Traducción por el equipo de SOTT.net en español.

Lo más llamativo de Moscú durante la Copa Mundial hasta ahora es lo mucho que la atmósfera de apertura y alegría contrasta con el mal humor que se observa en algunas partes de los medios de comunicación occidentales de habla inglesa.

Russia and Mexico fans together in Moscow.
© Vitaly Belousov / SputnikAficionados rusos y mexicanos juntos en Moscú.


Las historias de miedo sobre hooligans, racismo y homofobia dominaban la cobertura que parecía más interesada en confirmar sus propios estereotipos que en descubrir las complejidades de una nación. A la gran mayoría de la población local y de los aficionados que se reúnen en Rusia les importa un bledo la política.

¿Qué tal este titular del diario The Times en Gran Bretaña después de la victoria de Rusia por 5-0 sobre Arabia Saudita? "Rusia comienza la fiesta con un festín de goles para Vladimir Putin". A mí me parece muy cínico sugerir que el equipo lo hizo por Putin; lo hicieron por los niños emocionados que salieron después del estadio Luzhniki de Moscú con grandes sonrisas en sus caras. Lo hicieron por los rusos que aman el fútbol. Ése es un titular escrito por alguien que no puede salirse del rumbo de sus propias ideas preconcebidas.

Deambule por el centro de Moscú ahora y vea que nadie tiene en mente la política; en su lugar se ven diferentes culturas deseosas de conocerse. Los sudamericanos han comprado su mejor partido, y me refiero a los aficionados, no a los equipos. Hay tantos peruanos bailando y bebiendo por la capital que es tentador comprobar si queda alguien en Lima. Su equipo no ha estado en un Mundial desde 1982, así que no van a dejar pasar esta oportunidad. El vuelo de la Aeroflot de Londres a Moscú pareció estar compuesto por mí, un mexicano de aspecto tímido y cientos de peruanos.

Las rayas azul cielo y blanco de Argentina están dando a los peruanos una buena competencia en los primeros días del torneo en Moscú. El viernes, cientos de ellos acamparon al borde de la Plaza Roja, y bajo la atenta mirada de la estatua del General Zhukov, sentado a caballo, cantaron con el corazón abierto. Ese día, el pegadizo ritmo latino de Buenos Aires fue el mayor atractivo de la principal atracción turística de Rusia.

Danny Armstrong: La sección argentina en Nikolskaya. No hace falta pie de foto.
Los rusos no se cansan de ello, porque no tienen ningún interés en la negatividad que escuchan acercan de sí mismos por los medios de comunicación extranjeros dominantes, y no pueden esperar para dar la bienvenida a la gente de otras culturas que vienen con una mente abierta. Usted no irá muy lejos en la capital sin ver a las babushkas rusas practicando su salsa con sonrisas, caderas sueltas, extraños morenos y hombres de mediana edad que las abrazan en un espíritu de amistad. No pueden hablar el idioma del otro, así que se comunican con abrazos mientras se gritan los nombres del país del otro.

El único local enfadado con el que me he encontrado hasta ahora ha sido un taxista ruso que se enojó un poco porque yo no quise ninguna de las mentas y chocolates que había puesto en el coche, especialmente para los invitados extranjeros, y luego se enfadó porque su nueva aplicación de traducción seguía diciéndome que los taxis en Moscú son más caros que el té ruso. Nunca sabré qué quiso decir en realidad.


RT Sport: Miles de aficionados de Islandia ejecutan el "grito de guerra vikingo" justo afuera del Kremlin.
Los aficionados islandeses han acudido en masa a Moscú en su primer partido contra Argentina como hordas felices de vikingos, ignorando claramente a su gobierno, que está boicoteando oficialmente el torneo. Con tantos islandeses que vienen a ver a su equipo, uno se pregunta a qué se refería el gobierno.

¿Qué política hemos visto hasta ahora? Bueno, tuvimos al activista británico de los derechos de los homosexuales Peter Tatchell, que fue arrestado en Moscú por su protesta unipersonal frente a la Plaza Roja. No es la primera y probablemente tampoco la última vez que lo arrestan en Rusia, y siempre se nota que pocos activistas rusos están a su lado. Probablemente preferirían luchar su propia lucha a su propia manera.

Le pregunté a un barbero mitad ruso y mitad egipcio llamado Adam (sí, así se llamaba) sobre la política del juego cuando las dos naciones se reúnan en San Petersburgo el martes. Me dijo que eso le importaba un bledo, y me dijo que al jugador estrella de Egipto, Mohamed Salah, debería asignársele un papel central durante la última media hora del partido. Era yo, el inglés, quien había sacado el tema de la política. Adam no estaba interesado y sólo quería hablar de tácticas.

En todas esas historias de miedo sobre hooligans rusos que se ven en los principales medios de comunicación de habla inglesa, nadie señaló el punto que ahora es evidente. Aunque nadie niega que hay algunos idiotas que disfrutan de los problemas, en Rusia, su número es insignificante en comparación con el gran número de personas que quieren disfrutar del festival, y asegurarse de que nadie lo arruine.