Traducido por el equipo de Sott.net en español

La aceptación y la bondad de las personas que pueblan el norte del paralelo 49 se extiende por todo el espectro político. Es una característica de la que el pueblo canadiense está orgulloso sin importar su lealtad política. Cuando interactúo con mis compatriotas canadienses, a menudo recuerdo la sensata sabiduría de Platón: hacer daño a los demás es hacerte daño a ti mismo; toda la humanidad tiene el potencial creativo para la genialidad, sin importar el color de la piel o la clase económica. Sin embargo, lo que más llama la atención hoy en día en el paisaje canadiense es la sordera ante el sufrimiento real que se ha importado de la Nueva Izquierda estadounidense. Y este es un fenómeno nuevo, en términos relativos.
Trudeau
El líder niño-hombre de Canadá: Postureo ético - El chico de portada de la era políticamente correcta de la humanidad
Cuando fue electo por primera vez, le di a Trudeau un visto bueno cauteloso por sus comentarios a favor de China y por decir que la deuda no es algo terrible si se gasta sabiamente. También le di una calificación aprobatoria por tener un gabinete que cumplía con todas las características progresistas. Sin embargo, lo que se ha hecho cada vez más evidente con el paso de los días ocupando el trono de arce en Ottawa, es que el pueblo canadiense fue engañado de la manera más grotesca. Y fuimos engañados, no sólo por Trudeau, sino por nuestras buenas intenciones.

Hoy en día, las voces de la izquierda más fuertes en Canadá provienen de los habitantes de las ciudades que dictan la política para las zonas rurales y suburbanas de todo el país. Y la más fuerte de esas voces viene de la Columbia Británica, el hogar del recorte original de los impuestos corporativos canadienses, umm, el Impuesto al Carbono. Estos eco-activistas tienen buenas intenciones, ¿cierto? Quiero decir, realmente, ¿qué buena persona en su sano juicio no querría salvar el medio ambiente, a los animales y a los migrantes de las zonas de guerra que sólo quieren ser parte de nuestra sociedad pacífica? Es una buena idea, en teoría, pero las soluciones que ofrecen los trajeados neoliberales de Ottawa a estos problemas no abordan las causas. En resumen, como casi siempre es el caso, no basta con ser canadienses de gran corazón y buenas intenciones.

Justin Trudeau ha abusado de la paciencia de los canadienses, el ex profesor de teatro que ahora es primer ministro, actúa en el escenario global tergiversando y traicionando al pueblo canadiense casi a diario. Enviar casualmente 50 millones de dólares en un fondo de educación africano para niñas jóvenes en un tuit a Trevor Noah sólo huele a buenas intenciones, ¿verdad? Los impuestos al carbono (de tope e intercambio) para salvar el medio ambiente [porque la economía del derrame de la riqueza hacia las bases funciona tan bien] "forzando" a las corporaciones a ahorrar miles de millones de dólares en compensaciones de impuestos por contaminar el medio ambiente, simplemente exclama a gritos que estamos tratando de hacer lo correcto aquí, ¿cierto?

Los canadienses son conocidos por decir "lo siento" MUCHO. Es un instinto cultural, no sólo porque somos un pueblo educado y tolerante, sino también porque tenemos un sentido innato de responsabilidad mutua y porque somos el vecino del norte subordinado de la mayor fuerza militar y económica del planeta. No se nos considera muy relevantes en el escenario mundial, y a los canadienses les gusta que así sea porque, en general, el pueblo canadiense se preocupa respetuosamente de sus propios asuntos. Nunca ha habido un auditorio lleno en la ONU para el discurso de un primer ministro canadiense y realmente no nos importa. Los canadienses tampoco se jactan de sus buenas acciones. En otras palabras, como pueblo, no hemos sido conocidos por el postureo ético. Hasta ahora.

