Comentario: Voy a empezar con una disculpa. Había pensado titular este breve artículo "Nisman y el 18F: una invitación a pensar", pero luego de reflexionar un rato pensé en que si usted era uno de aquellos que con sinceridad y preocupado fue a la marcha del 18F, quizá era una buena idea llamar su atención insultándolo suavemente para que se detenga aquí, aunque más no sea unos pocos minutos. Así que si llegó hasta aquí y ya escuchó mi disculpa, lo animo a que lea al menos tres o cuatro párrafos más para ver si esta lectura vale la pena.


Finalmente llegó el 18 de febrero y una multitud salió a las calles a exigir justicia por la muerte del Fiscal Nisman. La marcha fue silenciosa aunque estalló en aplausos varias veces y se entonó el himno nacional.
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© Revista NoticiasAl parecer es posible que Nisman tuviera firmada su sentencia de muerte muchos meses antes...
Me conmovió profundamente ver a tanta gente genuinamente acongojada, con auténtica tristeza y preocupación, aunque debo aclarar que mi conmoción no fue provocada por los mismos fundamentos que la de los marchantes, y para serle honesto debo decir que estoy lejos de ver toda esta situación como ellos.

Nisman aparece muerto el 18 de enero en medio de una escena de suicidio con aspecto de montaje, hecho con la misma minuciosidad que pondrían en juego unos devaluados escenógrafos en una mala película de bajo presupuesto. Verdaderamente, la escena del suicidio parecía ensamblada de modo tal que sugiriera claramente que NO ERA UN SUICIDIO.

Considere usted que en primer lugar el fiscal no mostró en los días previos los síntomas del suicida típico ni dejó indicio alguno sobre una eventual intención de quitarse la vida. Tampoco dejó carta o mensaje a sus seres queridos o a quien sea explicando su decisión. Por otro lado, Nisman fue un suicida un poco extraño, porque se disparó con una arma de fuego y no le quedaron restos de pólvora en su mano ejecutora. Disculpe usted pero cualquier aspirante a sicario que haya aprobado el curso de ingreso a la "escuela de sicarios" sabría esto: si no hay pólvora en la mano del suicida, no es un suicidio.

Con todas estas "desprolijidades" y dada la condición del fiscal de ser denunciante de la Presidenta argentina, la mayoría de los ciudadanos hicieron cálculos rápidamente y el resultado fue casi un consenso nacional: el Gobierno mandó matar a Nisman.

Pero claro, las matemáticas a veces nos juegan bromas pesadas, y cuentas que parecen sencillas terminan siendo mucho más complejas de lo imaginado. Esta hipótesis, válida en principio, tiene una cantidad enorme de interrogantes sin responder. Permítame enumerar alguno de ellos:
  • ¿Cuál sería el móvil del Gobierno para asesinar a Nisman? Usted podría decir "la denuncia que al día siguiente el fiscal iba a presentar en el Congreso". Pero piénselo por un minuto. Matar al fiscal no hizo desaparecer la denuncia que, por cierto, como todo el mundo sabía, ya estaba en manos de otras personas. De hecho, hace pocos días otro fiscal pidió la imputación de la presidenta tal como pensaba hacerlo el mismo Nisman y utilizando su misma denuncia. ¿Qué lograba entonces el Gobierno matando a Nisman?... Absolutamente nada a excepción de incriminarse a sí mismo de la manera más absurdamente estúpida imaginable. Algunos han intentado reforzar esta teoría diciendo que el fiscal iba a expandir la denuncia en su exposición en el congreso, pero esto no tiene mayor asidero pues cualquier elemento incriminatorio debió haber estado por escrito en la denuncia, por una cuestión de legalidad y por la propia seguridad del mismo Nisman que no iba a exponerse tan ridículamente guardándose parte de su denuncia para exponerla oralmente.
  • ¿Cuáles eran los riesgos reales derivados de la denuncia de Nisman? Pues por lo que afirman varios entendidos en la materia, ninguno. La denuncia era una ridícula acusación sin el más mínimo indicio, evidencia, o prueba de nada, o sea pura especulación. De hecho, después de que la denuncia se hizo efectiva hace pocos días atrás, la Procuración del Tesoro de la República Argentina presentó 15 carpetas de documentación, que a juzgar por los trascendidos da por tierra con la atrevida hipótesis de la denuncia. ¿Le parece a usted posible que el Gobierno decida deshacerse del fiscal acusador de un modo tan escandaloso cuando parecía a las claras que esa denuncia no tenía sustento?
  • Imaginemos por un momento que la descabellada hipótesis del "gobierno asesino de Nisman" fuera cierta. Haga un esfuerzo extrahumano y piense por un momento como el homicida. ¿No se aseguraría usted de que un virtual suicidio parezca un verdadero suicidio? ¿No sería lógico cometer el atentado con mucha cautela para que realmente parezca un suicidio? Claramente no hace falta ser un genio para darse cuenta de que si esto no fuera de este modo los primeros sospechosos serían los destinatarios de la denuncia. Si yo, o usted, o cualquier hijo de vecino, tenemos la suficiente inteligencia para darnos cuenta de este simple hecho ¿por qué pensar que los supuestos "conspiradores" del gobierno no habrían pensado lo mismo?
Todos estos interrogantes y varios otros de menor calibre, pero más vinculados a detalles del evento, dejan una duda más que razonable sobre la posibilidad real de que el Gobierno argentino haya participado en este supuesto atentado.

