mike pence winter olympics
"¿Estás pasándola bien, Mike?"

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"Preferiría estar en Israel".
Debo confesar algo de alegría por el mal ajeno al ver al Vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, retorciéndose por su "dolor de cabeza protocolar" en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno en Corea del Sur la semana pasada. Allí estaba, el distinguido emisario del "protector" de Corea del Sur, representante de la Nación Excepcional, opacado por la sorpresiva inclusión de un representante del "enemigo". ¡Y nada menos que en la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Invierno! ¿Quién politizaría eventos deportivos y culturales de esa manera? ¡Es indignante!

No cabe duda de que los estadounidenses no entendieron la ironía. Después de haber provocado a Rusia para que respondiera a un ataque militar lanzado por ese loco de Saakashvili durante la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de verano de 2008 en Pekín; y luego de haber hecho todo lo posible para espantar a la gente y ahuyentarla de participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 en Sochi y luego presionar a los organismos deportivos internacionales para que impidieran que los atletas rusos asistieran a las Olimpiadas de Verano de 2016 en Río; para depués hacer lo mismo para que los rusos fueran considerados como "subhumanos" en los actuales juegos de invierno, hay algo de justicia poética al ver que le pateen el trasero a la manipulación de la esfera cultural por parte del Estado Profundo de EE.UU.

La prensa pro-Trump se ha quejado de los "medios liberales" de Estados Unidos por su cobertura supuestamente aduladora de "la hermana fotogénica del dictador comunista". Si bien la cobertura fue algo razonable hacia el régimen norcoreano (después de todo, ¿cómo podrían los medios de comunicación, a nivel mundial, no darse cuenta de este giro de los acontecimientos después de la retórica belicosa del año pasado?), ésta estuvo lejos de "hacerle propaganda a Kim", y es dudoso que la cobertura estadounidense estuviera motivada por "hacer quedar mal a la administración Trump".

Por ejemplo, el preeminente medio ultra-liberal The Guardian desacreditó la obertura pacífica con este titular: "La 'humilde' Kim Yo-jong ha encantado a los medios de comunicación, pero es poco probable que el resplandor dure". La noción de que la cobertura del evento fuera "partidista" también fue traicionada por esta declaración en un artículo de opinión del New York Times publicado en enero por David R. Russell, subsecretario del Departamento de Estado para Asuntos de Asia Oriental y el Pacífico de Obama:
"Está bien que los surcoreanos tomen la delantera, pero si no tienen el respaldo de Estados Unidos, no llegarán muy lejos con Corea del Norte. Y si se ve a los surcoreanos como si estuvieran escapándose de la correa, esto exacerbará las tensiones dentro de la alianza".
La detestable "correa" a la que se refiere Russell es sobre lo que habla el historiador coreano-estadounidense Leo Chang Soon cuando dice: "Corea del Sur ha estado sometida desde que Syngman Rhee voló a Corea en el avión del general Douglas MacArthur para convertirse en el primer presidente de Corea del Sur el 2 de septiembre de 1945".

Así que Trump, Pence y todo el gobierno de EE.UU. parecen tontos, dado que cualquier protesta que puedan plantear contra la unión simbólica de las dos Coreas bajo una bandera olímpica equivale a la sugerencia de que Corea del Norte habría conspirado para hacerlo con el fin de "crear una brecha entre Corea del Sur y EE.UU."

Las cosas pasaron de un mal escenario al peor escenario posible para EE.UU. cuando el presidente de Corea del Sur Moon Jae-In recibió posteriormente a Kim Yo-jong en la "Casa Azul" presidencial en Seúl; la primera visita de este tipo de un miembro de la dinastía Kim desde que terminó la guerra de Corea, y durante la cual ella le hizo una invitación formal para reunirse con su hermano en Pyongyang "lo antes posible".
Kim Yo Jong Moon Jae-In
Las luces de advertencia del Estado Profundo parpadearon en rojo cuando esto sucedió: Kim Yo Jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong Un, invitó formalmente al presidente de Corea del Sur Moon Jae-In a Pyongyang.
Lo que algunos parecen haber olvidado (lo más probable es que nunca lo hayan considerado siquiera) es que la única razón por la que Trump haya estado en una peligrosa guerra de palabras con Kim el año pasado es porque eso es lo que el Estado Profundo necesitaba que sucediera. La conmoción que produjo la aparición del presidente Trump (la caída de los Clintons a principios de noviembre de 2016) se produjo exactamente al mismo tiempo que una conmoción aparentemente separada derribó a la presidenta surcoreana Park Geun-hye: la erupción de manifestaciones masivas a finales de octubre de 2016, tras la exposición de que había entregado efectivamente las riendas del poder a una psíquica al estilo de Rasputín que dirigía una estafa de extorsión con fondos gubernamentales.

A raíz de esta crisis (piense en algo similar a los Emails de Hillary + Benghazi-gate + Uranium One... excepto que la gente realmente fue a la cárcel en el caso de Corea del Sur), varios ayudantes y ministros surcoreanos fueron arrestados desde noviembre de 2016 hasta finales de marzo de 2017, cuando la propia Park fue procesada. Así que el Estado Profundo de Estados Unidos se dio cuenta de que los votantes estaban a punto de inclinarse hacia la "izquierda", lo que en el contexto surcoreano significaba la elección de un partido que sería mucho menos antagónico hacia su vecino del norte; algo que siempre aumenta el riesgo de que se produzca un estallido de paz en la península coreana, y por lo tanto aumenta el riesgo de que la masiva presencia militar estadounidense sea redundante.

