Traducido por el equipo de SOTT.net en español.

Querido Profesor Peterson:

He tenido el placer de haberlo seguido antes de su ascenso vertiginoso a la fama, y aplaudo su valiente batalla para liberar a la sociedad de los excesos de la corrección política. Éste es mi humilde intento de ayudarlo en su misión.

left Vs right
En su reciente charla de Big Think titulada, "La falencia fatal que se esconde en la política izquierdista estadounidense", y en el subsiguiente Debate Munk sobre el tema, "A lo que ustedes llaman corrección política, yo llamo progreso", usted desafió a la izquierda predominante a que identifique la línea roja que los compañeros izquierdistas no deben cruzar, y por lo cual deberían ser cuestionados si lo hicieran.

Antes de continuar, los lectores deben ser conscientes de que usted no es anti-izquierdista. Al igual que el Ying y el Yang, tanto la izquierda como la derecha son necesarias para una sociedad sana, libre y progresista. Los graves problemas son el resultado de los extremos. Su lucha contra la izquierda radical no se debe a que ésta sea intrínsecamente más peligrosa que la derecha radical, sino a que, a diferencia de la derecha, que ha impulsado afirmaciones de superioridad racial que traspasan el umbral de lo aceptable, la izquierda todavía no ha adoptado ninguna postura al respecto. Pero debido a que las ciencias sociales han sido dominadas casi por completo por la izquierda, las políticas potencialmente dañinas de la izquierda radical están siendo promovidas con poca o ninguna resistencia.

¿Dónde está la catástrofe?

A pesar de su fenomenal popularidad en los últimos meses, hay un obstáculo que impide que sus advertencias del día del juicio final sean tomadas más en serio por el público. Es que la gente se pregunta: ¿Dónde está la catástrofe?

Usted se refiere regularmente a las decenas de millones de personas asesinadas por los regímenes ideológicos tiránicos del siglo XX: la Alemania nazi, la Rusia estalinista y la China maoísta. Usted advierte que esto puede volver a suceder, aquí. ¿Pero dónde está la evidencia? Todo lo que los izquierdistas están haciendo es promover el bienestar de los no heterosexuales y otros grupos "oprimidos". ¿Cuál es el problema? ¿Dónde están los escuadrones de la muerte? ¿A quién están dañando?

Es por tanto importante que el público se dé cuenta del daño tangible de la corrección política. Mencionar que podemos ser despedidos por criticarla puede no ser suficiente. Mientras sigamos la línea del partido, nuestros trabajos estarán a salvo. La gente está dispuesta a pagar un precio adicional por su seguridad. Así que usted debe mostrar dónde está la sangre. Tal vez yo le ayude a verlo.

El límite que usted propone

Prof. Peterson, usted propone que el tabú adecuado para la izquierda debería ser la igualdad de resultados basada en la identidad del grupo, en lugar de la igualdad de oportunidades, que es un objetivo loable.

Éste es, de hecho, un límite por el que vale la pena luchar. Sin embargo, puede ser demasiado escaso. Si la igualdad de resultados se convierte en tabú, puede que descubra otros límites que la izquierda no debería cruzar.

Yo postulo que hay una "falencia fatal de la izquierda" más elemental; en realidad, dos falencias fatales. Hay dos líneas que la izquierda ha cruzado. Cada cruce es dañino, pero la combinación es catastrófica. Estas falencias deberían ser tan obvias que incluso los izquierdistas deberían aceptarlas una vez que sean señaladas.

Primera falencia fatal: Borrar la línea entre el daño objetivo y el daño subjetivo

Existen dos categorías básicas de actos negativos: 1) los que causan daño objetivo, y 2) los que causan daño subjetivo. Por supuesto, un acto puede causar una combinación de ambos, pero es importante reconocer la distinción.

El daño objetivo es el resultado de un acto que, si usted me lo hace a mí y yo salgo lastimado, usted es el que me lastima. Ejemplos obvios son el robo, el asalto, el incendio provocado, la violación y el asesinato. Ejemplos menos obvios son la negación de derechos civiles, como el voto, la igualdad en la educación pública, la oportunidad de empleo, la libertad de movimiento y el acceso a la vivienda y a la atención médica.

