durante varios días los aeropuertos, lo que dejó a miles de rusos empantanados en las terminales aéreas. Al mismo tiempo se observa un fenómeno extraño: la lluvia se convertía en hielo al llegar a la superficie, provocando que numerosas líneas eléctricas no resistieran el peso y se rompieran, al igual que miles de árboles, que cayeron sobre automóviles o sobre el asfalto, agravando el de por sí monstruoso tráfico de fin de año.

El primer ministro, Vladímir Putin, propinó, el 31 de diciembre, una dura reprimenda al gobernador de la provincia de Moscú, Borís Grómov, y obligó a todos los funcionarios responsables de los servicios públicos a suspender sus vacaciones -los rusos comenzaron el 1 de enero un descanso que se extiende hasta el día 10- mientras los problemas con el suministro eléctrico no se hayan superado.

El hombre fuerte de Rusia envió a Grómov a pasar la Nochevieja a las aldeas que se quedaron sin luz. Y el año nuevo lo dedicó el gobernador, junto a un grupo de ministros, de camino a un pueblo, Kúrovo, en los alrededores de la capital. Pero los esfuerzos de Grómov no dieron los resultados esperados, por lo que ha declarado el estado de emergencia en 18 distritos.

En las provincias de Moscú, Tver y Smolensk, 436 localidades continuaban ayer por la mañana sin electricidad, lo que significa que unas 40.000 personas seguían a oscuras en la peor época del año: a las cuatro de la tarde se pone el sol. Muchos, además, se han quedado sin calefacción y agua caliente.

Las grandes nevadas que han ocurrido en los últimos días, unidas a los vientos huracanados, han multiplicado el caos provocado por el clima invernal. Baste decir que los servicios municipales evacuaron ayer unos 300.000 metros cúbicos de nieve en la capital y, debido a la lluvia de hielo, han tenido que cortarse ya 13.000 árboles.

El Ministerio de Situaciones de Emergencia ha movilizado a brigadas especiales que instalan estaciones eléctricas móviles en las instituciones más necesitadas: asilos de ancianos, orfanatos, hospitales, clínicas psiquiátricas. También dotan de estas instalaciones a los centros de bomberos y a las fábricas de pan.

La policía tiene ahora la tarea añadida de evacuar a los enfermos graves de las localidades sin luz a otras donde el suministro eléctrico funcione normalmente. Por desgracia, los pronósticos meteorológicos no son muy alentadores, ya que hay grandes probabilidades de que las nevadas continúen.

Mientras tanto, en el extremo oriental de Rusia, en el mar de Ojotsk, varios barcos se han visto atrapados por los hielos. El congelador Antón Gurin y el pesquero Mys Elizaveta, con más de 100 personas a bordo, pasaron ayer a aumentar la lista de los presos del mar congelado. Ya son siete en total las embarcaciones -con más de medio millar de hombres- que se encuentran atenazadas por los hielos. Dos rompehielos han sido enviados en su ayuda.