Ahora sigamos jugando a los detectives honorarios por un rato. La siguiente pregunta que viene a mi mente es: si no tuvo nada que ver el gobierno, ¿entonces quién? Bueno, se podrá imaginar que lo único que puedo hacer sentado aquí en mi silla frente a la computadora es especular un poco y tratar de buscar alguna hipótesis plausible en base a elementos históricos y al contexto general en donde todo este trágico sainete ocurrió.

En principio, debemos considerar que en Argentina se está transitando un año electoral. El Gobierno argentino lleva 12 años en el poder y durante todo este tiempo, en especial los últimos 7 u 8 años, hemos presenciado cómo la sociedad argentina se ha polarizado entre pro-gobierno y opositores. Esta dualidad ha sido en parte consecuencia de políticas deliberadas por parte del mismo gobierno en donde ha recurrido frecuentemente a prácticas demagógicas de carácter social con fines a mantener el beneplácito de ciertos sectores largamente marginados de la sociedad. Pero también ha habido un accionar claramente premeditado de ciertas oligarquías (como el Grupo Clarín) históricamente vinculadas al poder político y con un pasado no muy lejano lleno de oscuridad y espanto, que ha hecho su parte. Estos grupos se vieron casi desde el principio perjudicados seriamente por una política de tendencia progresista que ha tendido, con aciertos y errores, a disminuir la influencia de los mismos y desarmar sus monopolios comerciales que durante décadas les han permitido enriquecerse escandalosamente y, al mismo tiempo, actuar como agentes de poderes e intereses foráneos dentro del país.

Estos poderes foráneos, como es común en países latinoamericanos, están ligados a grupos económicos internacionales, normalmente con sede principal en EE.UU., y suelen patrocinar y utilizar al gobierno títere de turno en el país del norte, sean estos republicanos o demócratas, para manipular las economías de naciones enteras, intervenir la soberanía de estas naciones cuando no se sienten favorecidos por ellas y asociarse con agentes locales para controlar cualquier eventual intento de salirse de esta patológica dinámica.

El Gobierno argentino, aún cometiendo muchos errores y recurriendo a la mentira reiteradamente para tapar estos errores, ha dado algunos pasos interesantes en cuanto a romper con esta suerte de sumisión a los designios del Imperio. Fue así que cortó el lazo paternal con EE.UU. (quien por cierto fue un muy mal padre, abusivo y golpeador), estrechó lazos y participó activamente en la consolidación de la soberanía de Latinoamérica como bloque regional, se acercó peligrosamente (desde la perspectiva de EE.UU. y sus socios occidentales) al grupo de los BRICS, se mostró claramente en disidencia con las políticas bélicas del Imperio de Occidente, y se opuso con ahínco a las brutales y criminales "campañas" militares de Israel contra los palestinos. A esto hay que sumar su reciente acercamiento a Rusia, quien está siendo blanco de absurdas sanciones y de una guerra mediática sencillamente por defender con decencia los intereses de su país y no permitir la intromisión de Occidente, y pequeños y simbólicos actos de rebeldía como no haberse apegado al payasesco guión de Occidente tras el atentado a la revista Charlie Hebdo.

