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Cómo se retrata Rusia a los niños holandeses en los libros escolares de hoy.
Los psicólogos dicen que toda guerra comienza en los corazones humanos, con la deshumanización del oponente. El triste estado actual de las relaciones de Rusia con los EE. UU. y la UE se caracteriza precisamente por eso: la deshumanización.

La forma moderna de negación occidental de las cualidades humanas de un oponente es hacer que no tengan el derecho de expresar sus puntos de vista a través de los medios de comunicación globales, celebrar votaciones que Occidente no aprueba o incluso participar en eventos deportivos internacionales. Este artículo examinará las distintas formas de esta negación.

La incursión de Clapper en la genética

Hay algunas formas anticuadas de deshumanización, cuando un oponente es declarado "genéticamente" inferior o peligroso. Cuando el ex director de Inteligencia Nacional James Clapper habló el año pasado sobre "las prácticas históricas de los rusos, que típicamente son casi genéticamente impulsados a cooptar, penetrar, ganar favores o lo que sea, que es una técnica típica rusa", él utilizó exactamente ese viejo método.

El propio Clapper estaba visiblemente descontento con su discurso y probablemente recibió una reprimenda moral de sus curadores, no por la esencia, sino por la forma de su ataque a los rusos. En el mundo moderno, hay muchas maneras de demonizar a tu enemigo sin usar insultos étnicos. Pero, ¿acaso son mejores los otros tipos de "demonización grupal" (o, de hecho, deshumanización)? Uno de los métodos más sutiles de tal deshumanización hoy en día es negarle a un oponente ciertas credenciales de grupo, poniendo en duda su estatus como periodista, soldado, ciudadano, etc. Esto también ayuda a evitar acusaciones de racismo. Así que Clapper probablemente debería aprender de los demonizadores europeos más sutiles.

¿Subperiodistas?

russophobia
Cómo Rusia fue representada a las generaciones pasadas.
Aquí hay un ejemplo. A principios de enero, el presidente francés Emmanuel Macron hizo un llamado a la vigilancia contra los "falsos periodistas" cuando se dirigía a una multitud de medios de comunicación leales.

"Ustedes, los periodistas, son las primeras víctimas de esta propaganda. La propaganda imita su tono de discurso, incluso puede adoptar sus formatos, usa su vocabulario. A veces, incluso puede reclutar empleados entre ustedes. Muy a menudo, está financiada por ciertas democracias antiliberales a las que condenamos cada día. Se propaga, se vuelve banal y aceptada, y al final prospera en la confusión que nosotros mismos hemos ido aceptando", dijo.

Macron no nombró a Rusia directamente, pero la gente familiarizada con sus declaraciones anteriores podía darse cuenta de que al menos una de las "democracias antiliberales" a las que se refería era Rusia. En 2017, Macron incluso ordenó que se negara la acreditación a RT y Sputnik para eventos en los que él participase durante su campaña electoral.

La tradición de negar las cualidades humanas esenciales a los presuntos rivales rusos tiene una larga historia en Francia. Jules Michelet (1798-1874) fue un historiador francés especializado en lo que los estrategas de la OTAN llamarían hoy "la protección de Polonia contra la agresión rusa". Michelet lo hizo mediante la idolatría de un héroe del levantamiento polaco de 1794 contra Rusia, Tadeusz Kosciuszko, y la denigración de sus enemigos. En un panfleto titulado "Polonia y Rusia: la leyenda de Kosciuszko" (1851), Michelet describió a los rusos como criaturas que todavía no habían llegado a hacerse completamente humanas: "No son todavía seres humanos, estas criaturas con sus delgados ojos de lagarto... Carecen de un prerrequisito esencial de la humanidad: el sentido de la moralidad, la capacidad de distinguir el bien del mal... Mienten inocentemente y roban inocentemente, y mienten y roban todo el tiempo".

"Se ven como humanos"

Hay cierta similitud entre la manera en que Macron describe a los "falsos periodistas" y la forma en que Michelet describe a los "falsos humanos". Ambos grupos demonizados son acusados de parecerse a los humanos, pero no son realmente humanos, y se les niega la capacidad de tomar decisiones morales conscientes, "de distinguir el bien del mal". Se supone que esto pone a los "europeos" (que obviamente pueden distinguir el bien del mal) en una posición de superioridad moral sobre los rusos. Y no sólo sobre los rusos étnicos, sino también sobre los occidentales que se muestran comprensivos hacia los rusos. La superioridad moral es una posición típica y confortable para los críticos de Rusia en la UE, que han empujado el tema de la "diferencia de valores" entre Rusia y la UE hasta el punto del racismo.