La mayor parte de Canadá se encuentra cubierta de nieve durante 6 a 8 meses al año, excepto la costa oeste, donde vive la mayor parte de los ecologistas. Los canadienses entendemos que para sobrevivir dependemos los unos de los otros y que hemos esperado con razón una política gubernamental responsable con ese fin (esto ha sido una compensación aceptada por tener impuestos más elevados). Cuando hace -50 grados y ves a alguien tambaleándose borracho sin gorra ni guantes, un canadiense no duda en detenerse con la pretensión de encender una hoguera. Si eso no funciona, no dudaremos en llamar a los servicios de emergencia para que se involucren. Si usted se encuentra varado al costado de la carretera entre Brandon y Winnipeg en febrero, tiene la garantía de que alguien se detendrá y le preguntará qué puede hacer para ayudar. Pero, a pesar de las apariencias (más superficiales), Trudeau no representa este espíritu. Él ha traicionado las buenas intenciones de los canadienses.

Debido a nuestra ubicación geográfica y a la diversidad de clima de costa a costa (entre otras cosas), los canadienses tienen una mezcla cultural única de valores socialistas y libertarios. Esto se traduce en responsabilidad social y respeto por el individuo simultáneamente. En otras palabras, somos un pueblo muy tolerante, hasta que no lo somos. Trudeau ha secuestrado nuestros valores sociales en el escenario mundial (fomentando la destrucción que Harper desplegó contra el espíritu canadiense) al presentar a Canadá ante el mundo como un neófito sirviente espadachín globalista del postureo ético. Ha confundido nuestro sentido interno de comunidad con la confianza en nuestro gobierno federal. Ha confundido nuestra naturaleza de aceptación con la tolerancia al abuso. Ha confundido nuestro sentido de responsabilidad con la culpa. El pueblo canadiense no tiene nada de qué sentirse culpable, pero a nuestro gobierno federal le gustaría que el mundo pensara que sí. Los canadienses están contraatacando, habiendo un 88% (encuesta en línea de CTV) de rechazo al Pacto Mundial para las Migraciones de las Naciones Unidas, al que Trudeau se adhirió de todos modos.

En Canadá se arraigó una nueva forma de miasma neoliberal que traiciona nuestras raíces como pueblo acogedor. Este proceso comenzó seriamente durante la ocupación, cuando los demócratas estadounidenses de la época de Obama comenzaron a infiltrarse fuertemente en la juventud de la Columbia Británica a través del Sierra Club y otras ONG ambientales. Esta gente, que ha sido amaestrada y financiada abiertamente durante los últimos 10 años, fue expuesta recientemente en un reportaje de Vivian Krause emitido en Global News. Detalla cómo los grupos ecologistas que se oponen al oleoducto Trans-Mountain, que se supone que traerá petróleo de Alberta al puerto de la Columbia Británica, han sido financiados por las grandes empresas de tecnología de California y por la Fundación Tides de Soros.

La industria petrolera de Alberta está tocando fondo, habiendo anunciado el primer ministro Notley que reducirán la producción de petróleo hasta que haya un mercado equitativo para su petróleo sobreproducido y subestimado. Las organizaciones y sus activistas que se oponen al oleoducto Trans-Mountain han sido bien financiadas y organizadas, e incluso han ingresado en el gobierno provincial de la Columbia Británica. Son estos mismos intereses del Estado Profundo estadounidense los que están detrás de Trudeau y Chrystia Freeland, su controladora, a través de una organización llamada Canadá 2020.

El objetivo de estos grupos en los últimos diez años era formar un gobierno, y tuvieron éxito. Hoy en día, el Partido Verde de la Columbia Británica, unido en una coalición con el Partido Nuevo Demócrata de la Columbia Británica (tradicionalmente un partido orientado al trabajo), está en el poder en la provincia. Una vez más, estos grupos, y sus partidarios dispersos por todo Canadá, son las únicas personas que resuenan con el mensaje de Trudeau. Y el resto de la Vieja Izquierda en Canadá, mejor caracterizada como del estilo de Corbyn, está hirviendo de conmoción, incredulidad e ira por aquello en lo que Canadá se ha convertido. Lo que sigue es un buen ejemplo de la locura colectiva de esta ideología importada de la Nueva Izquierda.

