El reciente apoyo de funcionarios del gobierno de Estados Unidos y de los medios de comunicación estadounidenses a los manifestantes en Irán (o mejor dicho, el reciente ataque al gobierno iraní, donde incluso se llega a sugerir que se arme a la oposición iraní con el objetivo de un cambio de régimen), contrasta fuertemente con su silencio frente a unas elecciones claramente fraudulentas y las manifestaciones masivas en Honduras. Desde las elecciones, 30 personas han muerto en operaciones policiales y 800 han sido detenidas.
Honduras demonstration US flag
© ReutersLos partidarios del candidato opositor Salvador Nasralla queman la bandera estadounidense mientras participan en una marcha de protesta contra los resultados de las elecciones generales hondureñas en San Pedro Sula, Honduras.
El sábado, unas 80.000 personas marcharon en San Padro Sula, la segunda ciudad más grande del país, en contra de la reelección del presidente respaldado por Estados Unidos Juan Orlando Hernández y a favor del candidato opositor Salvador Nasralla, quien fue casi con toda seguridad el legítimo vencedor de las elecciones. Los manifestantes convocaron una huelga nacional, amenazaron con boicotear la investidura de Hernández y bloquearon carreteras y aeropuertos. La Policía Nacional Hondureña y la policía militar de élite (que son responsables de atacar a los manifestantes pacíficos y castigarlos colectivamente con gas lacrimógeno en sus casas) han estado recibiendo hasta 114 millones de dólares de los Estados Unidos en concepto de apoyo a la seguridad desde 2009.

Números mágicos

Un día antes de las elecciones generales del 26 de noviembre, The Economist reveló el contenido de una grabación, aparentemente de una sesión de capacitación para miembros del Partido Nacional de Hernández que iban a estar presentes en las mesas electorales. El líder de la sesión aboga por cinco "estrategias" o "técnicas" para manipular los votos, que incluyen obtener o comprar las credenciales de los trabajadores electorales de los partidos más pequeños, permitir que los votantes del Partido Nacional votaran más de una vez, estropear las papeletas de votos de los partidos de la oposición, llenar las papeletas restantes y dañar el código de barras en las hojas de recuento que registraban una mayoría para la oposición.

El presidente del Tribunal Supremo Electoral (TSE), David Matamoros Batson, también es el ex secretario general del Partido Nacional. No es de extrañar que el TSE haya tenido un papel esencial para que Hernández fuera designado electo. Mientras que después de las elecciones presidenciales anteriores el TSE dio a conocer los resultados preliminares cuando habían contado él sólo el 25% de las papeletas y tan temprano como a las 6 de la tarde del día de las elecciones, esta vez esperaron hasta que se contaran más del 57%, a medianoche, momento en el que dieron un 5% de ventaja al candidato opositor Salvador Nasralla. El TSE decidió entonces desviarse del procedimiento normal y se abstuvo de publicar más resultados durante 36 horas sin ofrecer ninguna explicación convincente.

Eventualmente, Matamoros anunció que estaba esperando 6.000 registros perdidos en las mesas electorales. Dos horas más tarde, sin embargo, cambió la cifra a 7.500. Por su parte, otro magistrado del tribunal electoral, Marcos Ramiro Lobo, dijo a Reuters que las papeletas escrutadas representaban en realidad el 70% y que el 5% de ventaja que tenía Nasralla fue considerado por el organismo electoral como "irreversible". Sin embargo, cuando el TSE reanudó la publicación de resultados, la ventaja de Nasralla disminuyó progresivamente. Para cuando el 95% de los votos fueron contados, Hernández había llegado milagrosamente al 42.9%, por encima del 41.4% de Nasralla, contra todas las probabilidades estadísticas.
Salvador Nasralla Honduras demonstration
© Getty ImagesSalvador Nasralla se dirige a la multitud en San Pedro Sula durante la protesta contra la reelección de Juan Orlando Hernández.
Apenas dos días después de las elecciones, el secretario de Estado Rex Tillerson certificó que el gobierno hondureño había estado luchando contra la corrupción y apoyando los derechos humanos, despejando el camino para obtener más ayuda en efectivo e implícitamente aceptando los resultados por adelantado. Días después, y poco después de que la Comisión Electoral declarara vencedor a Hernández, el Departamento de Estado estadounidense emitió una declaración felicitándolo, a pesar de las conocidas irregularidades y el caos en las calles.