"El racismo es omnipresente en la sociedad en la que vivimos", dijo al autor de este artículo Immanuel Wallerstein, famoso sociólogo estadounidense y fundador de la teoría de los sistemas del mundo, durante su reciente visita a Moscú. "En el pasado, los racistas se jactaban de una herencia biológica y genética más rica. Cuando esto se volvió indecente, los racistas presumían de tener culturas más antiguas y ricas. Cuando esto también empezó a sonar absurdo, los racistas empezaron a decir que tienen mejores valores morales que los grupos supuestamente inferiores. Pero la fuerza impulsora detrás de todas estas comparaciones es la misma: el racismo".

En la actualidad, este racismo "basado en valores" se utiliza a menudo con fines políticos. La saga del Russiagate en curso es un ejemplo perfecto de tal uso. Al final, la diatriba de James Clapper acerca de que los rusos son "genéticamente impulsados a cooptar, penetrar y ganar favores" tenía como objetivo transmitir el mensaje tan necesario sobre la supuesta intromisión de Rusia en las elecciones de EE. UU.: "Si ponen eso en contexto con todo lo demás, sabíamos que los rusos iban a interferir en las elecciones... Estábamos preocupados".

Paralelos históricos alarmantes

Esta posición de superioridad moral frente a los oponentes (no necesariamente rusos), que los líderes europeos y estadounidenses modernos se atribuyen a sí mismos en algunos de sus aspectos, nos recuerda las páginas más oscuras de la historia occidental. No debe olvidarse que los nazis alemanes negaron la naturaleza humana de las personas opuestas a su régimen. Aquí está el famoso extracto del manual entregado a los militares de las SS durante la Segunda Guerra Mundial: "Un infrahumano es sólo por apariencia biológicamente similar a los humanos, en realidad es una creación de la naturaleza muy diferente. Tiene manos, pies, una especie de cerebro, ojos y boca, pero espiritual y psicológicamente está más alejado de nosotros que cualquier animal... No todos los que tienen apariencia humana son realmente humanos. ¡Ay de aquéllos que lo olvidan!" (Fuente: Walther Hofer, Nationalsozialismus. Dokumente 1933-1945, Frankfurt am Main, 1959, p. 280.)

Ciertamente, el nuevo racismo "basado en valores" del Occidente moderno no es tan crudo y brutal como lo fue el nazismo alemán: los políticos de hoy en día prefieren evitar calumnias étnicas abiertas y están actuando conforme a los lineamientos más suaves de declarar que ciertas personas no son admisibles para ciertas actividades. Sólo en las últimas semanas, ciertos grupos de rusos y sus simpatizantes fueron declarados por funcionarios occidentales como no admisibles para el periodismo, para los Juegos Olímpicos (de unos 500 atletas rusos que se habían estado preparando para los Juegos de Invierno, sólo 169 fueron admitidos por el Comité Olímpico Internacional para ir a Corea del Sur) y para el comercio internacional.

El Departamento de Estado estadounidense no oculta que su objetivo es disuadir a los gobiernos extranjeros de interactuar con las empresas rusas de la industria de defensa.

"Hoy, hemos informado al Congreso que esta legislación y su implementación están disuadiendo las ventas de la defensa rusa", dijo la portavoz del Departamento de Estado Heather Nauert en una declaración el lunes. "Desde la promulgación de la legislación CAATSA [el Acta para Contrarrestar a los Adversarios de EE. UU. a través de las Sanciones], estimamos que los gobiernos extranjeros han abandonado las compras planeadas o anunciadas con un valor de varios miles de millones de dólares en adquisiciones de defensa rusa".

La política de denegación de admisibilidad

Pero la cúspide de esta política de "denegación de admisibilidad" para los rusos es la reciente resolución de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (PACE, por sus siglas en inglés), "Sobre las consecuencias humanitarias de la guerra en Ucrania". De hecho, la resolución negó los resultados del referéndum de Crimea, celebrado en 2014, sobre la reunificación de la península con Rusia. La mayoría rusa de Crimea, según la opinión de la PACE, aparentemente no tenía derecho a decidir sobre su futuro.

