Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.

Imagen
© Desconocido
Lo que llamamos «estabilidad» implica que millones de árabes viven bajo regímenes criminales y terroríficas tiranías.

Cuando un tanque entra en un barrio residencial, siembra el miedo y la destrucción y los chicos del lugar le lanzan piedras ¿cómo se llama esto? "Perturbar la paz". ¿Y cómo se llama a la detención de los que lanzaban piedras para permitir que el tanque continúe su camino libre de obstáculos? "Restauración del orden".

De esta manera hemos diseñado nuestra lengua, asquerosamente lavada, para servir a nuestra única y sola narrativa, ¿cómo nos describiríamos a nosotros mismos la realidad engañosa en la que vivimos? Mientras tanto, los tanques ya no entran en las zonas residenciales, de alguna manera se está manteniendo el orden en los territorios sin ellos. El ocupante oprime, la población ocupada doblega sus instintos y su lucha, y el orden se mantiene, de momento. Hay estabilidad.

De repente Egipto también se atrevió a "perturbar la paz". Su pueblo, que ya tuvo suficiente del gobierno corrupto del país y del silenciamiento forzoso y tiránico de sus voces, tomó las calles. Disturbios. El mundo occidental, incluido Israel, se vio perturbado ante este gran peligro: la estabilidad en el Medio Oriente está a punto de ser socavada.

Ciertamente, la estabilidad debería socavarse. La estabilidad en la región, algo que los occidentales e israelíes tanto anhelan, sólo significa la perpetuación de la situación actual. Esta situación puede ser buena para Israel y Occidente, pero es muy mala para los millones de personas que han tenido que pagar el precio. El mantenimiento de la estabilidad en el Medio Oriente significa perpetuar la intolerable situación por la cual 2,5 millones de palestinos viven sin ningún tipo de derechos bajo mandato del gobierno israelí, y otros millones de refugiados palestinos de la guerra de 1948 viven en campamentos en los países árabes, donde también carecen de los derechos, la esperanza de vida y la dignidad.

Lo que llamamos estabilidad abarca a millones de árabes que viven bajo regímenes criminales y tiranías de terror. En la estable Arabia Saudí, las mujeres están consideradas por debajo de lo más bajo, en la estable Siria se reprime cualquier amago de oposición; en las estables Jordania y Marruecos, las niñas de los ojos de Occidente e Israel, la gente tiene miedo de pronunciar una palabra de crítica en contra de sus reyes, incluso en conversaciones casuales de cafetería.

El anhelado estado de estabilidad en Oriente Medio incluye a millones de personas pobres e ignorantes en Egipto, mientras que las familias gobernantes celebran sus cuentas millonarias en la capital. Incluye los regímenes en los cuales la mayor parte de sus presupuestos son escandalosamente canalizados a los militares, quienes se arman ad infinitum para preservar el régimen -a costa de la educación, la salud, el desarrollo y el bienestar-.

La estabilidad implica regímenes en los cuales el liderazgo se pasa de padres a hijos (y no sólo en las monarquías de la región) y elecciones ficticias en las que sólo a los representantes de los partidos gobernantes se les permite competir. Están incluidas guerras innecesarias, inútiles, guerras civiles y guerras entre los países en las que las personas dan su sangre a causa de los caprichos y los megalómanos impulsos de sus gobernantes. Se reprimen el libre pensamiento, la libre determinación y la lucha por la libertad. Se fomentan la debilidad, la falta de crecimiento y desarrollo, la ausencia de oportunidades para el logro y los beneficios casi inexistentes para las masas, cuya situación es absurdamente estable. En su pobreza y opresión, son estables.

Una región rica en recursos naturales y humanos, que podría haber prosperado por lo menos tanto como el Lejano Oriente, se ha mantenido estable desde hace décadas. Después de África, es el lugar más atrasado del mundo. Esta es la estabilidad que aparentemente se quiere preservar, la estabilidad que los Estados Unidos siempre quieren preservar; la estabilidad que Europa quiere mantener. Cualquier debilitamiento de esta estabilidad se considera alteración del orden público -y eso es malo según nuestra definición-.

Pero permítanme recordar que el establecimiento de Israel significó una gran perturbación para la región, ya que en gran medida socavaba su estabilidad y planteaba un mayor peligro, pero sólo era una perturbación para nosotros y para Occidente. Ahora ha llegado el momento de perturbar la paz un poco más para socavar la inútil estabilidad en la que vive Oriente Medio.

Los pueblos de Túnez y Egipto han iniciado el proceso. Los Estados Unidos y Europa tartamudearon al principio, pero rápidamente volvieron a su sentido común. Ellos también, finalmente, se dieron cuenta de que la estabilidad de la región no sólo es injusta sino que también es engañosa. Al final, este orden ficticio se verá subvertido. Cuando el tanque invade nuestras vidas hay que arrojarle piedras, debemos eliminar la indignante estabilidad del Medio Oriente.