Los huesos humanos de 5.000 años de antigüedad enterrados en Stonehenge han negado la suposición de que corresponden a personas que habitaron esa zona geográfica en el sur de Reino Unido. Así lo confirman nuevos análisis químicos de un equipo liderado por científicos de la Universidad de Oxford.
stonehenge
Los resultados determinaron que al menos 10 de los 25 cuerpos incinerados, enterrados alrededor del sitio arqueológico y presuntamente los constructores del monumento, son originarios de las montañas Preseli, una zona de Gales localizada a más de 150 kilómetros de distancia en dirección noroeste, de donde también provienen varias de las rocas que componen el monumento.

El estudio, publicado en Scientific Reports -anexo de la revista Nature-, fue llevado a cabo gracias al éxito del equipo en aplicar una técnica denominada análisis isotópico de estroncio, con la que se realizó lo que hasta hace poco se creyó imposible: revelar dónde pasaron los individuos los últimos años de sus vidas a partir de restos carbonizados.

El problema radicaba en que la cremación destruye todas las estructuras del hueso de las que los científicos usualmente toman muestras para buscar isótopos, en este caso de estroncio, un elemento pesado relacionado con características geológicas particulares que provee una noción confiable de la zona en que vivieron las personas fallecidas.

Sin embargo, esto no impidió que los investigadores emprendieran la búsqueda de los isótopos en los restos incinerados, que resultó exitosa.

"La cremación destruye toda materia orgánica, incluido el ADN, pero la materia inorgánica sobrevive", indicó a The Guardian Christophe Snoeck, líder del estudio, explicando que -paradójicamente- la cremación cristalizó los huesos y selló los isótopos, lo que evitó que se difuminaran a lo largo de miles de años