Bella Coola, Canadá

Los controles ambientales de la política en Canadá han sido apoyados por la ingenua creencia de que las políticas ambientales promueven la unidad con la naturaleza, y que darán como resultado a) la armonía cultural a través de la tolerancia forzada, y b) detener el sangrado financiero que Canadá ha experimentado desde que nuestra economía fue superada por las multinacionales estadounidenses a través del TLCAN. Esto se ha traducido en el consentimiento para las políticas de los urbanitas que han forzado a la pequeña ciudad de Bella Coola, en la costa oeste, a adoptar el avistamiento de osos como una industria y a detener la matanza de osos pardos en su totalidad en el transcurso de 20 años. Los resultados han sido impactantes, devastadores y peligrosos para los residentes de Bella Coola. Los osos pardos, que antes estaban limitados por no estar acostumbrados a los humanos, ahora están libres de vagar por la ciudad para que la industria del avistamiento de osos pueda prosperar. Los grupos de excursión de aventura y de observación de osos se jactan de poder sentarse en el porche delantero de un chalet mientras observan cómo los osos y sus cachorros se comen la hierba a unos pocos cientos de metros de distancia. ¿Suena ideal y sereno? No lo es.

Hoy en día, los ricos de todo el mundo se escabullen en un entorno privado y tranquilo hecho a medida para su tiempo libre, mientras que los residentes de la ciudad deben patrullar las calles todas las noches para protegerse de los "visitantes", que pesan entre 135 y 230 kilos, y comen carne humana. Los niños ya no pueden jugar con seguridad en los patios traseros por la noche o en los terrenos de la escuela durante el día. Los propietarios de viviendas, una vez que pueden mantener jardines y árboles frutales, tienen el mandato de retirar los alimentos lo antes posible, a menudo antes de que los frutos estén maduros, de modo que no se les impongan multas por delitos que atraigan a la vida silvestre. Al diablo con las cercas eléctricas y la vigilancia; esos superdepredadores territoriales no son disuadidos por los esfuerzos de los residentes: porque son territoriales y depredadores. Para un oso, un ser humano sabe igual que cualquier otro, incluyendo los ecologistas. Los osos pardos son sobrevivientes de la edad de hielo y han descubierto que pueden sortear las cercas eléctricas cavando túneles debajo de ellas.

