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El Ejército egipcio, que hasta la fecha mostró cierta imagen de "neutralidad" ante las movilizaciones contra el presidente Mubarak, detuvo en secreto a "cientos, y puede que a miles" de manifestantes, muchos de los cuales han sido torturados y permanecen desaparecidos, denunciaron testigos y activistas de Derechos Humanos citados por el diario británico The Guardian. En tanto, el gobierno amenaza con reprimir las protestas. El Ejército egipcio reforzó hoy sus posiciones con tanques y tanquetas en las proximidades del edificio de la radiotelevisión pública, ante el anuncio de que mañana se celebrará allí una manifestación contra el régimen de Hosni Mubarak.

La gran mayoría de las violaciones de Derechos Humanos en Egipto han sido atribuidas, en el pasado, a la célebre agencia de Investigaciones de Seguridad del Estado (SSI), y no tanto al Ejército.

No obstante, las organizaciones locales de Derechos Humanos aseguraron al rotativo británico, en su edición de este jueves, que las fuerzas armadas han perpetrado detenciones secretas, desapariciones y torturas desde que comenzaron las movilizaciones.

El director de la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales, Hossam Bahgat, dijo a The Guardian que "cientos, puede que miles" de personas han "desaparecido" bajo custodia militar en diversos puntos del país.

Los detenidos, precisó, eran "personas normales" que fueron arrestadas únicamente por llevar folletos políticos, por asistir a las manifestaciones o incluso por su aspecto exterior. Desde su detención, según estas fuentes, muchas familias están intentando desesperadamente localizar su paradero.



Según declararon al rotativo algunos de los detenidos que fueron posteriormente liberados, los militares les habían capturado y sometido a golpes y otros abusos físicos, en lo que parecía "una campaña organizada de intimidación".

Los soldados les acusaban de complicidad con fuerzas extranjeras, incluso con dos actores tan diametralmente opuestos entre sí como Israel y el Movimiento para la Resistencia Islámica (Hamás).

Algunos de los manifestantes detenidos estuvieron retenidos en el interior del Museo de Antigüedades Egipcias, situado en uno de los extremos de la plaza Tahrir, epicentro de unas protestas que este jueves cumplen su decimoséptimo día consecutivo.

Entre las víctimas de estas detenciones secretas figuran activistas de Derechos Humanos, abogados y periodistas. Pese a las desapariciones, la mayoría de ellos, según los testigos, fueron posteriormente liberados.

La organización internacional Human Rights Watch (HRW) aseguró a The Guardian que ha documentado la detención de al menos 119 civiles por parte del Ejército, pero advirtió de que la cantidad real puede ser muy superior.

Según Hassam Bahgat, es imposible saber cuántas personas han sido arrestadas porque el Ejército se ha negado a admitir estas detenciones. En todo caso, estimó que la pauta de desapariciones registrada en El Cairo se ha podido repetir en otros puntos del país.

En cuanto a los manifestantes progubernamentales detenidos por el Ejército durante sus enfrentamientos con los detractores del régimen en la plaza Tahrir, las mismas fuentes creen que han sido entregados a la Policía y posteriormente liberados sin haber sido sometidos a torturas.

El gobierno amenaza

En tanto, el vicepresidente de Egipto, Omar Suleiman, advirtió el miércoles que las protestas y la desobediencia civil no serían toleradas en el país por mucho más tiempo. Pero en lugar de disminuir, estas parecen ir en aumento.

El miércoles, trabajadores de diferentes rubros en todo el país -desde fábricas textiles hasta oficinas postales- emprendieron protestas laborales que podrían llegar a estrangular al ejecutivo egipcio, que este jueves se enfrenta al día 17 de protestas en contra del gobierno de Hosni Mubarak.

Las huelgas también incluyen a trabajadores de la electricidad, agricultores y empleados de museos. En estos casos, las manifestaciones están ligadas a asuntos que van desde malestar por bajos salarios y la escasez de alimentos, hasta la presunta corrupción de funcionarios al frente de dependencias del estado.

Por otro lado, cientos de trabajadores se concentraron frente a la compañía eléctrica estatal para exigir la renuncia del director. Y decenas de empleados de museos se concentraron frente al Consejo Supremo de Antigüedades y rodearon agresivamente a su titular cuando salió a hablar con ellos.

No se sabe con exactitud si estas huelgas, aisladas en la mayoría de los casos, podrían desencadenar la salida de Mubarak, algo que hasta ahora no han logrado las manifestaciones populares.

En cualquier caso, los opositores al régimen egipcio también están convocando a través de las redes sociales a los ciudadanos para participar en una nueva marcha masiva el próximo 11 de febrero.

La movilización, que algunos han denominado como el "Viernes de los mártires", pretende reunir a más gente que nunca para rendir tributo a las víctimas de las manifestaciones y pedir, una vez más, la renuncia de Mubarak.

Y la advertencia de Suleiman, quien en una reunión con los editores de varios periódicos egipcios dijo que el ejército podría verse obligado a intervenir si la oposición no se sentaba a negociar, no parece haber tenido ningún efecto.

Las protestas masivas suman diecisiete días y, lejos de comenzar a flaquear, van tomando nuevas formas para tratar de provocar la caída del gobierno.

El Ejército egipcio reforzó hoy sus posiciones con tanques y tanquetas en las proximidades del edificio de la radiotelevisión pública, ante el anuncio de que mañana se celebrará allí una manifestación contra el régimen de Hosni Mubarak.