La ilegal cárcel estadounidense de Guantánamo está de nuevo en el centro de la polémica: ha salido a la luz una nueva prueba de las torturas contra presos en esta prisión. Un ex recluso ha hablado sobre los experimentos que realizan allí los médicos norteamericanos.
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Una imagen de Guantánamo tomada por al Agencia AP, el 6 de junio de 2008.
El alemán de procedencia turca, Murat Kurnats, dijo al periódico alemán Berliner Zeitung "qué mal" se sintió después de que le pusieran una inyección habitual, hasta "me hizo vomitar". Según Kurnats, le hicieron tomar pastillas afirmando que era una medicina contra la malaria. Al tomar una de ellas se sintió sin fuerzas, empezó a sudar y sufrió dificultades respiratorias.

Las declaraciones del turco coinciden con los resultados de dos investigaciones realizadas indepedientemente por unos abogados estadounidenses y por la organización estadounidense de defensa de derechos humanos Truthout. Ambos informes revelan que durante años se han realizado experimentos médicos con los presos de Guantánamo. "Contra su voluntad y sin necesidad" los reclusos se veían obligados de tomar altas dosis de medicamentos.

En los archivos de ambos grupos que hicieron la investigación se contiene información que dice que a los presos de Guantánamo les daban mefloquine, un remedio profiláctico contra la malaria. Sin embargo esta enfermedad no se registra en Cuba, y los militares estadounidenses en Guantánamo nunca suelen tomar medicinas contra este mal. Además, la dosis diaria de la medicina superaba cinco veces la cantidad recomendada para una semana.

Otro obstáculo que reveló Kurnats en sus declaraciones es la falta de asistencia médica apropiada en el campo. Dijo que durante dos años sufrió un dolor agudo de dientes, pero no recibió ningun sedante ni tratamiento. A menudo sufrió dolores de cabeza: "A la petición de que me dieran una pastilla me solían contestar que si daba testimonios, recibiría la medicina e invitarían a un médico para que me ayudara".

Según Kurnats, algunos presos acordaban estas condiciones y después de ello recibían asistencia médica realmente.

Los datos de los defensores de derechos humanos y de testigos confirman que se aplican torturas a los prisioneros en esa cárcel,como ahogamiento, impedir que duerman, influir con sonidos muy altos, etcétera.

En noviembre de 2010 el expresidente estadounidense George Bush defendió públicamente el uso de interrogatorios con métodos violentos en la cárcel, insistiendo en que la información que se obtiene de esta manera ayuda a evitar atentados terroristas.

El segundo día de su Presidencia, en enero de 2009, Barack Obama prometió el cierre de la instalación presidiaria en un año. Estaba previsto terminar este proceso en enero de 2010. Sin embargo, el plan del presidente todavía no se ha realizado y la cárcel sigue abierta.

Durante la novena sesión del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, celebrada en Ginebra (Suiza) en otoño de 2010, los miembros del Consejo solicitaron el cierre inmediato de la cárcel de Guantánamo y la investigación de todas las acusaciones que tienen que ver con EEUU.

A finales de 2010 el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, declaró que la prisión en la base americana de Guantánamo no será cerrada en un futuro cercano. Argumentó problemas de carácter jurídico y legislativo que impiden transportar y mantener después a los presos.

Muchos de los detenidos nunca han sido juzgados. En 2009 el exjefe de la cancillería del primer secretario estatal de la Administración de George Bush, Colin Powell, declaró que la mayoría de los presos de Guantánamo son "gente absolutamente inocente".

"Si Guantánamo no cierra ahora, tememos que nunca cierre. Tememos que permanezca como un trágico y criminal monumento a la incapacidad del hombre de hacer lo correcto en los momentos críticos", dijo Frida Berrigan, de la organización Testigos Contra la Tortura, declaraciones que recogió la agencia EFE en el noveno aniversario de esta cárcel el 12 de enero de 2010.

EEUU usurpa ilegalmente la base de Guantánamo en Cuba desde 1903. Funciona como una cárcel para los presos especialmente peligrosos tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, con el mandato de George W. Bush. Desde 2002 permanecen, en su mayoría, participantes de la organización Al Qaeda y el movimiento Talibán detenidos durante las operaciones en Afganistán e Iraq, un total de 770 extranjeros. Ahora quedan 170 en Guantánamo.