El daño subjetivo es el resultado de un acto que, si usted me lo hace y yo salgo lastimado, yo soy el que me lastimo. Son actos que hieren mis sentimientos o que me parecen ofensivos. El ejemplo clásico es un insulto. Si me insulta, y me siento molesto, realmente me molesto yo mismo.

La mayoría de los actos que causan daño subjetivo son verbales. Mi actitud hacia lo que me diga determina cuánto dolor me causará.

Sin embargo, hay palabras que pueden causar daño objetivo. Ejemplos de ello son gritar fuego en un teatro lleno de gente, calumniar y difamar (lo que puede destruir las carreras y la vida social de las personas) e incitar a la violencia.

Los actos que son universalmente considerados crímenes por todas las sociedades civilizadas son los que causan daño objetivo. El trabajo adecuado de un gobierno es proteger a su población del daño objetivo y castigar a quienes lo infligen. Un gobierno no puede proteger a la gente del daño subjetivo, porque nuestros sentimientos no están bajo su control. Y cuando un gobierno trata los actos de daño subjetivo como crímenes, lo empeora todo. Aumenta tanto el daño subjetivo como el daño objetivo.

Imagínese cómo sería la vida si llamara a la policía cada vez que usted hiriera mis sentimientos. ¿Admitiría su culpabilidad? ¡No! Usted se defendería con vehemencia de los cargos y trataría de culparme. ¿Acaso yo le caería mejor? Me odiaría, y probablemente buscaría la oportunidad de hacer algo peor para vengarse de mí. También odiaría al juez y al gobierno por ser tan injustos con usted. Sus sentimientos antisociales aumentarían.

Pero esto es precisamente lo que ha hecho la izquierda. Ha borrado el límite entre el daño objetivo y el subjetivo. Trata a la gente ofensiva como si se tratara del máximo acto de maldad. Ha declarado que es mentira la máxima tradicional que dice: "los palos y las piedras pueden romperme los huesos, pero las palabras nunca me harán daño", y ha sustituido su conclusión por: "pero las palabras pueden marcarme para siempre/pueden matarme". La reedición de la frase enseña que insultarme debería causarme más dolor y daño que romperme el brazo.

Las ciencias sociales están dominadas por la ideología de izquierdas. Es por eso que algunos psicólogos están usando la neurociencia para justificar que se borre el límite entre el daño objetivo y el subjetivo. Apuntan al hecho de que cuando nos sentimos ofendidos, las células cerebrales se activan. Esto "prueba" que el daño es objetivo, y que los pronunciantes de las palabras ofensivas son tan culpables de herirnos como si nos golpearan con un bate de béisbol. Estos psicólogos ignoran el hecho de que todos los sentimientos tienen su correspondiente actividad cerebral, pero que el dolor generado por las palabras es el resultado de la forma en que nuestra mente las procesa. Con o sin intención, estos psicólogos rechazan las premisas básicas de la terapia y la sabiduría.

La naturaleza del movimiento por los derechos civiles

La izquierda ve su activismo político como una continuación lógica del movimiento de derechos civiles del siglo pasado.

Pero no lo es.

El movimiento de derechos civiles no pretendía combatir el daño subjetivo. Se trataba de un daño objetivo, autorizado e incluso perpetrado por nada menos que el propio gobierno, con leyes que discriminaban a las minorías, incluidas las mujeres, pero especialmente a los negros. Afortunadamente, el Movimiento de Derechos Civiles ha logrado eliminar las leyes discriminatorias.

Con algunas posibles excepciones, como el derecho de los homosexuales a casarse, los activistas sociales de hoy luchan por leyes contra el daño subjetivo. Quieren que el gobierno garantice que la gente no se sentirá ofendida por nadie. El intento de alcanzar una meta imposible está destinado a causar más daño que bien.

Segunda falencia fatal: Reemplazar la idea de que "el poder lo hace correcto" con que "el poder lo hace incorrecto"

En el mundo natural sin ley, "el poder lo hace correcto". Puede matarme, y nadie lo arresta.

