Women's March
© AP Photo/Jae C. HongLa Marcha de las Mujeres fue el primer indicio de que la nueva ola del feminismo tiene poco que ver con la igualdad de sexos y más con la venganza de un sexo contra otro.
Primero, tuvimos la célebre derrota de la feminista Cathy Newman por parte del Dr. Jordan Peterson, cuyo debate sobre cuestiones feministas ha acumulado casi 5 millones de vistas en YouTube y casi 75.000 comentarios hasta la fecha, sin mencionar una serie de artículos de opinión.

Ahora, el presidente Trump se niega a llamarse feminista.

Tengo grandes esperanzas de que Estados Unidos está despertando a la farsa del feminismo. "Por primera vez en décadas, si no en toda la historia, sus principios [del feminismo] están siendo públicamente desafiados", escribe Corey Schink para Signs of the Times.

Hace tiempo que debería haberse hecho, porque ahora podemos exponer el feminismo por lo que es: una guerra contra los hombres, contra los niños y contra la familia.

Hoy en día, se acepta ampliamente que las mujeres en Estados Unidos siempre tienen desventaja. Según las feministas, las mujeres han sido oprimidas durante siglos. Se nos dice que no se han hecho suficientes progresos y que la sociedad todavía no ha nivelado el campo de juego. Esta filosofía está tan arraigada en nuestra cultura que los estadounidenses no la cuestionan. Ni siquiera consideramos que sea "feminista" pensar de esta manera; es común creer que las mujeres sufren discriminación.

Encienda la televisión, mire una revista o recorra las estaciones de radio de Estados Unidos, y se verá inundado de historias sobre mujeres que se preguntan cómo satisfacer mejor sus necesidades, cómo pueden equilibrar mejor sus vidas o cómo pueden lidiar con la miríada de problemas y peligros a los que se enfrentan. Las quejas de las mujeres dominan la conversación.

Pero así como fumar ha pasado de moda, el feminismo también pasará.

El punto de inflexión fue en 2007, cuando unos investigadores concluyeron lo siguiente: "A medida que las mujeres han ganado más libertad, más educación y más poder, se han vuelto menos felices".

En cuanto a los varones estadounidenses, cualquiera que tenga un esposo, hijo, hermano o amigo puede ver lo que les está pasando. Los chicos se suicidan cuatro veces más que las chicas. Los niños tienen el doble de probabilidades de ser víctimas de la violencia que las niñas. La proporción entre niños y niñas en las instituciones correccionales es de 9:1. Los niños tienen cuatro veces más probabilidades de ser suspendidos o expulsados de la educación primaria y secundaria. La mayoría de los que abandonan la escuela secundaria son varones. Los niños tienen el doble de probabilidades de ser etiquetados como "emocionalmente perturbados". La carencia de padre se encuentra en un nivel sin precedentes y está aumentando entre las principales poblaciones étnicas. Y menos hombres jóvenes se están graduando de la universidad, lo que no importaría si las escuelas de comercio y los empleos manufactureros fueran abundantes.

Peterson abordó este estado actual de los acontecimientos en su debate con Newman. Los hombres que no crecen, dijo, "se quedan amargados, resentidos, sin propósito, a la deriva, hostiles, resentidos, vengativos, arrogantes y engañosos. Y no son útiles para sí mismos ni para nadie más, no son compañeros para una mujer. No hay nada bueno en esto".

Al enterarse del triste estado de los varones de Estados Unidos, Newman preguntó lo que parece ser una pregunta chocante, pero que en realidad es típica para una feminista radical: ¿Sin embargo, qué hay en eso para las mujeres?

¿Qué hay en eso para las mujeres? Eso es precisamente lo que Trump insinuó sobre el feminismo cuando explicó por qué no es feminista. El feminismo no se preocupa por las necesidades de los muchachos y hombres, ni tampoco por las necesidades de los niños. De hecho, el feminismo no sirve para nada hoy en día, por eso ha perdido su atractivo. No hay nada por lo que luchar. Es simplemente un hogar para los que odian, un hogar para los radicales, un hogar para aquellos que creen que los hombres son opresores y que Estados Unidos es un lugar terrible para vivir.

Pero Trump no se lo cree. Tampoco la mayoría de los estadounidenses. Y los que están indecisos, los que son propensos a pensar que el feminismo se trata de igualdad, están empezando a ver la verdad. El calibre de la Marcha de las Mujeres fue el primer indicio, y los excesos del #Metoo acabarán con el asunto.

Ya es hora.