El apoyo del gobierno de Estados Unidos llega a pesar de una carta al presidente Donald Trump escrita por veintisiete representantes estadounidenses que denunciaba que las fuerzas de seguridad hondureñas disparaban con "munición real contra civiles que protestaban por fraude electoral", torturaban a personas y detuvieron ilegalmente a más de 1.500, además del hostigamiento a periodistas. La Organización de los Estados Americanos adoptó una postura similar:
La organización había encargado a Irfan Nooruddin, profesor de la Walsh School of Foreign Service de la Universidad de Georgetown, que analizara los controvertidos resultados de las elecciones.

El análisis de siete páginas de Nooruddin concluyó: "Rechazaría la proposición de que el partido nacional ganó las elecciones legítimamente".

Su conclusión coincidió con los informes sobre la misteriosa desaparición de la ventaja inicial de Nasralla.
El Secretario General de la OEA, Luis Almagro, emitió una declaración en la que dijo que era imposible determinar un ganador dado que había "intrusión humana deliberada en el sistema informático; eliminación intencional de rastros digitales; la imposibilidad de saber cuántas veces se violó el sistema; casos de papeletas electorales abiertas o sin registros electorales; extrema improbabilidad estadística con respecto a los niveles de participación". Por lo tanto, la OEA está pidiendo que se repita la votación. Aun así, el TSE declaró que Hernández era el ganador el 17 de diciembre.

El movimiento Indignados se moviliza esta noche en la Embajada de los Estados Unidos en Tegucigalpa y arroja basura a las puertas de la Embajada para denunciar el papel que el Encargado de Negocios de los Estados Unidos, Heide Fulton, y el Departamento de Estado estadounidense, han desempeñado al apoyar el fraude y la violación de los derechos humanos en Honduras.
Nuestro hombre en Honduras

El ejército matón de Estados Unidos siempre ha estado listo y dispuesto para someter a Honduras. Entre 1903 y 1925, los marines estadounidenses fueron enviados al país siete veces. Estas intervenciones extranjeras coincidieron con levantamientos populares que protestaban contra el gobierno corrupto que confiscaba regularmente tierras campesinas y las entregaba a empresas extranjeras. Más tarde, a lo largo de los años de Reagan, Honduras fue utilizada como base para los "Contras" nicaragüenses entrenados por la CIA, cuyo propósito era derrocar al gobierno sandinista de Nicaragua usando tácticas terroristas. Los oficiales del ejército hondureño fueron entrenados en Estados Unidos y detentaron el poder de facto frente a funcionarios electos.

La situación no cambió hasta 2006, cuando José Manuel Zelaya Rosales fue elegido presidente. Aunque era un conservador moderado, sus reformas en materia de educación pública y ayuda directa a los pobres enfurecieron a la derecha. También intentó transferir el poder de los militares a la presidencia haciendo campaña para cambiar la Constitución y permitir un segundo mandato. Como resultado de sus esfuerzos, Rosales fue secuestrado en pijama en 2009 y llevado en helicóptero a Costa Rica después de hacer una parada en la base aérea estadounidense de Palmerola. En lugar de denunciar el golpe de Estado, el Departamento de Estado estadounidense se confabuló con los golpistas y reconoció la "legitimidad" de las elecciones posteriores, algo que la mayoría de los demás países latinoamericanos se negaron a hacer. Olvidando que Zelaya ya era el presidente legítimo de Honduras, la entonces secretaria de Estado Hillary Clinton escribió en sus memorias:
"Nos planteamos un plan para restaurar el orden en Honduras y asegurar que se pudieran celebrar elecciones libres y justas de manera rápida y legítima, lo que haría que la cuestión de Zelaya fuera irrelevante".
Esta admisión tácita de apoyo al golpe fue luego borrada en la versión de tapa dura del libro de Hillary, Hard Choices. Los cables del Departamento de Estado publicados por Wikileaks confirman que EE.UU. no tenía intención de interceder a favor de la democracia en Honduras, así como tampoco tiene intención de hacerlo ahora.

