Traducido por el equipo de Sott.net en español
george hw bush
Hagamos un experimento mental:

Piense en un conocido suyo. No alguien que le sea particularmente cercano, sólo algún tipo del elenco de extras del escenario de su vida. Ahora, imagine saber que ese tipo es un asesino en serie, que ha estado merodeando por las calles durante años apuñalando a la gente hasta matarla. Imagine que pasa toda su vida sin sufrir consecuencias por haber asesinado a todas esas personas, y luego, cuando muere, todo el mundo quiere hablar de lo grandioso que fue y compartir anécdotas conmovedoras sobre él. Si trata de sacar a relucir todo el asunto de los asesinatos en serie, la gente reacciona con indignación al ver que usted se atreve a hablar mal de una persona tan noble y maravillosa.

"Mire, yo no estaba de acuerdo con todo lo que él hacía, pero no se puede dejar que una cosa no tan grandiosa de la vida de un hombre eclipse todas las otras cosas buenas que ha logrado", protestan. "Por ejemplo, ¿sabías que era capitán de béisbol en Yale?"

"Pero... ¿qué hay de toda esa gente que asesinó?", responde usted.

"Dios, ¿por qué no puedes respetar a un gran hombre durante nuestro luto?", gritan exasperados.


Jeremy Scahill: George HW Bush atacó sistemáticamente la infraestructura de Irak. Convirtió hospitales en salas de espera para la sentencia de muerte para infantes. Utilizó uranio empobrecido extensamente, ocasionando que las tasas de cáncer se dispararan. Hizo de Irak un cementerio masivo. Y las matanzas no se ha detenido desde entonces.

Jeremy Scahill: Recuerdo haber sentido una profunda vergüenza y furia cuando visité el refugio de Amiriyah en Irak. George HW Bush mató a más de 400 civiles que se escondían allí en 13 de febrero de 1991. Estos son crímenes que deberíamos discutir hoy.

Crímenes de EEUU: Fue George Bush padre quien ordenó el bombardeo de la "autopista de la muerte" en 1991. La cantidad de muertes aún se desconoce. Robert Fisk, el periodista, dijo que "perdió la cuenta de los cadáveres iraquíes amontonados en los escombros humeantes o tirados boca abajo en la arena".
Uno enciende la televisión, y no hay nada más que hagiografía y adulación sin parar por este tipo que usted sabe que era un asesino en serie. Coges un periódico y es lo mismo. En las raras ocasiones en que mencionan el asombrosamente alto número de cadáveres, lo enmarcan como algo bueno: Hizo la matanza rápida y eficientemente. Ayudó a nuestro país a superar su fobia a los asesinatos en masa. Nuestras calles están mucho más limpias sin todas esas prostitutas no deseadas y personas sin hogar que él masacró.

"¿Qué demonios?", piensas para tí mismo. "Este tipo asesinó brutalmente a un montón de hombres, mujeres y niños sin una buena razón. Todos sabemos esto. ¿Cómo es que no es lo único que define la vida de este hombre que estamos discutiendo ahora mismo? Cuando Timothy McVeigh murió, la gente no se pasaba todo el tiempo hablando de su amor por la Constitución o de cómo nunca le gustó el brócoli. A nadie le importa cuánto quería Ted Bundy a su gato. ¿Por qué celebran a este asesino en masa como si sus asesinatos en masa fueran una anomalía marginal e irrelevante en su vida y no la única característica que lo define? Quiero decir, ¡ese es su legado!"

¿Qué tan surrealista sería eso? ¿Qué tan extraño sería no mencionar toda esa muerte y destrucción o elogiarla abiertamente al hablar de su conocido que la perpetró?

Por supuesto, esto nunca sucederá. Ningún imbécil al azar en su vida será atrapado cometiendo un solo asesinato, y mucho menos muchos, sin ser castigado y viendo que se convierte en la primera cosa en la que la gente piense cada vez que su nombre salga a relucir. No, ese tipo de trato es un privilegio que se reserva sólo a las élites que nos gobiernan.


