Un vecino de una localidad Moncks Corner, Carolina del Sur, estaba paseando junto a su perro cuando vio una escena insólita.


Un aligátor que caminaba tranquilamente por el patio de una casa, llamó al timbre de la puerta con su pata, esperó un poco y, como nadie salió a abrirle, se retiró.

La dueña de la casa estaba en el trabajo, pero no debió de entristecerse demasiado cuando supo que se había perdido semejante visita.