Dado que se acercaban las elecciones surcoreanas en mayo de 2017, y con ellas la posibilidad de que por primera vez en más de una década se estableciera un gobierno a favor de la unificación y del compromiso con los norcoreanos, en lugar de amenazar con bombardearlos hasta que volvieran a la edad de piedra (nuevamente), el Jefe de la Guerra de Estados Unidos James Mattis emprendió una visita "reaseguradora" a los vasallos y tributarios de Asia Oriental. Al aterrizar en Corea del Sur el 2 de febrero de 2017, Mattis presionó para que se instalaran los sistemas de misiles THAAD antes de que el nuevo gobierno futuro pudiera, inevitablemente, objetar ante nuevos "hechos sobre el terreno". Rex Tillerson siguió el ejemplo con una versión civil de la gira, aterrizando primero en Japón el 15 de marzo.

Desde el 11 de febrero de 2017 en adelante, Corea del Norte comenzó el primero de los 16 lanzamientos de misiles lanzados ese año, el mayor número que ha realizado en un año. Es casi seguro que esto se hizo con un ojo puesto en la agitación política tanto en Corea del Sur como en Washington, y en los esfuerzos del Estado Profundo de Estados Unidos para contener las consecuencias de ambos.

El 2 de abril de 2017, Trump declaró que EEUU "estaría dispuesto a actuar solo para frenar el programa de armas nucleares de Corea del Norte si China no logra cambiar la situación", lo que dio inicio a los insultos "ojo por ojo" entre él y Kim, y las resoluciones de la ONU (más adelante) que sancionan a Corea del Norte; lo que generó una atmósfera de un Armagedón inminente. Si el aparente propósito estratégico de gritar públicamente "fuego y furia" contra Corea del Norte pretendía impedirle adquirir armas nucleares capaces de alcanzar a Estados Unidos, entonces aparentemente fracasó.

Una vez más, las bravuconadas con respecto a Corea del Norte siempre han sido una forma de rodear a China con los lanzadores de misiles estadounidenses, de ahí la necesidad de que haya una "crisis" permanente en torno a Corea del Norte y la seria aversión de Estados Unidos a cualquier movimiento hacia una Corea pacífica y unificada.

Recuerden que Trump comenzó esta ruta apenas dos días antes de cambiar su posición en Siria y anunciar que el país había "cruzado la línea roja de las armas químicas", lo que consolidó la estrategia estadounidense de aumentar sus esfuerzos para llevar a cabo su "Plan B" de quedarse con un trozo de Siria. La coincidencia temporal no hace más que destacar el compromiso político que Trump tuvo que hacer: "debe ceder en la política exterior si quiere vivir, o incluso llegar hasta el final de su mandato y cumplir cualquiera de sus promesas electorales".

En ese momento, me preguntaba si Kim estaba realmente loco (no porque pudiera empezar a bombardear gente, sino porque desde el punto de vista de las relaciones públicas parecía estar perjudicando sus posibilidades de éxito con el gobierno favorable a la paz que se estaba formando en Seúl). Pero en realidad, él estaba aplicando la regla que todos los países deben entender: que en este mundo cualquier nación-estado soberano que busque proteger o impulsar sus intereses debe adquirir una amenaza creíble de violencia para que la diplomacia tenga éxito. Cuando todo el mundo aprende a "hablar en voz baja, pero llevar consigo un gran garrote", entonces, tal vez podamos tener algo parecido a la paz mundial. ["Hablar en voz baja, pero llevar consigo un gran garrote" hace referencia a un discurso de Roosevelt acerca de la diplomacia.-NdT]

Por supuesto, Corea del Norte perdería en cualquier conflicto serio con Estados Unidos, pero no antes de que murieran también miles de soldados estadounidenses y posiblemente millones de ciudadanos estadounidenses. Es poco probable que cualquier político estadounidense, ni siquiera los del Estado Profundo, esté dispuesto a arriesgarse a recibir ese tipo de golpe al estatus de la Nación Excepcional de Estados Unidos, particularmente dado el clima político crónicamente polarizado de Estados Unidos.

Corea del Sur no tiene ese "lujo": el conflicto en la península es para ellos un asunto existencial. Corea del Sur solamente está tomando en serio a su vecino del norte en la medida en que éste demuestra cuánta potencia de fuego tiene y cuán lejos está dispuesto a llegar al usarla. De ahí las sonrisas amistosas en PyeongChang.

El presidente de Corea del Sur Moon, sin embargo, debe tener cuidado: si bien puede ser difícil que la CIA toque a Kim en el norte, para ellos sería pan comido llegar hasta él.
Kim Yo Jong korea olympics
El presidente de Corea del Sur Moon Jae-In, segundo desde la izquierda, habla con el presidente de la Asamblea Popular de Corea del Norte, Kim Yong Nam, segundodes de la derecha, durante una actuación de la Orquesta Samjiyon de Corea del Norte en el Teatro Nacional de Seúl. A la izquierda de Kim Yong Nam se encuentra Kim Yo Jong, hermana del líder norcoreano Kim Jong Un.