Hay temas que por desgracia son recurrentes. La malaria es una enfermedad que afecta a millones de personas, sobre todo en África y sobre todo pobres. La buena noticia es que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) están reduciéndose las muertes y los nuevos casos pero en 2015 murieron 400.000 personas por ello. Una planta puede prevenir y curar la enfermedad pero NO se contempla su uso. Existe un fármaco pero es caro y a la vacuna se la espera pero no llega.
artemisia
Los datos de la OMS son claros: 400.000 muertes por malaria el año pasado y 214 millones de nuevos casos. Este organismo tiene un plan de combate milmillonario para los próximos lustros.

A día de hoy todo lo que se oferta como tratamiento de la malaria y sólo sirve para quien ya tiene la enfermedad, no para prevenir la enfermedad, es un medicamento que combina lumefantrina con extracto de una planta, Artemisia annua, una especie de ajenjo que crece en todo el mundo.

El nombre genérico del fármaco es Coartem y está fabricado por la farmacéutica Novartis. Se considera un tratamiento muy efectivo pero hay que tener en cuenta que como casi todos los medicamentos puede ofrecer también reacciones adversas graves. Y su precio es prohibitivo para el común de los ciudadanos africanos (entre 20 y 50 euros dependiendo de la zona).

En 1971, el año de mi nacimiento por cierto, los científicos demostraron que los extractos de artemisia eran antimalaria. Esta planta también tiene efecto antineoplásico.

Podría usarse en tratamientos contra el cáncer, dado que es selectivamente tóxico para las células cancerígenas y existen resultados preclínicos contra la leucemia.

De hecho, el premio Nobel de Medicina de 2015 se le concedió a la anciana doctora china YoyYou Tu, quizá muy tarde (a sus 84 años de edad), por documentar científicamente las bondades de la Artemisia annua en su uso contra la malaria.

Tu, científica médica y química farmacéutica, desempeña en la actualidad el cargo de directora de la Academia de Medicina China. Tras licenciarse en la prestigiosa Universidad de Pekín en 1955, se formó en medicina tradicional.

La artemisia se usa en China hace miles de años para las fiebres y gracias a eso la premiada pudo investigar hasta dar con un tratamiento. Disminuye de manera drástica la carga parasitaria del enfermo y por ello logra mejorías espectaculares.

Fue en las décadas de 1960 y 1970, durante los años de la Revolución Cultural, cuando Yu comenzó a investigar. El contexto internacional motivó que Mao promoviese en 1967 un programa secreto de investigación farmacológica para encontrar un tratamiento contra la malaria que ayudase a las tropas del aliado Ho Chi Minh en su guerra contra Vietnam del Sur, apoyado militarmente por Estados Unidos.

En la iniciativa, denominada Proyecto 523, participaron cientos de científicos chinos destinados a la reeducación rural. Tu se unió al proyecto a los dos años de iniciarse y lideró una de las líneas de investigación basada en los remedios tradicionales contra las fiebres.

Los científicos consultaron con sanadores ruralesy comprobaron la efectividad de numerosos extractos herbáceos que se utilizaban desde hace miles de años en la medicina tradicional para tratar los síntomas de la malaria.

Las propiedades de la artemisia figuraban en varios libros históricos de medicina china, como el Manual de prescripciones para emergencias, elaborado por Ge Hong en el siglo IV.

El equipo de la científica aisló la artemisinina a través de un proceso de extracción a baja temperatura que le daba mayor efectividad. Los primeros ensayos clínicos con animales demostraron que funcionaba. La propia Tu se propuso voluntaria para ser el primer sujeto de experimentación.

La malaria es una "enfermedad de pobres" y ello motivó que la OMS no respaldase las investigaciones sobre la artemisinina hasta casi entrado el nuevo siglo. La adquisición de la patente china de una mezcla de artemeter (derivado de la artemisinina) y lumefantrina (otro fármaco desarrollado en el país asiático) por Novartis a finales de la década de 1990 impulsó el tratamiento antimalaria en el mundo.

Lo cierto es que problemas políticos e intereses comerciales han retrasado mucho este tratamiento y se ha hecho bajo patente. Al final todo ese conocimiento milenario se concentra en un producto de una compañía privada que la OMS aceptó en julio de 2015. Hay que recordar que el laboratorio Novartis es uno de los que más donaciones ofrece a la Organización.

Viene todo esto a cuento de que hoy he visto un vídeo con una entrevista a Xavier Galindo, un pastelero de profesión que hace dos décadas decidió dejar todo y viajar a África a las zonas donde nadie llega y emprender proyectos de desarrollo y autosuficiencia con la asociación sin ánimo de lucro Cultivant Vida.

Es una bonita historia de entrega y solidaridad que merece la pena conocer. Galindo haplantado durante años artemisia en Gambia y asegura que en una semana tomando varias infusiones al día se cura la malaria. Es decir que si sintetizada funciona la planta directamente también... o más incluso.

Esto se ha probado en ratones con excelentes resultados. Dado que el medicamento está provocando resistencias parasitarias por su uso, varios científicos lo que han hecho esensayar con dosis administradas por vía oral de la planta seca y documentan una biodisponibilidad por este medio 40 veces superior a la del medicamento. Eso en un trabajo de 2102.

En 2015 se publicó otro estudio científico que reconoce que el fármaco es eficaz pero sus efectos son "efímeros" debido "a la inevitable evolución de parásitos resistentes". Y usaron la planta entera para demostrar que supera las resistencias parasitarias mucho mejor que el preparado farmacológico. Concluyen así que existen
razones poderosas para explorar aún más el papel de las formas no farmacéuticas para el tratamiento de la malaria humana".
Lo que me pregunto es porqué nunca se ha comprobado científicamente esto en humanos. No puede ser muy caro tampoco.

La experiencia sobre el terreno dice mucho pero de probarse con ensayos clínicos controlados sería un bombazo pues la población en países como Gambia es mayormente rural, cultivarla no es difícil y se dispondría de un remedio barato, efectivo y sencillo de utilizar, de por vida.

Cuando le preguntaron al investigador español Pedro Alonso -ahora director del Programa Mundial sobre Malaria en la OMS- sobre el Nobel de Tu dijo:
Me parece una noticia excelente en un momento muy oportuno para dar visibilidad a la lucha contra la malaria, que en los últimos 15 años ha logrado avances muy importantes. Además, creo que es un reconocimiento muy merecido y justo a la persona que fue la verdadera autora de este tratamiento, porque a veces otros se apuntan el tanto, pero en este caso se ha premiado a la científica que se lo merece".
Es necesario recordar que Alonso lleva años investigando junto con la OMS, la Fundación Bill y Melinda Gates (máximos financiadores privados de la OMS) y la farmacéuticaGlaxoSmithKline una vacuna contra la malaria que se les resiste. Como también hay que traer a estas líneas que hace ya 30 años el científico colombiano Manuel Patarroyo, del que Alonso fue discípulo, consiguió mejores resultados con otra vacuna para la malaria.

La vacuna estaría muy bien, claro. Pero visto tal despliegue de medios que hacen las citadas farmacéuticas, la OMS, la Fundación también mencionada, ¿no sería más racional y ético probar la eficacia y seguridad de la planta en personas con mayor interés si cabe tras los prometedores resultados comentados?