Durante cientos de miles de años, hasta que se inventó la agricultura (hace 10.000 años), los humanos éramos cazadores-recolectores . Nuestros instintos, incluidos los cuales que nos hacen aprender, aparecieron en el contexto de esta vida cazadora-recolectora. Por lo tanto es normal preguntarse: ¿cómo aprenden los niños de este tipo de sociedades lo que necesitan para convertirse efectivamente en adultos dentro de su cultura?
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© DesconocidoLa libertad que los niños cazadores-recolectores disfrutan para perseguir sus propios intereses viene en parte porque los adultos entienden que estos intereses son el camino más seguro hacia la educación.
En la primera mitad del siglo 20, antropólogos localizaron y observaron muchos grupos de gente - en partes remotas de África, Asia, Australia, Nueva Guinea, Sudamérica...- qué mantenían una vida cazadora-recolectora, prácticamente independiente de las corrientes modernas. Aunque cada grupo tenía su propio lenguaje y otras tradiciones culturales, tenían similitudes en muchas cosas básicas, lo que nos permite hablar de la "forma de vivir cazadora-recolectora" en singular. Da igual donde estuvieran, los cazadores recolectores vivían en pequeñas tribus nómadas (de entre 25 y 50 personas por tribu), tomaban decisiones democráticamente, tenían sistemas éticos que se centraban en valores de igualdad y compartir, y tenían ricas tradiciones culturales que incluían música, arte, juegos, bailes e historias antiguas.

Para complementar lo que podemos encontrar en la literatura antropológica, hace unos años varios antropólogos que habían convivido con tribus de cazadores-recolectores fueron contactados para rellenar un cuestionario sobre sus observaciones de los niños de estas tribus. Estos antropólogos habían estudiado diferentes tribus de África, Malasia, Filipinas y Nueva Guinea.
Sus respuestas sorprendieron por su consistencia entre las diferentes culturas. Aquí resumiremos en cuatro conclusiones, que parecen las más relevantes en el tema de la educación de estos niños.

1. Los niños cazadores recolectores deben aprender una cantidad enorme de información para convertirse en adultos exitosos.

Sería un error pensar que la educación no es algo importante para los cazadores-recolectores porque no tienen que aprender mucho. De hecho, tienen que aprender muchísimo.

Para convertirse en cazadores efectivos, los niños deben aprender los hábitos de 200 o 300 especies diferentes de mamíferos y pájaros que caza y de los que se alimenta la tribu; deben saber cómo seguir a estas presas usando las pistas más ínfimas; tienen que saber trabajar con las herramientas de caza, como arcos y flechas, cerbatanas, trampas y redes... y deben ser muy habilidosos usando estas herramientas.

Para convertirse en recolectoras efectivas, las niñas aprenden cuales de las incontables variedades de raíces, tubérculos, frutos secos, semillas y vegetales de su área son comestibles y nutritivos, dónde y cuándo encontrarlos, como extraer las partes comestibles de forma eficiente y en algunos casos cómo procesarlos para hacerlos comestibles o aumentar su valor nutricional. Estas habilidades incluyen habilidades físicas, refinadas durante años de práctica así como la capacidad de recordar, usar, añadir y modificar una enorme cantidad de conocimientos compartidos culturalmente acerca de los alimentos.

Además, los niños cazadores recolectores deben aprender cómo moverse por su enorme territorio, construir cabañas, hacer fuego, cocinar, ahuyentar depredadores, predecir cambios climáticos, tratar las heridas y enfermedades, asistir partos, cuidar a los recién nacidos, mantener armonía en el grupo, negociar con grupos vecinos, contar historias, hacer música, y participar en varias danzas y rituales de su cultura.

Ya que apenas hay especialización que no sea que los hombres cazan y las mujeres recolectan, cada persona debe adquirir una gran cantidad del conocimiento total y habilidades de su cultura.

