Mantener una mente positiva y desprendernos de ideas limitadoras es bueno para nuestro bienestar.

higiene mental
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La higiene mental es un concepto utilizado para referirnos al conjunto de hábitos y estrategias gracias a las cuales nuestra mente está en armonía con el entorno en el que vivimos y las personas con las que nos relacionamos.

Así pues, tenemos higiene mental no ya cuando nuestro cerebro está "sano", sino cuando lo que hacemos y decimos encaja bien con la vida que queremos estar experimentando en un contexto determinado. Este fenómeno está relacionado con una autoestima alta, un autoconcepto adecuado y una manera de ver la vida que se aleja del estancamiento emocional y las creencias limitadoras.

La higiene mental y la importancia del contexto

A menudo pensamos en el bienestar psicológico como algo que depende enteramente del individuo. Es decir, algo que nace desde dentro de uno mismo de manera espontánea (o a través de la fuerza de voluntad) y que llega a recubrir por completo la experiencia vital de la persona en cualquier situación posible.

La idea de higiene mental, sin embargo, parte de una concepción más completa del bienestar psicológico y la calidad de vida, ya que se basa en la presuposición de que los seres humanos somos bio-psico-sociales.

Esto significa que, al igual que somos capaces de cambiar el entorno en el que vivimos, la interacción de nuestro cuerpo con el entorno también nos transforma. Así, el bienestar mental no es una calle en una única dirección, sino que tiene dos: lo que elegimos hacer y aquello que el contexto en el que vivimos nos devuelve.

En resumidas cuentas, la higiene mental consiste en un equilibrio emocional y cognitivo entre nuestras expectativas y lo que nos pasa en el aquí y el ahora. Por consiguiente, es muy aplicable a la hora de hablar de calidad de vida de forma holística.

Claves para aplicar la higiene mental

A continuación puedes encontrar una serie de consejos generales para poder tener higiene mental y disfrutar de sus beneficios. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que cada persona es un mundo y debes reflexionar acerca de cuál puede ser la mejor manera de aplicarlos a tu vida.
1. Cuestiónate tus expectativas
En ocasiones, buena parte del dolor emocional que nos produce nuestra vida viene de la existencia de unas expectativas poco razonables. Por eso es bueno preguntarse de dónde han llegado esas expectativas: ¿son fruto de la publicidad y del marketing? ¿Nos estamos comparando con personas a las que apenas conocemos y que fácilmente pueden ofrecer su mejor versión?
2. Despréndete de los imposibles
Otra clave para aplicar la higiene mental es reflexionar acerca de qué objetivos son, por definición, inalcanzables. Eso nos permitirá, en primer lugar, desprendernos de estas metas con mayor facilidad y, en segundo lugar, dirigir nuestra atención a objetivos estimulantes y realistas que estamos dejando escapar y que nos podrían ayudar a emprender una senda de desarrollo personal.
3. Cuida de tus relaciones
Párate a pensar sobre tus relaciones y si estas son simétricas o no. ¿Pasas mucho tiempo dedicando tiempo y esfuerzos a mantenerte cerca de gente que no te corresponde? ¿Deja pasar la oportunidad de estrechar lazos afectivos con gente para la que eres muy importante? La amistad y el afecto no son mercancías, pero merece la pena cultivarlas para el bien mutuo.
4. Piensa sobre tus necesidades básicas
Es difícil sentirse bien psicológicamente si las necesidades básicas no están cubiertas. Es por eso que para aplicar la higiene mental es necesario tener garantizada una buena alimentación, un hogar y las suficientes horas de sueño.

Este último factor, que muchas veces es ignorado, es fundamental para que nuestro cuerpo se repare (incluyendo nuestro cerebro, responsable de nuestra vida mental) y, por lo que respecta a la dieta, es importante tener claro que comer mucho no equivale a disponer de todos los materiales que nuestro organismo necesita para funcionar bien.
5. Practica la resiliencia
La resiliencia es la capacidad de afrontar situaciones de crisis que pueden poner en riesgo nuestra felicidad, como la muerte de un amigo o un despido. Practicarla implica aprender a distanciarnos de la lectura pesimista de la realidad que puede llegarnos de la mano de esas situaciones y ver nuestro presente y nuestro futuro con mayor perspectiva. Esta será una poderosa estrategia que alimentará nuestra higiene mental.
6. Márcate objetivos concretos
No hay nada que active tanto nuestra mente como una serie de objetivos que tengan un significado para nosotros. Marcarse metas bien delimitadas nos permitirá mantenernos activos a la vez que ejercitamos nuestro ingenio y nuestra gestión de las emociones para que, trabajando de manera coordinada, nos permitan llegar a donde queramos.

Además, el hecho de marcarse unos días límite ayuda a combatir la procrastinación (o el síndrome de "ya lo haré mañana").
7. Practica la atención plena
Gestionar los descansos y los momentos de relajación es imprescindible para aplicar la higiene mental; no podemos estar siempre dándole vueltas a lo mismo o realizando las mismas actividades frenéticas. Descansar del trabajo y de las responsabilidades nos permitirá liberar nuestra mente y romper con los pensamientos en bucle.

Esto puede ser conseguido mediante la meditación o el Mindfulness. Y, si realizamos esto en ambientes muy calmados y naturales que no contengan referencias a nuestras obligaciones, mucho mejor.