Un estudio comparativo entre el genoma de nativos americanos y de islas de Oceanía descubre semejanzas que, sin embargo, plantean más preguntas que respuestas.

estatuas isla de pascuas
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Hasta ahora, la idea más aceptada sobre los flujos migratorios que poblaron el continente americano asegura que, en su mayor parte, estos provinieron de la Asia y la zona oriental de Rusia al cruzar el Estrecho de Bering hacia Alaska durante la última gran glaciación, hace casi 15 mil años.

Esto, sin embargo, puede ser cierto para el origen demográfico de América del Norte, ¿pero qué sucede con la zona sur? Incluso por sentido común es posible suponer que había otras rutas más directas para arribar a esas regiones, o que la ruta de Bering no podía ser la única fuente de migración para el continente entero.

Siguiendo estas suposiciones, investigadores de la Universidad de Harvard analizaron recientemente el genoma de indígenas de Sudamérica para compararlo con el de nativos polinesios, melanesios y de otras zonas de Oceanía. Entre otros antecedentes, los científicos contaban con el caso del hombre de Kennewick, un esqueleto encontrado en 1996 en dicha ciudad de Washington, Estados Unidos, cuya antigüedad ronda los 10 mil años y el cual, conforme se analizó, reveló un origen genético distante de los antepasados europeos que pudieron haber llegado por el Estrecho de Bering: varios indicios apuntaban más bien hacia las islas de Oceanía.

En este sentido, David Reich y otros colegas emprendieron el estudio comparativo mencionado y, en efecto, en el caso de personas pertenecientes a tribus del Amazonas y otras regiones de América del Sur, el genoma presenta menos material genético compartido con personas de origen asiático o europeo y más con individuos que actualmente habitan en las islas Andamán y Nueva Guinea.

Con todo, que el genoma de indígenas americanos tenga material genético tanto de Europa y Asia como de Oceanía plantea un dilema al respecto: es posible, en efecto, que esto sea prueba de que fueron varias las olas migratorias que poblaron el continente; sin embargo, también podría ser que el camino que siguieron algunas de estas fuera aún más sinuoso, al llevar a nativos austronesios y melanesios de las regiones tropicales a las boreales de Siberia y Chukotka, de donde pasaron junto con otros a América. Esta última idea, por complicada, podría ser improbable, pero no imposible.

¿Existirá un resto fósil que otorgue una respuesta definitiva?