2. Los niños aprenden todo esto sin ser enseñados

Aunque los niños cazadores-recolectores deben aprender una enorme cantidad, no tienen nada parecido a un colegio. Los adultos no intentan motivar a los niños para que aprendan o darles lecciones, ni monitorizar su progreso. Cuando se les pregunta cómo aprenden los niños lo que necesitan saber, los adultos cazadores-recolectores invariablemente responden con: "aprenden ellos mismos observando, jugando y explorando".

Ocasionalmente un adulto ofrecerá su consejo o demostrará como hacer algo, como por ejemplo como afilar la punta de una flecha, pero esta ayuda sólo la dan cuando el niño claramente lo desea. Los adultos no inician, dirigen o interfieren con las actividades de los niños. Además los adultos no muestran ninguna evidencia de preocuparse por la educación de sus niños; milenios de experiencia les han demostrado que los niños son expertos en educarse a sí mismos.

3. Los niños tienen muchísimo tiempo para jugar y explorar.

Respondiendo a la cuestión del formulario de cuánto tiempo tienen los niños para jugar, los antropólogos fueron unánimes en indicar que los niños cazadores-recolectores que observaron eran libres para jugar prácticamente todo el día. Algunas de las respuestas fueron:
- Los niños Batek podían jugar casi todo el tiempo; nadie esperaba que hicieran trabajo serio hasta que estaban en el final de la adolescencia.(Karen Endicott).
- Tanto los niños como las niñas de los Nharo tenían tiempo para jugar todo el día. (Alan Barnard).
- Los niños de la tribu Efé podían jugar todo el tiempo hasta la edad de 15-17 años (Robert Bailey.
- Los niños Kung jugaban desde al amanecer hasta que se ponía el sol (Nancy Howell).
La libertad que los niños cazadores-recolectores disfrutan para perseguir sus propios intereses viene en parte porque los adultos entienden que estos intereses son el camino más seguro hacia la educación. También viene del espíritu general de igualdad y autonomía personal que reina en estas culturas y se aplica tanto a niños como a adultos.

Los adultos cazadores-recolectores ven a los niños como individuos completos, con derechos comparables a los de ellos. Su pensamiento es que los niños, cuando estén preparados, contribuirán a la economía del grupo. No hay necesidad de forzarlos a hacer lo que no quieren. Es normal que sus instintos de aprender y contribuir se desarrollen ya que sus semejantes confían en sus instintos, en lugar de intentar imponerles lo que creen que es mejor para ellos.

4. Los niños observan las actividades de los adultos e incorporan estas actividades en sus juegos.

Los niños cazadores recolectores nunca están aislados de las actividades de los adultos. Observan directamente lo que ocurre en la tribu- sus preparaciones para moverse, la construcción de cabañas, la fabricación y reparación de herramientas y otros artefactos, la preparación de la comida, el cuidado de los recién nacidos, las precauciones ante las enfermedades y los depredadores, los cotilleos y discusiones, los debates y la política, las danzas y fiestas... Algunas veces acompañan a los adultos en sus paseos de recolección, y a la edad de 10 años o más los niños a veces acompañan a los hombres en las cacerías.

Los niños no sólo observan todas estas actividades, también las incorporan a sus juegos, y a través de estos juegos se vuelven habilidosos. Mientras crecen, sus juegos se van transformando en las actividades reales. No hay una división clara entre participación como juego y verdadera participación en las actividades del grupo.

Por ejemplo los niños que un día están jugando cazando mariposas con sus pequeños arcos y flechas, puede que un día empiecen a cazar pequeños mamíferos como entretenimiento y más adelante empiecen a unirse a los hombres en verdaderas cacerías, todavía con el espíritu de jugar. Otro ejemplo es cuando los niños y niñas juegan a construir cabañas, fijándose en las que sus padres han construido. En respuesta al cuestionario, Nancy Howell señaló que los niños Kung normalmente construyen un poblado entero de cabañas de juguete a unos metros de distancia del verdadero poblado. El poblado de juguete se convierte en un parque donde los niños recrean muchas de las escenas que observan en los adultos.