Este tema ha atraído tanta atención que se envió a un reportero de Nueva York para que lo investigara. Las agencias de noticias locales y nacionales presentaron sus informes; la mayoría de ellas conmocionadas por lo que la población local está soportando a diario. La situación en Bella Coola llamó la atención internacional cuando un propietario local, filmado por su esposa, le disparó a un oso pardo en su propiedad unos 3 segundos antes de entrar corriendo a su casa a salvo. El oso había estado acechando el vecindario del propietario y a pesar de los repetidos intentos de ahuyentar al oso usando los medios legales restrictivos (opresivos) a disposición de los residentes, el propietario se vio obligado a usar perdigones contra el oso grizzly. La puntería del propietario era buena, pero el oso pardo sólo estuvo incapacitado el tiempo suficiente para que él entrara en su casa. Los osos pardos tienen glándulas suprarrenales muy grandes que les permiten destrozar cualquier amenaza percibida, especialmente si sólo han sido heridos pero no incapacitados. La única manera de incapacitar a un oso grizzly cargado de adrenalina es con una bala bien colocada. El hombre tuvo suerte de estar vivo, y también la tienen sus dos hijos pequeños que solían jugar en ese patio trasero.
Grizzly shot bella coola
Aunque la caza de trofeos fue finalmente prohibida en 2017 en BC, los permisos de Caza de Entrada Limitada (LEH, por sus siglas en inglés), usados como una herramienta de manejo para el control de la población de osos por parte de los conservacionistas, se han ido reduciendo lentamente durante los últimos 20 años debido a las mal informadas "buenas intenciones" de los habitantes de las ciudades. El LEH, confundido con la caza de trofeos gracias a los ecologistas, había sido utilizado para el control de la población de osos en las proximidades de las poblaciones humanas. En cambio, los ecologistas utilizan la pancarta de "caza de trofeos" a propósito para manipular a los habitantes de la ciudad para que apoyen su causa. Antes de que las cacerías fueran completamente prohibidas, el gobierno provincial de Columbia Británica calculó que los ingresos provenientes de la observación de osos serían mayores que los de la caza. Los ingresos actuales son de millones, pero los residentes locales no se están beneficiando. El turismo para los súper ricos beneficia a los guías turísticos que en su mayoría viven fuera de la ciudad durante la temporada baja, mientras que los trabajos en la industria del turismo pagan el salario mínimo a la mayoría de los empleados. Los residentes de tiempo completo, que ya han sufrido décadas de desindustrialización bajo la bandera de las campañas ambientales contra la tala de árboles, aceptan los empleos de salario mínimo ofrecidos por la ahora hegemónica industria turística con muy pocas opciones.

Los osos pardos se están acostumbrando tanto al contacto humano, que están irrumpiendo en las casas de la gente, volcando sus refrigeradores y congeladores mientras los residentes se encierran en las habitaciones por seguridad. El problema se ha extendido al Yukón y ha culminado en la muerte de una madre joven y de su hija de 10 meses (se las comieron). Como si la amenaza de los osos pardos no fuera suficiente, los ecologistas y sus partidarios regularmente desean la muerte de aquellos que se defienden a sí mismos y a sus familias de estos superdepredadores, por el crimen de vivir en áreas rurales. Como Jim Shockey señala acertadamente en el enlace anterior, las agendas políticas rurales que complacen a lo que los habitantes de la ciudad perciben como socialmente aceptable, están matando a seres humanos sin sentido y sin necesidad. La gente que está empezando a darse cuenta de este fraude está enfadada y con razón.

Por cierto, algunos de los naturalistas que presionaron para poner fin a la caza del trofeo son ahora empleados altamente remunerados de estos puntos de venta del avistamiento de osos. A lo largo de todo este proceso, los verdaderos conservacionistas han sido sofocados por ambientalistas de doble propósito que abogan por los derechos de los animales, convirtiendo la conservación en la preservación de los superdepredadores al personificar a las criaturas cuyos instintos son matar. La sumisión al oso es igual a la sumisión a la causa.

Los chalecos amarillos de Canadá

Los canadienses se desprecian a sí mismos. ¿Qué puedo decir? Tenemos una población muy pequeña repartida en un paisaje diverso y grandioso, sentada justo encima del espectáculo de fenómenos políticos que son los Estados Unidos de América. Pero el autodesprecio de los canadienses, no debe confundirse con la autoflagelación a pesar de lo que estos neófitos jipis de segunda generación nos imponen al resto de nosotros. Las buenas intenciones y la ingenuidad de los canadienses se han utilizado contra nosotros de la manera más grotesca e irresponsable.