El documento declara que Crimea es un "territorio ocupado" y pide el ataque del ejército ucraniano contra las regiones rebeldes de habla rusa en el este del país (Donbás), que se negaron a reconocer el régimen autoimpuesto después del Maidán en Kiev, "la guerra rusa contra Ucrania". El hecho de que el ejército ucraniano en 2014 haya utilizado la aviación y golpeado ciudades densamente pobladas, matando a miles de civiles en las zonas que habían votado predominantemente a favor del derrocado presidente, Víktor Yanukóvich, no causó ninguna impresión en los parlamentarios occidentales.

Una vez más, los parlamentarios europeos están satanizando a Rusia y a los rusos desde una posición de superioridad moral innata. Ellos olvidan los múltiples informes en los medios de comunicación occidentales en los años 90 y a principios del siglo XXI sobre el deseo de los crimeos de habla rusa de volver a ser parte de Rusia.

Los peces gordos de la PACE también olvidaron que incluso los reportajes del New York Times previos al Maidán sobre Crimea mencionaban los continuos intentos del gobierno ucraniano de liquidar la autonomía de la región de habla rusa, incluso bajo el supuesto presidente "amigable con Rusia" Leonid Kuchma. Mientras tanto, los partidos nacionalistas ucranianos que formaron el gobierno ucraniano posterior al Maidán declararon que este objetivo es una de sus principales prioridades.

Los parlamentarios europeos también parecen haber borrado de su memoria las escenas violentas de la toma de edificios gubernamentales por activistas del Maidán en 2014, que incluso la televisión occidental no podía ignorar en aquel momento, mientras que hipócritamente calificaban ese acto, junto con los asesinatos de policías, como parte de las "protestas pacíficas" contra un "régimen prorruso".

Y, por supuesto, en la resolución de la PACE no se hace mención alguna del bloqueo alimentario, energético y bancario que el régimen de Kiev ha impuesto a las regiones rebeldes del este desde 2014, prohibiendo el suministro de alimentos y las transferencias de dinero. En 2017, también se suspendieron los suministros de electricidad y agua desde Ucrania.

Y en este contexto, la resolución de la PACE "Sobre las Consecuencias Humanitarias de la Guerra en Ucrania" pide al gobierno ruso que deje de apoyar económicamente a los territorios rebeldes. Dada la falta de alimentos, electricidad y agua de Ucrania, eso significaría hambruna y el congelamiento para 4 millones de personas, que están bloqueadas por el gobierno de Kiev en apenas el 3 por ciento del territorio ucraniano. Al sugerir este cruel movimiento a Moscú, la PACE se declara "preocupada por la alarmante situación humanitaria en los territorios ocupados". Obviamente, la gente de Donbás, según la opinión de los "humanistas" europeos modernos, solamente tiene derecho a comer alimentos después de que regrese al régimen nacionalista apoyado por Occidente en Kiev.

No sólo contra los rusos

No nos engañemos: el nuevo racismo "basado en valores" no se dirige sólo contra los rusos. En un grado similar, se dirige contra aquellas personas y fuerzas políticas occidentales que se niegan a seguir la línea de los círculos dominantes en Estados Unidos y la UE. La historia europea ofrece muchos ejemplos de esta situación: cuando una ideología "eurocentrista" autoritaria llega al poder en Europa, el "enemigo interno" se combate con medidas que no son menos severas que las utilizadas contra los rusos u otros extranjeros. Los períodos de las guerras napoleónicas y la dominación nazi y fascista de Europa en el siglo XX son sólo los ejemplos más vívidos. Los periodistas y los medios de comunicación independientes suelen ser las primeras víctimas en tales situaciones. La actual moda paneuropea de luchar contra las "noticias falsas" no es una coincidencia. No olvidemos que los dos únicos regímenes en la historia de la humanidad que decidieron erradicar las "noticias falsas" por completo, declarando que la información no autorizada era un crimen, fueron la Alemania nazi y la Unión Soviética de Stalin. En aquel entonces se las llamaba "propaganda hostil".
Sobre el autor

Dmitry Babich nació en Moscú en 1970. Ha trabajado para varios medios de comunicación durante 25 años, incluyendo The Moscow News y la agencia de noticias RIA Novosti. Actualmente trabaja como analista político en Sputnik International, y es un invitado frecuente en la BBC, Al Jazeera, CNN, donde comenta sobre asuntos internacionales e historia.