La civilización no puede funcionar de acuerdo a la máxima de que "el poder lo hace correcto", o sufriríamos de una tiranía implacable y un derramamiento de sangre. La característica más básica de una sociedad civilizada es un sistema de justicia legal. Reemplaza lo de "el poder lo hace correcto" con "la justicia lo hace correcto". Llevamos nuestras quejas a un tribunal de justicia, que aplica principios de justicia para determinar la culpabilidad y el castigo.

El Antiguo Testamento/la Biblia judía prohíbe que los jueces incurran en el favoritismo. No deben favorecer ni a la persona rica/poderosa ni a la pobre/débil. A veces la persona rica/fuerte es la que está errada, y a veces la persona débil/pobre es la errada.

Nuestra tendencia natural cuando presenciamos una lucha es ponernos del lado de quienes parecen estar en desventaja. Como dijo Wilt Chamberlain: "Nadie apoya a Goliat". Ponerse del lado de los menos favorecidos es grandioso en el mundo del entretenimiento, pero fácilmente conduce al mal cuando se convierte en una política en la vida real. La idea de que "la debilidad lo hace correcto" es tan arbitraria y amoral como la de que "el poder lo hace correcto". Hace imposible juzgar objetivamente entre el bien y el mal. Resulta en un castigo injusto en los casos en que el más fuerte está realmente en lo correcto, y facilita la utilización no ética de la debilidad para manipular el sistema.

Y aquí yace la segunda falencia fatal de la izquierda. Ha reemplazado "el poder lo hace correcto", no con "la justicia lo hace correcto", sino con "el poder lo hace incorrecto"/"la debilidad lo hace correcto".

Las políticas sólo pueden funcionar si operan de acuerdo con las leyes de la naturaleza. "La debilidad lo hace correcto" invierte completamente el orden natural. Sentir placer por el poder es útil no sólo para sobrevivir en la naturaleza, sino también en la civilización, ya que nos impulsa a luchar por el éxito en lugar del fracaso. En el nuevo orden actual, se espera que nos sintamos culpables por nuestro instinto natural para tener poder y que veamos la debilidad y la victimización como virtudes en lugar de posiciones en la vida que debemos evitar. Imagínese lo que le pasaría a los deportes si la forma de ganar un partido fuera perder. Bueno, lo mismo pasaría en la vida real.

La naturaleza y el daño de la corrección política

La combinación de estas dos falencias constituye la esencia de la corrección política: El mal supremo es ofender los sentimientos de las personas con un estatus de debilidad.

Pero la gente se preguntará justificadamente, ¿dónde está el daño? ¿Dónde está el derramamiento de sangre?

Prof. Peterson, usted cree que la situación está mal en la educación superior. Pero es mucho peor en la educación inferior, porque los estudiantes universitarios se involucran mucho menos en la intimidación ["bullying" en el original, también traducido como "abuso".- NdeT] que los niños más pequeños, y es mucho menos probable que acudan a las autoridades escolares en busca de ayuda con sus problemas sociales que sus contrapartes más jóvenes.

Me imagino que no estará al tanto de ello, pero la psicología anti-intimidación, creada por profesores universitarios de psicología con pensamiento izquierdista, es el colmo de la corrección política, ya que nos convierte a cada uno de nosotros en un abusador o víctima potencial o, para usar su lenguaje preferido, en un opresor u oprimido.