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© InternetEl patio trasero de EE.UU...
Argentina no es una gran potencia mundial, pero estando en el "patio trasero" de EE.UU. es de incalculable valor en cuanto a recursos, recursos que, por cierto, nuestros "amigos" del Norte americano claramente no están dispuestos a perder. En este contexto general, muchas fuerzas extranjeras con apoyo local trabajan 24 horas al día para evitar que este gobierno prolongue esta tendencia durante cuatro años más.

Imagine entonces este escenario: Argentina después del "extraño y conveniente" atentado en París, nada dijo de un ataque a la libertad de expresión, ni de defender los valores universales de Occidente, ni hubo palabras de odio y desprecio hacia la religión islámica, como sí las profirieron los líderes de la mayoría de los países primer mundistas de Occidente. Esto provocó una acalorada y muy escénica reacción de muchos sectores pro-occidente. ¿Cómo es que se animaron a salirse del guión?... ¡Qué insolencia! Sí o sí había que condenar este hecho como un claro ataque a Occidente, como un intento de intimidar al mundo occidental, a "nuestra cultura de libertades".

Pocos días después de este acto simbólico, sale a escena el fiscal Nisman con su denuncia, mediante la cual justamente acusaba a la Presidenta de encubrir a los supuestos actores iraníes en el caso AMIA a cambio de favores comerciales por parte del país de Medio Oriente. Sin duda una astuta maniobra, voltear dos pájaros de un tiro. La cuestión es que el evento provocó una explosión mediática, los grupos opositores dueños de descomunales multimedios salieron casi simultáneamente a promocionar a Nisman y su denuncia. A decir verdad, en la humilde opinión de quien les escribe, toda la cobertura y la aparición en innumerables medios de políticos opositores mostrando su sobreactuada cara de horror frente a esta "mancha" institucional, pareció un montaje de principio a fin.

Por otro lado, el Gobierno reaccionó, como muchas veces, desacreditando verbalmente con agresiones a los grupos económicos opositores, denunciando conspiraciones, desparramando (disculpe la figura retórica) materia fecal hacia todos lados. Nada inteligente por cierto, pues estas reacciones tan emocionales los pone y ha puesto siempre en evidencia, alimentando el argumento de la oposición en favor de la paranoia gubernamental.

Lo peor ocurrió a los pocos días. Justo cuando el Gobierno estaba siendo vapuleado y mostrado por los medios como acorralado, llegó el golpe de gracia: Nisman aparece muerto consecuencia de un suicidio de extrañas características que parecía armado muy convenientemente para que no parezca un suicidio. ¡PUUM, golpe al mentón y el Gobierno cayó al suelo casi knock out!

Sin reacción, confundido por el "golpe", y casi entrando en estado de pánico, el Gobierno siguió sumando torpezas. Dijo y se desdijo, acentuó su retórica conspiracionista, no respetó la ortodoxia de estos casos y no dio un "sentido" pésame a la familia de la víctima, etc. Entró en un juego que definitivamente no sabe jugar, y tanto las oligarquías opositoras como las fuerzas políticas contrarias al Gobierno sacaron (y están sacando) un jugoso rédito de todo este asunto. Ni hablar de los beneficios presentes y futuros que cosecharán los intereses extranjeros, que apuestan a una pronta y deshonrosa salida del actual Gobierno y al ingreso de cualquiera de las fuerzas opositoras, que sin duda tirará por tierra lo mucho o poco que este Gobierno logró en cuanto a afirmación de la soberanía, la integración regional, y su modesto aporte en el contexto mundial para crear una realidad más multipolar y equilibrada.

Ahora preste atención a todo este cuadro. Olvídese por un momento de que el Gobierno ha sido torpe, necio, e incluso ha mentido para salvar su trasero; y considere con objetividad todo lo que hizo en materia internacional. No sería en absoluto una locura pensar que ciertos actores con un largo historial en operaciones secretas dentro de territorios extranjeros hayan planeado y ejecutado esta farsa. Llamémoslo CIA, MI6, Mossad... o como usted quiera. Quizá sea uno de estos, o todos, no importa... lo que realmente importa es que no sólo es posible, sino que también es probable.

