meteorito 1866
© LUISMA MURIAS Luis Rodríguez Terente muestra un fragmento del meteorito que cayó sobre Cangas en 1866.
(España) - Quienes el 6 de diciembre de 1866 estaban en Cangas de Onís mirando al cielo a las 10.30 de la mañana seguramente tuvieron que frotarse los ojos varias veces. Una lluvia de meteoritos repartió material procedente del Universo por todo el concejo, un rastro del que se han conservado 22,4 kilos de los 35 inicialmente recuperados.

La historia parece de película pero sucedió en la realidad y el director del Museo de Geología de la Universidad de Oviedo, Luis Miguel Rodríguez Terente, la contará hoy en el Museo del Jurásico de Asturias (MUJA), en una conferencia a las 19.30 horas. Explicará el meteorito de Cangas dentro de un contexto divulgativo más general, en el que apuntará, por ejemplo, que todos son "restos del origen de nuestro sistema solar y tienen una edad aproximada a la de la Tierra", entre 5.000 y 3.000 millones de años.

Pese a que el cangués tiene un incalculable valor, pues a través de él se estudia cómo se han formado los meteoritos en el espacio, cómo han llegado a la Tierra y forman parte de nosotros, Rodríguez Terente explica que se trata de una "condrita", del grupo más abundante. "No es extraño, aunque para nosotros es muy singular, un ejemplar fantástico", añade el geólogo.

Está compuesto de silicio, hierro, magnesio y oxígeno, "tiene un poco de níquel, un poco de fósforo, algo de calcio" y trazas de otros elementos. La de Cangas fue "una lluvia de meteoritos" que se repartió en una zona bastante amplia en todo el sur del concejo. Localidades como Oliciu y Parda, e incluso la costa riosellana, vieron caer fragmentos espaciales, pues hay citas sobre fragmentos caídos al mar.

"Mucha gente no sabía lo que era y el rector de la Universidad de Oviedo, León Salmeán, que además era catedrático de Historia Natural, fue el que se puso en contacto con amigos que tenía allí, entre ellos Sebastián Soto Cortés y el farmacéutico de Cangas", relata Rodríguez Terente, antes de explicar que no existe un cráter porque el meteorito "reventó en el cielo". Los fragmentos que se precipitaron en ríos o bosques se han perdido, pero muchos agricultores sintieron curiosidad por aquellas piedras caídas del cielo y se guardaron algunas.

El Museo de Geología de la Universidad de Oviedo (en la actualidad cerrado por vacaciones y que estará abierto a partir del 2 de septiembre) conserva en la actualidad la mayor colección de meteoritos de la lluvia canguesa, ya que el resto está repartido en 24 instituciones del mundo.