Trudeau ha estado pidiendo disculpas en nombre de los canadienses a los indígenas de las Primeras Naciones, a los LGBT, a los japoneses y a los antiguos refugiados. Sus disculpas han dado en el blanco de los nuevos observadores políticos de izquierda menos experimentados en los "sentimientos". Pero es exagerado, tanto es así que las disculpas, además de ser bastante superficiales, están creando un retroceso de la Vieja Izquierda y de todo el espectro político canadiense. Mientras Trudeau ha estado tratando de "corregir" el pasado, el presente y el futuro se dejan a la política de género. Como un "elefante sin trompa", Trudeau sugirió en el G20 en Argentina que los proyectos de infraestructuras deben ser restringidos debido a los impactos de género de los trabajadores de la construcción en las áreas rurales. Esta versión de la realidad no resuena con los residentes de Alberta ni con los canadienses en general, excepto por el grupo muy selecto y muy ruidoso de gente del tipo que ha perpetuado la situación en Bella Coola. Este grupo de personas, en su mayoría activistas de los derechos de los animales que viven en las ciudades de Vancouver y Toronto, también piensan que el planeta debería ser despoblado, que estamos en una situación capitalista de muerte y que sólo nos quedan 12 años para vivir en el planeta. Al mismo tiempo, dando a las corporaciones recortes de impuestos (Impuesto al Carbono) respaldados sólo por la falsa culpabilidad de la clase media por conducir hacia y desde el trabajo.
Edmonton yellow vests
Manifestantes de chalecos amarillos protestan en Edmonton el pacto de migración de la ONU y el impuesto al carbono.
Lo que le ha pasado a Canadá recuerda los procesos mentales de las víctimas de un narcisista. "La autoflagelación es una característica de aquellos que eligen vivir con un narcisista (y es una elección). Los sentimientos de culpa constantes, el autorreproche, la autorrecriminación y, por lo tanto, el autocastigo, caracterizan las relaciones que se forman entre el sádico narcisista y el compañero o compañera que depende del masoquista". Lo que hace un narcisista es tomar la legítima, aunque no sea realista, culpa y autodefensa y explotarla para controlar, convirtiendo a la víctima en un esclavo emocionalmente sumiso y dócil. Con más de 40.000 personas uniéndose al movimiento de los chalecos amarillos en Canadá, le estamos demostrando al narcisista petulante en jefe de Canadá que no somos sumisos ni dóciles. Elegimos ya no ser más víctimas.

Hay una calidad dispar entre lo que la Vieja Izquierda en Canadá representaba y en lo que se ha convertido la Nueva Izquierda, gracias a la infiltración de Estados Unidos en los últimos 10 años. Mientras que la Nueva Izquierda apoya ciegamente y confía en la agenda de Trudeau, la Vieja Izquierda en Canadá recuerda lo que fue enfrentarse a la toma de poder corporativa que fue el TLCAN, y enfrentarse a la guerra de EE.UU. contra Irak, incluso en Vietnam.

Sin embargo, lo que se les pide a los canadienses que toleren hoy en día hace que las cargas anteriores palidezcan en comparación. Están apareciendo informes de niños migrantes, no acostumbrados a la cultura occidental y desanimados a integrarse, defecando en los patios de las escuelas durante el recreo, y de niños jóvenes que abofetean a otras niñas por no llevar la cabeza cubierta, sin una palabra de parte de los profesores temerosos e intimidados. La muerte de una joven en Burnaby este año por un refugiado sirio es sólo una muestra de lo que los canadienses pueden esperar sin escrutinios adecuados. La Nueva Izquierda, los más firmes partidarios de Trudeau, han amontonado una falsa culpa en los canadienses por nuestro nivel de vida, por nuestra robusta cultura, por nuestros valores tradicionales y por nuestro sentido de comunidad. Y los canadienses están viendo a través de esta farsa. Los canadienses ya han tenido suficiente.

Los chalecos amarillos de Francia

Las manifestaciones en Francia contra Macron no se refieren sólo a un aumento de los impuestos sobre el combustible o a la migración. El pueblo francés, al igual que los canadienses, está cansado de poner su fe en los líderes que representan un sistema que sirve al modelo corporativista de servidumbre, y que ponen en último lugar las vidas de las personas que los eligieron para que las representaran. Este proceso se inició hace dos años en Estados Unidos con la elección de Trump, quien, a pesar de sus fallas, habla de la soberanía de las naciones, no la de los globalistas. Los canadienses también quieren a los canadienses primero y por una buena razón.