Juan Orlando Herández Honduras
© Orlando Sierra/AFP/Getty ImagesLa gente participa de un mitin en apoyo al presidente hondureño Juan Orlando Hernández en Tegucigalpa, el 5 de noviembre.
Es más que irónico que la excusa para el golpe de Estado de 2009 haya sido el referéndum propuesto por Zelaya para cambiar la Constitución y permitir la reelección presidencial, mientras que Hernández está a punto de gobernar el país por un segundo término a través de una elección amañada. A juzgar por el apoyo que Hernández ha recibido tanto de la administración de Obama como de la de Trump, las preocupaciones en torno a la democracia y los derechos humanos están muy lejos de las mentes estadounidenses. Un artículo de Daniel Runde en Foreign Policy ilustra este punto:
Estados Unidos se juega mucho en las elecciones de Honduras

Centroamérica no es irreparable, pero no hay mucha gente buena con la que podamos trabajar en este momento.

Honduras tiene elecciones presidenciales este mes. El presidente favorable a Estados Unidos, Juan Orlando Hernández, busca la reelección y lleva la delantera en las encuestas. Una victoria de Hernández no sólo sería buena para Honduras, sino también para la región y para Estados Unidos. Washington ha invertido mucho dinero en Centroamérica para ayudar a cambiar la situación económica y de seguridad. Además, dado los malos intermediarios en Guatemala y El Salvador, perder a Hernández sería un verdadero revés. [...]

Sin embargo, varios procesos de alto perfil en materia de derechos humanos han dificultado que el Congreso de Estados Unidos preste asistencia a la región. El asesinato de la activista Berta Cáceres en Honduras es una tragedia y los perpetradores deben ser llevados ante la justicia.
Runde no menciona que, un mes antes de su muerte, Berta Cáceres (una activista por los derechos humanos y el medio ambiente y franca crítica al gobierno de Hernández) afirmó que la fuerza policial de elite TIGRES era una "presencia hostil y agresiva" que ocupaba su comunidad rural local, donde Cáceres organizó protestas contra un proyecto de represa hidroeléctrica. Se ha denunciado la participación directa de TIGRES en su asesinato.

Tampoco se menciona la posible implicación de Hernández, o al menos de sus socios cercanos, en el narcotráfico y la corrupción. Devis Leonel Rivera Maradiaga, el exlíder del cártel de los Cachiros, dijo a un tribunal federal en Nueva York que se reunió con el hermano de Hernández para cerrar contratos para una empresa de lavado de dinero. Esto se puso de manifiesto en el contexto del caso de Favio Lobo, que intentó contrabandear cocaína de Honduras a los Estados Unidos. Lobo es hijo del expresidente Porfirio Lobo Sosa, aliado de Hernández y el hombre que gobernó el país después del golpe de Estado de 2009.
Honduras cocaine drug dealers narcotraffic
© Orlando Sierra/AFP/Getty ImagesAutoridades incineran una carga de cocaína que fue incautada a dos colombianos navegando a lo largo del Caribe, en Tegucigalpa, el 11 de julio de 2017.
En un juicio diferente, José Santos Peña, narcotraficante mexicano, reveló que se había reunido con el jefe de la fuerza TIGRES y jefe de seguridad del gobierno de Hernández, Julián Pacheco, para discutir el traslado de la cocaína a través de Colombia y Honduras hacia Estados Unidos. Fue Fabio Lobo quien los presentó. Pacheco, graduado de la escuela militar estadounidense School of the Americas, sigue en su posición de supervisar a las mismas fuerzas de seguridad encargadas de reprimir a los manifestantes en las calles.

Además, un informe de Global Witness, y otro de Carnegie Endowment for International Peace, reveló evidencia condenatoria de corrupción sistemática en el Partido Nacional de Hernández.

Esto no ha impedido que Hernández viaje a Washington para reunirse con el presidente Trump y el vicepresidente Pence. Él es cercano al jefe de personal de la Casa Blanca, John Kelly, quien lo considera un "gran tipo" y un "buen amigo". La prueba de que está bien dispuesto a cumplir con la agenda de Estados Unidos en Centroamérica se ve en la reciente votación de la ONU que condena la decisión de Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén. Honduras votó en contra.

La negación implícita de los verdaderos agravios del pueblo hondureño que manifiesta EE.UU. con el silencio y su apoyo a un presidente corrupto y a los represivos y corruptos gobiernos anteriores, resalta la hipocresía y el doble rasero de un imperio global que sólo se interesa por la democracia y los derechos humanos cuando tal discurso se ajusta a su agenda intervencionista, como en Irán, por ejemplo.