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Investigadores asocian este sismo con otro ocurrido el miércoles pasado. Los tsunamis aún son un misterio para la ciencia.

El sismo de Japón liberó 60 veces más energía que la bomba atómica arrojada en Hiroshima, según investigadores del Instituto Nacional Antártico (INA).

"El terremoto midió 8.9 grados en la escala Richter, 60 veces más que la energía que liberó la bomba atómica de Hiroshima", dijo Rodolfo del Valle, jefe de Ciencias de la Tierra, del INA.

Los terremotos pueden ocurrir en la unión entre las placas tectónicas (interplaca) o en las fallas que tiene una placa (intraplaca). También pueden darse por desplazamientos horizontales de las placas o verticales (subducción).

Éste último es el caso del sismo japonés, ya que ocurrió en la unión de la placa Pacífico y la Norteamericana, en la que se encuentra Japón. Esta placa se desliza por debajo de la Pacífico. El temblor fue provocado probablemente por la liberación de la presión acumulada en la unión de estas dos placas.

¿Antecedente?. El terremoto se produjo cerca del lugar de otro temblor que sacudió la zona el miércoles pasado, por lo que el sismo anterior puede haber sido un precursor, según la Agencia Meteorológica de Japón.

"No hay muchos casos en que un terremoto tan grande se produce justo después de un terremoto de magnitud 7. Este es un caso muy inusual", dijo un funcionario de la agencia.

El movimiento telúrico genera ondulación en el mar que se desplazan desde el epicentro por todo el océano.

En el mar profundo, las ondas de tsunami son bajas (no más de un metros) pero se desplazan a gran velocidad (hasta mil kilómetros por hora).

A medida que se acercan a la costa y el mar se hace menos profundo las olas disminuyen la velocidad pero aumentan su altura.

Japón está muy bien preparado para soportar temblores. Sin embargo, controlar los efectos devastadores de un tsunami es más difícil.

Los daños provocados por las grandes olas están directamente relacionados con las características de las costas, un factor más difícil de manipular que la construcción de los edificios.

Si las ondas se topan con un borde abrupto y alto, es más difícil que se produzca una catástrofe, mientras que una costa llana aumenta el efecto destructivo del tsunami.

Sin embargo, los tsunamis son tan difíciles de mitigar como de predecir su comportamiento.

Además de la topografía costera, inciden la superficie y profundidad del mar, la cantidad de olas que se generan y la extensión y orientación de la falla en la que ocurrió el sismo.

Durante el terremoto de Chile en 2010, el sistema de alerta de tsunamis falló en sus cálculos para predecir lo que ocurriría en las costas de Hawai.