Gracias al exitoso activismo político en el campo de la lucha contra la intimidación, las escuelas deben funcionar ahora como establecimientos policiales totalitarios responsables de las relaciones interpersonales de los niños las 24 horas del día, los 7 días de la semana. El personal de la escuela necesita trabajar doblemente como guardias de seguridad, detectives y jueces, tratando cualquier queja de daño subjetivo como un delito grave que requiere investigación, interrogatorio, sentencia, reporte y castigo. En lugar de eliminar la intimidación, estas leyes han conducido a una epidemia creciente de intimidación y a la intensificación de las hostilidades entre estudiantes, padres, maestros y administradores. Estamos en el momento más estresante de la historia para ser un administrador escolar, ya que ellos pueden enfrentarse a demandas por no lograr lo imposible. (La investigación ha demostrado que los programas anti-intimidación más respetados apenas causan una pequeña reducción del problema, sin embargo, se supone que las escuelas deben saber cómo evitar que todos los niños sean intimidados). Justo hoy, las noticias reportaron que una corte de Pennsylvania le otorgó a una estudiante 500,000 dólares, porque el distrito escolar no pudo evitar que sus compañeros estudiantes ridiculizaran su "presentación no conformista sobre el género" - ¡en las tres escuelas a las que asistió! ¡Medio millón de dólares! ¡Dólares americanos, no canadienses! Con sólo 500 dólares, podría haberle enseñado a la niña cómo dejar de ser intimidada, pero ahora nosotros, los contribuyentes, tenemos que gastar medio millón de dólares porque las escuelas no pueden obligar a todos los niños a respetar una presentación de género inconformista. En realidad, los intentos de las escuelas de detener la intimidación hicieron que la intimidación se intensificara.

Casi todos los tiroteos escolares son cometidos por víctimas de intimidación. Estos niños están consumidos por la ira, el odio y el deseo de venganza. Las políticas contra la intimidación tenían por objeto reducir la frecuencia de estas horribles masacres. En su lugar, los tiroteos masivos ocurren con una frecuencia trágica y creciente. ¿Debería sorprendernos esto? Desde el preescolar, a los estudiantes se les ha enseñado a pensar que cualquiera que los moleste es un bravucón malvado que merece ser odiado y eliminado de la sociedad. Incluso los adultos han empezado a culpar a los bravucones como justificación para cometer un asesinato.

¿Ha visto la película alemana The Lives of Others, sobre la vida bajo el estado policial totalitario de Alemania Oriental? El tema político subyacente es la alta tasa de suicidios que resulta de la vigilancia gubernamental de la vida social de los ciudadanos.

Muchos niños que se quitan la vida lo hacen porque ya no pueden tolerar que los intimiden. Las políticas contra la intimidación tienen el objetivo de prevenir los suicidios de las víctimas de la intimidación. En cambio, la tasa de suicidio se ha disparado entre los niños, triplicándose entre las niñas, durante el mismo período en que las escuelas han estado combatiendo oficialmente el acoso escolar. ¿Por qué? Por dos razones.

¿Qué sucede cuando a los niños se les enseña que las palabras pueden marcarlos para siempre o matarlos? Se molestan más cuando son insultados, lo cual inadvertidamente alimenta la intimidación, por lo que son insultados aún más.

En segundo lugar, las escuelas han estado informando a los niños que deben avisar a las autoridades escolares cuando son intimidados. ¿Qué sucede cuando los niños hacen que las autoridades escolares investiguen la queja de intimidación? Las hostilidades se intensifican de inmediato, a medida que cada parte y sus padres tratan de convencer a la escuela de que tienen razón y que la otra está equivocada, y el informante se convierte en un soplón, lo que puede ser una sentencia de muerte social. Si el niño tiene suerte, las autoridades escolares lograrán poner fin a la intimidación. Pero con demasiada frecuencia, la intimidación se vuelve incontrolable, e incluso conduce a graves actos de violencia. La víctima de la intimidación, que se siente traicionada por la falsa promesa de la escuela de poner fin a la intimidación, puede eventualmente desesperarse y decidir poner un fin definitivo a su sufrimiento (y ocasionalmente, al sufrimiento de sus compañeros y maestros).

Promover la verdad

Prof. Peterson, usted es un gran defensor de la verdad; la verdad nos hace libres.

Hay dos verdades simples y básicas que la izquierda (y el resto de nosotros también) debe reconocer:

1. El daño subjetivo es diferente del daño objetivo.

2. La debilidad no lo hace correcto.

Es necesario denunciar a cualquiera que niegue alguna de estas verdades, así como denunciaríamos a cualquiera que argumente a favor de la superioridad racial.

Así se contendrán los excesos de la corrección política.