El error más grave de la Nueva Izquierda es que, al no reconocer la falsedad de sus políticas, han suscrito la mentalidad de Suma Cero que el neoliberalismo ha forjado en Occidente. Es de este juego de suma cero de donde viene nuestra falsa culpa, y lo que nos mantiene subordinados a los líderes que apoyan el mismo falso juego. Los canadienses de todo el espectro político, durante décadas, abrazaron la abundante prosperidad que provenía de nuestros generosos programas sociales, pagados por todos los canadienses. Después de décadas de esta prosperidad, hemos permitido que esta Nueva Izquierda nos lleve a una mentalidad amedrentada por medio de la culpa que nos encadena a los dictados de las agendas globalistas y corporativas. Los sindicatos que lucharon por mejores salarios elevaron los estándares no sólo para sus propios miembros, sino para todos los trabajadores. En cierto punto, el nivel de vida de Occidente también dio un mejor nivel de vida a Afganistán, Irán, Siria, Oriente Medio y África. La economía neoliberal y de Suma Cero trató de borrar esta era de abundancia y prosperidad en nuestras mentes, que dominó el mundo durante un breve período bajo el gobierno de JFK, hasta que las economías de guerra de EE.UU. y Europa trajeron muerte y destrucción en masa a Oriente Medio y África. (Los refugiados que Trudeau trae a Canadá son de los mismos países que Occidente ha estado destruyendo durante los últimos 20 años). Es esta economía de suma cero en todo el mundo provocada por el neoliberalismo político y cultural a instancias de las dictaduras corporativas y de los banqueros la que debe ser detenida.

Yellow vests france
Los movimientos de los chalecos amarillos en Francia y ahora en Canadá tienen el potencial de llevarnos a una nueva era de prosperidad. Si se estudia la lista de demandas de los Gillet Jaunes, la más importante de ellas es la separación bancaria. En los Estados Unidos, la separación bancaria se conoce como Glass Steagall. El nuevo gobierno anti-UE de Italia también está presionando con éxito a favor de la separación de los bancos. En Canadá, se le conoce como los Cuatro Pilares, y es uno de los pasos clave para liberarnos del fraude de la economía de Suma Cero.

En Canadá, al igual que en Francia, se está produciendo un cambio cultural radical que está uniendo a la izquierda y a la derecha. No estamos comprando los modelos conservadores que continúan el fraude de la "Economía de Derrame de la Riqueza". Las ganancias corporativas no se filtran hacia abajo; salen del país hacia paraísos fiscales foráneos y luego regresan a nuestra economía en la forma de una burbuja inmobiliaria. Tampoco aceptamos la economía basada en la identidad de género de la Nueva Izquierda, representada por Trudeau y Macron, que también busca promover la agenda corporativista, cargando una falsa culpa sobre la clase media a través de los impuestos al carbono, ninguno de los cuales va a causas ambientalistas. Todos los caminos de todos los partidos canadienses conducen al mismo sistema financiero que gobierna la UE y que, en última instancia, ha forzado esta revuelta en Francia.

Si Columbia Británica es una indicación para el resto de Canadá, la dirección de Ottawa bajo TODOS los partidos ha comenzado un proceso por el cual la identidad canadiense está siendo borrada. El precio a pagar por estas políticas son nuestras formas de vida, nuestra soberanía y nuestra independencia, y todas las ganancias van a los Globalistas Corporativos, OTRA VEZ. Mis compatriotas canadienses, nuestra confianza en las buenas intenciones de esta Nueva Izquierda se ha perdido por completo. El Pacto Mundial sobre Migraciones es sólo el principio del fin, a menos que los canadienses se solidaricen con las reivindicaciones de los chalecos amarillos en Francia y lleven su estandarte de vuelta a casa.