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© ReutersEl fenómeno rompió un récord de varias décadas.
La franja que se extiende desde Maine hasta Virginia quedó casi aislada luego de una sufrir una capa de 48 centímetros de nieve y temperaturas de hasta 50 grados bajo cero. El temporal afectó en persona al mismísimo Barack Obama.

Una gruesa capa de nieve cubrió ayer buena parte del noreste de los Estados Unidos, luego de que la quinta gran tormenta de la temporada marcara otra nevada récord, debido a una intensa ola de frío procedente del Artico, caracterizada por persistentes precipitaciones heladas. Las nevadas afectaron desde el estado de Maine --ubicado en el extremo noroeste, junto a la frontera con Canadá--, hasta la región de Virginia --al sur de Washignton--, lo que equivale a que casi 630.000 hogares y negocios en la región quedaron virtualmente incomunicados, sin servicios eléctricos, telefónicos, de transporte terrestre, marítimo y aéreo, y hasta las conexiones a Internet.

Las temperaturas de esta inusual nevada alcanzaron pisos históricos, con marcas que oscilaron entre los 25 y 50 grados bajo cero en las regiones de Albany, Filadelfia, New Haven, Vermont y New Hampshire. La inusual nevada de invierno dejó atrapado al mismísimo presidente Barack Obama, quien estaba entre los miles de automovilistas de las carreteras bloqueadas por la nieve cuando la tormenta alcanzó su punto más alto en la zona de Washington.

"Parecía un extraordinario cementerio de autos ahí afuera. Había tantos autos abandonados, en diferentes ángulos y tantos lugares diferentes en el camino", dijo un oyente de la radio WTOP, con sede en la capital norteamericana.

La Gran Manzana, blanca.

Nueva York fue testigo del enero con mayores nevadas desde que se tiene registro, con 48 centímetros de nieve sobre la ciudad durante la madrugada del jueves. "Estamos ya en el enero de más nieve jamás registrado en la ciudad. Supera incluso el récord de 1925. Es más del doble de lo que habíamos previsto", reconoció preocupado Michael Bloomberg, alcalde de Nueva York.

La inquietud oficial es comprensible: la nevada sumó dos veces la cantidad prevista por los expertos meteorólogos, e incluso superó a los fuertes temporales que paralizaron a la ciudad a fines de diciembre pasado, que desataron una verdadera crisis de recursos.
Por este temporal la ciudad canceló las clases, buena parte de las operaciones bursátiles, las oficinas estatales, los comercios, teatros, cines bares y restaurantes, además de afectar a buena parte de las propuestas sociales, culturales y recreativas que suelen caracterizar a las calles de la "Gran Manzana". Hasta la mítica Estatua de la Libertad y la sede la ONU debieron cerrar sus puertas.

Incluso debieron cancelarse unos dos mil vuelos, por el cierre de los aeropuertos de JFK, Newark y La Guardia, todos ubicados en las afueras. Además, miles de vehículos particulares quedaron abandonados en las calles, virtualmente inutilizables por quedar bajo varias capas de nieve o, en otros casos, por tener sus motores congelados.

El punto más bajo del termómetro se marcó en el Central Park, en pleno Manhattan, donde el clima descendió hasta unos 17 grados bajo cero. Para tener una concepción de la cifras en cuestión, hay que considerar que se trata de unos 5,2 grados menos que la mínima histórica registrada en Bahía Blanca (-11.8ºc, el 4 de julio de 1988). El drama climático sorprendió de tal manera a los norteamericanos que, incluso, la ciudad de Nueva York ya agotó su presupuesto anual para limpiar la nieve, estimado en unos 38 millones de dólares, forzando a la ciudad a sacar dinero de su fondo general, informaron desde fuentes gubernamentales.

La preocupación es todavía mayor cuando se tiene en cuenta que restan dos meses de nevadas, y los servicios meteorológicos no descartan la posibilidad de nuevos récords.