Hasta antes de la aprobación por parte de la OMS del cannabidiol (CBD) como compuesto medicinal, se cernían todavía dudas sobre la legalidad del uso de este compuesto presente en la planta de la marihuana Cannabis sativa L.
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Con esta medida, el uso de este componente puede ahora ser regulado y estandarizado por las farmacéuticas. Esto puede parecer conveniente al consumidor a primera vista, pero tiene ventajas como desventajas, como veremos más adelante.

Nuestra intención es informar sobre el uso médico de variedades de plantas con alto contenido en CBD y bajo contenido de tetrahidrocannabinol (THC), con escasa actividad psicoactiva, y que constituyen una alternativa válida y prometedora para tratar decenas de enfermedades, de acuerdo a cientos de estudios. En este artículo de ninguna manera promovemos el uso de la marihuana como planta de uso recreativo.

La planta de marihuana es empleada desde hace siglos por sus conocidas propiedades beneficiosas para la salud, entre las que se encuentran las anticancerígenas, antieméticas, antiepilépticas, y la mejora de la calidad de vida en personas con esclerosis múltiple, entre muchas otras. Esto se debe primordialmente a la presencia de componentes llamados cannabinoides; moléculas de una misma familia que tienen afinidad por los receptores endocannabinoides en el cuerpo humano.

Dentro de decenas de cannabinoides presentes en la planta, dos de ellos son los más abundantes: el CBD y el THC. El último está relacionado con las propiedades eufóricas y sedativas debido a su gran afinidad por los receptores antes mencionados, y es también el posible responsable de los efectos más negativos cuando se emplea la planta de forma recreativa.

La medicina alopática tradicional se rige por protocolos estandarizados creados generalmente por estudios de grupos de investigación, pero sobre todo por aquellos protocolos que tienen amplia difusión y que han sido desarrollados y validados por las empresas farmacéuticas. Es entendible que toda sustancia terapéutica deba ser administrada en dosis precisas y con ingredientes de pureza conocida, para llevar un control sobre la respuesta terapéutica. Ésta es la ventaja de tener componentes activos aislados y estandarizados y sería la gran ventaja de emplear de forma separada el CBD.

Como es frecuente en el caso de las medicinas naturales, se puede encontrar que un componente principal farmacológicamente activo tiene efectos aditivos o incluso sinérgicos con otros ingredientes secundarios. Esto se ha observado, por ejemplo, en un estudio comparativo sobre la analgesia en ratones, donde se empleó el CBD puro y plantas enteras, y el seguimiento se hizo a través de la medición de marcadores típicos de la inflamación.

Cuando se empleó el CBD puro como analgésico y antiinflamatorio, se encontró que el intervalo de dosis terapéutica era bastante estrecho, con una respuesta del tipo de campana. Esto quiere decir que se alcanza un tope de respuesta con una dosis muy precisa. Sin embargo, cuando se empleó la planta entera, de una variedad llamada Cannabis 202 que contiene CBD y un bajo contenido de THC - además de componentes como cannabicromeno (CBC), cannabigerol, trazas de cannabinol (CBN), cannabivarol y otros fitoquímicos como terpenos- la respuesta fue dosis dependientes. Es decir, fue más fuerte a mayor cantidad del extracto de la planta empleada, alcanzándo finalmente una meseta terapéutica, lo que la hace conveniente para su administración cuando se requiere un efecto más pronunciado.

En el segundo caso, los resultados permiten un uso menor de los componentes activos y reducen el riesgo de efectos secundarios. Bien sea dicho de paso, los efectos secundarios sí existen; sobre todo cuando se fuma la planta por un tiempo prolongado, y que se han hecho más frecuentes a medida que el uso indiscriminado de la planta se ha extendido. Entre los efectos secundarios están los vómitos y el dolor estomacal incontrolable en personas que la fuman por tiempo prolongado. Es importante mencionar que no todos los cuerpos responden igual a un mismo agente terapéutico, por lo que la evaluación individual es de suma importancia y debe ser llevada a cabo por profesionales médicos.

Otros estudios han encontrado también este efecto sinérgico con el THC en la inhibición del dolor neuropático y del crecimiento del cáncer de próstata. No es de esperar que haya muchos estudios con la planta completa porque eso no repercute en beneficios para las farmacéuticas.

Ahora que la OMS aboga por el uso del CBD aislado, principalmente para evitar los efectos psicoactivos, se estarían desaprovechando los posibles efectos benéficos de la planta completa. No nos referimos aquí específicamente al THC, sino a toda una gama de compuestos presentes en la planta.

Lo mismo hicieron con la stevia hace años. Se aisló el ingrediente que otorga el sabor dulce para comercializarlo y fueron removidos otros componentes que según algunos estudios tienen propiedades antidiabéticas. ¿Cuál fue la consecuencia de esto? Que la mayoría de los productores se decantan por vender sus cultivos a las grandes compañías que pagan bien por ello, y adquirir la planta se hace más complicado para el consumidor que la quiere usar completa. Aunque parezca trivial, no todo el mundo dispone de espacio, tierra y tiempo para cultivar algunas plantas en casa. Resultado final: es más fácil y conveniente adquirirla ya pre-procesada.

Con esta decisión de la OMS, el próximo paso para capitalizar el uso de la marihuana sería declarar el uso medicinal de la planta completa como ilegal, o bien crear impedimentos fuera de la ley, incluso en lugares donde tiene estatus legal, ya que las farmacéuticas no pueden patentar una planta entera. Pero bajo la excusa del uso recreativo y las efectos secundarios nocivos, todavía podrían producir análogos sintéticos a las moléculas encontradas en el producto natural, patentarlos y lucrar con ellos.

Fuentes