trump aipac
Poco antes de Navidad, hubo una fuerte erupción de metano en el pantano de Washington, debido a la "revelación" de que Obama había frenado una investigación de una década de duración de la Agencia Antidrogas de los Estados Unidos (DEA), sobre un negocio global de cocaína, supuestamente dirigido por nada menos que Hassan Nasrallah, el Secretario General del movimiento de resistencia libanés Hezbolá. El objetivo de la administración de Obama era "apaciguar" a los iraníes y asegurar el "acuerdo nuclear con Irán" a principios de 2016.

Aunque los medios de comunicación estadounidenses no llegaron a sugerir que el ex presidente de Estados Unidos lo hizo porque es un comunista empedernido musulmán de corazón, ese sentimiento sin duda estuvo en el aire cuando el New York Post rugió por el "ensordecedor silencio mediático" que siguió a la "revelación" y Bloomberg vociferó acerca de que Obama diseminaba "hechos alternativos". Este episodio, por lo menos, representó un giro breve aunque llamativo en las apuestas mediáticas para el liberal favorito de los globalistas.

Sin embargo, como con todo aquello que surge de Washington DC, la "revelación" equivalía a un montón de basura. El informe "bombazo" de Político del 20 de diciembre, reveló supuestamente "el trasfondo secreto de cómo Obama dejó a Hezbolá escaparse", "en una investigación de la DEA de 8 años de duración desde 2008-2016...":
"Usaron escuchas telefónicas, operaciones encubiertas e informantes para trazar mapas de redes ilícitas, [...] siguieron envíos de cocaína, algunos de América Latina a África occidental y luego a Europa y el Oriente Medio, y otros a través de Venezuela y México a los Estados Unidos. Rastrearon el curso del río de dinero sucio mientras era lavado a través de compras de automóviles estadounidenses usados y su envio a África, entre otras tácticas".
Por desgracia, nunca averiguaron quién o qué dirigía este alboroto porque la segunda administración de Obama terminó progresivamente la investigación. Fuentes anónimas le dijeron al político Josh Meyer que "creían" que Hezbolá estaba en el centro de esta red, y luego especularon que Obama rechazó la investigación como un quid pro quo para garantizar "el acuerdo con Irán", lo que es, por supuesto, otra farsa de proporciones épicas.

Recuerden que el "acuerdo iraní", que tanto reprende Trump, es un acuerdo para que Estados Unidos suavice las sanciones que le ha impuesto a Irán, para que el país pueda industrializarse, desarrollar su economía y salir de la camisa de fuerza artificial y recesiva en la que Estados Unidos lo puso, a cambio de que Irán acepte no fabricar armas nucleares.

Trump balbucea acerca de cómo esto es "malo para Estados Unidos de América" sin explicar por qué. La razón por la que no lo explica es porque el trato no es malo para Estados Unidos, sino para Israel. Y es malo para Israel, no porque podría resultar en que "lo borren del mapa", sino porque eventualmente conduciría a que se imponga el orden natural subyacente en Medio Oriente. El orden en el que Irán sería poderoso y el nexo hipócrita entre Israel, Arabia Saudí y las Monarquías del Golfo (con la ayuda del creciente alcance militar de Estados Unidos) ya no llevaría la voz cantante en la región.

Nadie debería dudar de que el dinero del narcotráfico para armas atraviesa el Líbano. El proyecto Cassandra (como se denominó a esta "investigación ultrasecreta") sin duda esbozó grandes redes delictivas mundiales, de las cuales una parte o la totalidad puede rozarse con Hezbolá, y quizás incluso lavarse a través de ellos. Pero sostener eso como una "carta" contra los iraníes no es una buena jugada, sino un engaño, y los iraníes lo señalaron.

Incluso el nombre de esta "operación sigilosa" lo revela: Cassandra, la figura mitológica "maldecida para decir verdaderas profecías que nadie creía"; como, por ejemplo, que Israel es la única democracia en Medio Oriente y que "Irán es el diablo, pero nadie nos creerá".

Es posible que los estadounidenses se traguen estas cosas, pero todo el mundo sabe que investigar a Hezbolá por dirigir un negocio global de cocaína es como investigar a la Iglesia Ortodoxa por dirigir una red de prostitución infantil. Seguro que habrá una o dos manzanas podridas, pero el Patriarca no es un jefe criminal que supervisa el secuestro de niños a escala industrial.

La insinuación (porque eso es todo lo que es) de que Hezbolá es una organización narco-proxeneta es obviamente una insinuación que Israel quiere venderle a Washington (a través de su poderoso lobby o grupo de cabildeo) y a cualquier otro sitio que quiera comprarla. Israel no odia a Hezbolá porque amenaza con superarlo en los mercados de drogas ilícitas. Israel odia a Hezbolá porque es una organización de autodefensa popular espectacularmente exitosa que le pateó el trasero cuando invadió el Líbano en 2006. Y está más fuerte que nunca frente a los mercenarios aliados de Israel en la región.

No, la razón plausible por la que el gobierno de Obama descarrilaría una investigación de la DEA es que el dinero se conecta inevitablemente con Wall Street y otras guaridas occidentales de la escoria y la maldad. Así que el truco político no radica en que Obama protegió a Hezbolá, sino en que Obama protegió a los sospechosos habituales bajo la falsa lógica política de que quería negociar con los iraníes. Y si les dijo a los iraníes que "miraría para otro lado" con respecto a "todo ese rollo", me gustaría imaginar que ellos respondieron, de manera diplomática por supuesto: "¿De qué estás hablando, imbécil?".

Esta "bomba de cocaína de Obama", al igual que la propia cocaína que se introduce en el país, ha sido insertada en la mezcla para el consumo interno estadounidense. Al venir después de que Trump jugara la carta de Jerusalén a principios de diciembre, este reporte le otorga un poderoso apoyo judío al asediado presidente de EEUU para que los medios de comunicación lo dejen en paz, y la caza de brujas del Russiagate se extinga.

Jeff Sessions, el Procurador General, inmediatamente señaló que investigaría la "perfidia" de Obama, lo cual es excitante, pero no esperen que eso vaya a ninguna parte. La "revelación" ha reducido un poco el estatus de deidad liberal de Obama, pero el resultado más concreto hasta ahora ha sido el llamado unánime a un cambio de régimen en Irán esta semana. ¿Significa eso que se trata de una operación "dos por uno" de los israelíes, una operación del tipo "nosotros te rascamos la espalda, tú nos la rascas a nosotros"? El momento parece bastante coincidente.

Las protestas en Irán pueden o no haber sido espontáneas, y pueden o no convertirse en algo que destruya el régimen. Pero lo más destacable en este punto es el coro bipartidista (me atrevería a decir armonioso) de flatulencias que sale de Washington cuando todos los bandos claman por la sangre de los mulás. Diga lo que quiera sobre el lobby de Israel y su obsesión por atacar a Irán, pero puede que sea lo único que mantenga unida a la política estadounidense, que de otro modo estaría lisiada.