Traducido por el equipo de SOTT.net español

Fueron los perros los que me provocaron. Me refiero a la imagen del "montón de cadáveres caninos en las calles de Rusia asesinados en nombre de la Copa del Mundo".

O al menos las miles de personas que retuitearon la imagen lo creyeron, antes de que resultara que los perros muertos eran paquistaníes, asesinados por razones de salud pública en Karachi cinco años antes. Una mentira que recorrió medio mundo antes de que la verdad le pusiera una correa.
russia world cup
© John Sibley / ReutersWorld Cup 2018 mascot Zabivaka, June 16, 2018
Fue esa reacción pavloviana la que me hizo escoger la Copa Mundial como tema esta semana.

Por supuesto, no hay perros muertos en las calles de Rusia, los perros callejeros están cómodamente en las perreras durante la temporada. Tampoco hay tanques. Nada de turbas racistas alborotadoras, como nos dijeron que era de esperar. No hay pandillas homofóbicas que golpeen a los "maricas" (a diferencia de Mississippi). Sólo millones de rusos, abriendo sus brazos, su hospitalidad y sus corazones a una invasión pacífica y multicolor de amantes del fútbol, que rápidamente descubren que Rusia no es lo que "ellos" dijeron que sería.

Desde la ceremonia inaugural, seguida del mejor partido inaugural de todos los tiempos, pasando por una avalancha de partidos repletos de goles e incidentes, hasta ahora el espectáculo ha sido aclamado universalmente, al menos por los aficionados, como el mejor torneo en mucho tiempo.

Se trata de un gran revés para los que odian a Rusia, y hay que estar atento a cualquier posible provocación que aún no se haya materializado, aunque los sospechosos habituales siguen intentando recuperar terreno.

El equipo ruso anotó cinco goles porque "un billete sólo de ida a Siberia habría sido la recompensa por el fracaso" fue una de las tonterías que leí (no se han puesto al día con el hecho de que hoy en día Siberia es más bien un lugar bastante concurrido). Los "trenes están llegando a tiempo y todo marcha como un reloj" porque, por supuesto, "eso es lo que pasa en las dictaduras" fue otra.

Pero en las emisoras de radio en las que trabajo (Talksport & Talkradio de Rupert Murdoch), todo el edificio se estremece mientras disfrutamos cada minuto del espectáculo hasta ahora. Y con mucho respeto por el manejo del espectáculo por parte de Rusia también. Lo que sea que Rusia se haya gastado en la Copa Mundial es dinero bien gastado, eso ya es un hecho. No será tan fácil ahora pintar a este glorioso anfitrión de la Copa del Mundo como un monótono pueblo totalitario y atrasado de Potemkin.

Pero la comprensión incipiente de que los países que Occidente considera "inaceptables" son tan desarrollados, prósperos, capaces y quizás más felices que los nuestros no es el único "cambio novedoso" que se observa en la Copa Mundial de 2018.

Italia ni siquiera se ha clasificado, ni tampoco Holanda, dos gigantes del pasado. El campeón, Alemania, fue humillado por un México efervescente e imparable. Las majestades titánicas de Brasil fueron sujetadas por la pequeña Suiza, hasta ahora conocida por el reloj de cuco y la caja de chocolates.

Francia y Argentina se han convertido en una sombra de su reputación, e incluso Uruguay, una superpotencia futbolística de bolsillo, se mantuvo en el bolsillo de Egipto hasta el último minuto.

Como metáfora de cómo están cambiando las cosas en el mundo, todo ha sido inesperadamente satisfactorio hasta ahora. La hegemonía política de los Estados Unidos ni siquiera está en estas contiendas.

Las viejas potencias de la Unión Europea se están esfumando rápidamente. África, Irán, el mundo árabe, Rusia y la anteriormente renegada América Latina están ascendiendo. Los "sancionadores" se repliegan, los sancionados -Irán y Rusia al frente de sus grupos- avanzan. Lo grandioso y lo bueno ahora no es tan grandioso, no es tan bueno.

La advertencia para la política está ahora escrita en las paredes del metro, como dijo una vez Paul Simon. O si lo prefiere, Bob Dylan, "los primeros ahora serán los últimos, los lentos serán los más rápidos. Los tiempos están cambiando..."
Sobre el autor

George Galloway fue miembro del Parlamento Británico durante casi 30 años. Presenta programas de radio y televisión (incluyendo RT). Es un cineasta, escritor y orador de renombre.