Observemos con detenimiento algunos detalles. Hace años, tras el escándalo de los cables privados filtrados a través de Wikileaks, Santiago O´Donnell, el primer periodista argentino en recibir los cables diplomáticos de mano del mismo Julian Assange, recordó de qué manera figuraba el fiscal Alberto Nisman en ellos. En sus propias palabras: "Lo que demuestran estos cables es que no hay independencia con la Embajada de Estados Unidos. Un fiscal no puede andar diciendo lo que va a hacer a un gobierno extranjero. No había independencia entre lo que hacía Nisman y lo que quería la Embajada". A esto agregó: "Nisman me citó y me contó que toda esa información venía de Jaime Stiusso, de la Side [es decir los Servicios de Inteligencia del Estado argentino] que era el contacto con los servicios secretos israelíes, de Estados Unidos y del Mossad".

¿Qué opina? Esta hipótesis ya no parece una absurda película de espionaje, ¿no? En los cables de Wikileaks se ve claramente que Nisman no daba un paso sin consultar con la embajada estadounidense y sus contactos en Estados Unidos.
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El abogado Juan Gabriel Labaké, quien está involucrado en la causa de la AMIA desde hace muchos años e intentó denunciar a Nisman antes de que apareciera en escena con su propia denuncia, fue mucho más directo en sus apreciaciones: "Nisman era el puntal de la CIA, la AMIA y la DAIA para sostener la acusación contra Irán por razones políticas. No permitieron hacer ningún tipo de investigación que no fuera lo estrictamente indicado por el informe de la CIA."

Según estas declaraciones, la CIA comandaba a Nisman, así que es posible que la CIA haya instruido al fiscal para iniciar este escándalo con una denuncia, que en sí misma y en esencia, era una porquería. El hecho de lanzar esta bomba, una denuncia con escaso fundamento, cobra sentido si se considera que es probable que diera lugar a un plan que la CIA tenían bien claro: hacer circular en los medios la denuncia durante unos pocos días, escandalizar al Gobierno y al país, y luego matar a Nisman para provocar la debacle institucional total.

Lamentablemente, el efecto de este golpe institucional no puede ponerse en duda. La recuperación del Gobierno parece imposible. Esto abre un oscuro panorama a futuro dentro del territorio argentino y también a nivel regional, pues de ganar las elecciones una de las fuerzas políticas opositoras, no es difícil prever un rápido retroceso y la apertura de un nuevo capítulo de sometimiento a los designios de EE.UU. y sus titiriteros ocultos.
Nisman
© Infobae.comCuidado con quien uno afirma ser. No siempre la realidad es lo que parece.
Más allá de todo este trágico escenario, ¿sabe usted qué es lo que considero más triste de todo este asunto?... pues la ingenuidad del pueblo argentino. En la promocionada marcha se pudo ver todo tipo de ciudadanos: descontentos con la corruptela del Gobierno, gente asustada por la inseguridad dentro del país (bien publicitada por los medios, por cierto), gente enojada por las dificultades impuestas a las importaciones, sinceros indignados con la impunidad pidiendo justicia, detractores históricos de los movimientos progresistas (o progresistoides), simpatizantes snobs de todo lo que proviene de Norteamérica,... en fin, una singular ensalada de intereses y motivaciones.

La cuestión es que todos estos marchantes no se percataron de que son sólo el botín en esta guerra, el tesoro obtenido a fuerza de manipulación y engaño. Todos estos ciudadanos que alimentan la ilusión de compromiso y activismo, de estar siendo parte del cambio, de ser luchadores en contra de los malvados que arruinaron su país, de estar dejando un mundo mejor para sus hijos y nietos... ninguno de ellos se dio cuenta de que quienes los movilizan, quienes organizan estas marchas, no comparten en absoluto sus intereses y preocupaciones. Es más, verdaderamente les importan un bledo. Sólo los están utilizando para quitar del medio a un Gobierno que impide el despliegue de una agenda que trasciende por completo a la Argentina, aunque sin lugar a dudas la perjudicará grandemente.

Es por todo lo expuesto que, con absoluto respeto por todos aquellos que bien intencionados asistieron a la marcha y desean sinceramente que este Gobierno se vaya de una buena vez por todas para "salvarnos del mal", digo que la marcha del 18F fue la marcha de los tontos...