Katalin Pota: La primera guerra de Irak también fue vendida al pública con base en un montón de mentiras.
Donald J. Trump: El presidente George H.W. Bush tuvo una vida larga, exitosa y hermosa. Cada vez que estuve en su presencia, vi su absoluta alegría por la vida y su verdadero orgullo por su familia. Sus logros fueron grandes desde el inicio hasta el fin. ¡Fue verdaderamente un hombre maravilloso y todos lo van a extrañar!

Niall Bradley: Sarah McLendon, una periodista de Texas, le dijo a Papá Bush en 1992: "¿Qué va a hacer la gente si alguna vez se enteran de la verdad sobre Irak-gate e Irán-Contra?" Su respuesta: "Sarah, si el pueblo estadounidense alguna vez descubren lo que hemos hecho, nos perseguirían por la calle y nos lincharían."
Si un hombre mata a mucha gente, su legado es el de un asesino en serie. No hay nada más que alguien pueda lograr en su vida que pueda eclipsar el significado del acto de arrancar violentamente la vida de miles de cuerpos humanos. No me importa si empezó una obra de caridad, si dio un discurso de graduación, o si amaba mucho a su esposa. Si cometió crímenes de guerra, atacó a sabiendas a refugios civiles y atacó deliberadamente la infraestructura civil de una nación para obtener una ventaja estratégica después de la conclusión de una guerra basada en mentiras, entonces es un asesino en masa que también puede haber hecho otras cosas mucho menos significativas durante el resto de su tiempo en este planeta. Eso es lo que es.

El asesinato es tratado como el crimen más grave que cualquiera puede cometer en las sociedades de todo el mundo porque es la violación más atroz posible de la soberanía personal. Cuando asesinas a alguien, dominas voluntariamente su voluntad y le quitas todo, sin ninguna posibilidad de que recuperen nada de eso. Esto no deja de ser cierto si alguien está sentado en una oficina que le permite asesinar a la gente sin miedo a las consecuencias. Si uno asesina a una persona, entonces lo que es por el resto de su vida, en primer lugar, es un asesino, porque el asesinato es un crimen enormemente significativo. Si asesina a un gran número de personas, entonces lo que es, es un asesino en masa.

George HW Bush era un asesino en masa. Ese es su legado. Eso es lo que era. Cualquier discusión sobre la vida del hombre que no ponga este legado definitorio en el centro por un margen muy amplio está siendo deshonesta sobre lo que es el asesinato, y lo está haciendo por lealtad a una estructura de poder corrupta que permite el asesinato sin consecuencias a gran escala, siempre y cuando ocurra de acuerdo con la voluntad de esa estructura de poder.

Cada vez que llevo a cabo mi acostumbrada celebración pública en las redes sociales después de que muere un cerdo de guerra, hay gente que me dice que esperan que muera por decir algo así. Y, por supuesto, soy consciente de que estoy cortejando la controversia al decir inmediatamente después de la muerte de alguien que el mundo está mejor sin él, y de que las reacciones hostiles necesariamente vienen acompañadas de ello. Pero también creo que revela mucho sobre la deificación de estas élites asesinas de niños que el simple hecho de estar contentos de verlos salir de este mundo, pacíficamente en la vejez y en sus propios hogares, sea visto como una ofensa tan imperdonable que merezca nada menos que la muerte. Supongo que así de alto es el pedestal en el que hay que colocar a alguien por encima de la gente común para ver sus actos de asesinatos en masa como pequeñas debilidades insignificantes en lugar de atrocidades horribles que definan toda su personalidad. A los ojos del público ampliamente propagandizado, son dioses, como lo deja muy claro la incesante y aduladora beatificación de Papi Bush.

Los presidentes de los Estados Unidos no son especiales. Cuando ordenan el exterminio de un gran número de vidas humanas sin una razón legítima, son tan culpables como usted o yo lo seríamos si asesináramos a cada una de esas personas nosotros mismos, personalmente. Y si usted o yo hubiéramos hecho algo así durante nuestras vidas, ambos sabemos que la gente no pasaría su tiempo después de nuestra muerte hablando de lo agradables y encantadores que éramos.

George Herbert Walker Bush fue un asesino en masa, y la única razón por la que ese hecho innegable no domina el discurso público hoy en día es la miopía causada por una dinámica de poder profundamente injusta.
Sobre la autora

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