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Miles de personas en Mississipi, sur de Estados Unidos, viven hoy una pesadilla debido a las inundaciones provocadas por el río del mismo nombre, cuyas aguas amenazan con seguir subiendo.

La intranquilidad y el nerviosismo son palpables en la empobrecida zona del delta del mayor afluente de América del Norte, reflejan medios de prensa.

El caudal anegó tierras de labranza, aisló iglesias, se llevó secciones enteras de carreteras y obligó ayer a muchas personas a abandonar sus casas.

Haley Barbour, gobernador del Estado, pidió la evacuación de numerosas viviendas. Agregó que no hay razón para creer que será demolido el dique junto al Río Yazoo (afluente del Mississippi), pero de ocurrir quedarán cubiertos varios poblados.

El desbordamiento del Mississippi entró en algunas de las zonas más pobres de la nación; sin embargo, lo peor todavía no ha llegado, alertan los especialistas.

Las aguas subirán más durante varios días. "Llegarán a niveles nunca vistos antes", advirtió Greg Flynn, un vocero de la agencia de manejo de emergencias del sureño territorio.

Los daños preliminares en Memphis (Tennessee) se calculan en más de 320 millones de dólares y en Arkansas el departamento estatal de agricultura estimó pérdidas por unos 500 millones de dólares, pues más de 450 mil hectáreas de tierras quedaron sumergidas.

La corriente también amenaza el corredor petroquímico que va desde Baton Rouge a Nueva Orleans (Lousiana), destaca el periódico The Washington Post.

El Cuerpo de Ingenieros del Ejército intenta mitigar el posible desastre en esa región, que aviva el recuerdo del huracán Katrina en el 2005. De acuerdo con los augurios la crecida alcanzará su mayor nivel el 23 de mayo en Nueva Orleans.

La cresta del río Mississippi, henchido por lluvias y nieves derretidas continúa sin control. En 1927 un fenómeno similar provocó la llamada Gran Inundación.

Los registros históricos refieren que en 1937 topó su cota máxima de 14,85 metros.