Pese a los avances tecnológicos en el campo de la agricultura, el uso de una tecnología prehispánica como la chinampa prevalece en nuestros tiempos, debido a su efectividad y a que podría convertirse en una propuesta para hacer frente a los retos del cambio climático.
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Así lo consideran quienes trabajan desde hace más de cinco años en el proyecto Chinampayolo, cooperativa que ha demostrado que la suma de voluntades y talentos pueden convertirse en una estrategia clave para generar resiliencia.
Eso es lo que ocurre en Xochimilco, donde las aguas de los canales han reducido su cauce debido a que las fuentes principales de las que se alimentaba fueron entubadas durante el Porfiriato "para distribuir agua a una creciente Ciudad de México".

Desde entonces, el crecimiento de la mancha urbana no se ha detenido, y hoy Xochimilco forma parte de la Ciudad de México, con las respectivas consecuencias de la urbanización, como la desecación de sus canales, los cuales apenas sobreviven por la recarga que le proporcionan las aguas residuales del Cerro de la Estrella.

Es precisamente en el corazón de Xochimilco donde prevalece la cultura milenaria de los mexicas, y que productores como Miguel del Valle, comparten con orgullo para las nuevas generaciones que deseen incursionar en esta tecnología.

En entrevista con Notimex, Del Valle revela que las chinampas ubicadas en el Paraje Almoloya resguardan estos secretos, de manera que quien acude a visitarlas descubre que el tiempo parece haberse detenido en un momento del México antiguo.

Encargado de trabajar este paraje, con la ayuda de compañeros, hijos y nietos, Miguel explicó que esta tecnología no es para guardarse, sino para compartirse, y por ello a través de Chinampayolo se brinda capacitación y la oportunidad de experimentar lo que es producir, cosechar y cuidar una chinampa.

Para muestra, basta un botón. Solo es cuestión de ver los sembradíos contenidos en la chinampa para descubrir que "se puede cultivar de todo, desde verdolagas, caléndula, girasoles, tomate de cáscara, berenjena, betabeles, hinojo, chiles, frijol, jitomate, papa y un sinfín de productos".

La técnica es aprovechar el agua del humedal que sirve para mantener la tierra lo suficientemente nutrida y humedecida para producir con eficiencia al igual que lo hicieran nuestros ancestros prehispánicos.

Para ello, su familia se ha basado en la siembra de productos con base en abonos orgánicos, libres al 100 por ciento de los químicos. Incluso cuando les llega a dar plaga, relató, dejamos que esta se termine el producto y esperamos a que la tierra se recupere sola antes que utilizar un químico que envenene la tierra".

Chinamperos como Miguel, se han sumado al proyecto de Chinampayolo para intercambiar experiencias, de ahí que hoy sus chinampas también se hayan convertido en un santuario con canales internos que resguardan aguas más limpias.

El resultado, nuevas generaciones de ajolotes, pero además del regreso de especies endémicas como patos, ranas, peces y otros que indiscutiblemente han regresado para quedarse en lo que hoy es "un oasis para su existencia".

Pedro Mendez Rosas, chinampero y promotor de la unión para Chinampayolo, suman fuerzas para rescatar al Xochimilco. Su interés, lo llevó a buscar experiencias externas, lo que lo llevó a visitar a las monjas del monasterio de María Inmaculada de la Salud de Pátzcuaro, de quienes aprendió la experiencia de cuidar el "achoque", primo del ajolote.

Y es que, hasta hace poco, el ajolote xochimilca ya solo se reproducía en peceras o estanques especiales, ya que el agua de los canales está tan contaminada que su supervivencia es casi nula, salvo por algunos ejemplares que se han hecho resistentes.

Dichos ejemplares que prevalecen en los canales difícilmente llegan a reproducirse, ya que además de que son pocos los que encuentran pareja, se enfrentan al problema de las carpas y trilapias que los depredan en su estado larvario, reduciendo su supervivencia a casi cero.

Así lo reveló Felipe Barrera, representante de la sociedad cooperativa Chinampayolo, y que nos conduce a la chinampa más avanzada del proyecto, en donde se ha registrado desde febrero pasado la primera camada de ajolotes que se reprodujeron en estado salvaje.

En entrevista, comentó que a pesar de este éxito no han bajado la guardia, y continúan con sus criaderos en tinajas especialmente acondicionadas para la reproducción del anfibio prehispánico.

El reto, dijo, es lograr que más chinampas se sumen a la estrategia difundida por Chinampayolo y que con el tiempo se logre no solo tener canales interiores, sino incluso canales principales con sistemas de biofiltros que permitan aguas más limpias y saludables, como las que siempre han caracterizado al humedal de Xochimilco.

Chinampayolo continúa con su labor, y aunque de momento sólo lo constituyen 10 familias chinamperas, trabaja exitosamente como una cooperativa-asociación civil que se han enamorado del proyecto.

Al respecto, Leonel Efraín Marín Betazos, investigador colaborador del Instituto de Biología de la UNAM reveló la labor que hoy tiene el Laboratorio de Restauración Ecológica, donde los chinamperos de Chinampayolo se reúnen a intercambiar sus experiencias y a aprender aún más como ser más eficientes.

Para ello, mediante el proyecto Chinampayolo ha buscado intercambiar información con los chinamperos para enriquecer la producción con un conocimiento mutuo de agricultura orgánica.

Esto, dijo, ha cobrado importancia sobre todo si se considera que la agricultura convencional tiene agroquímicos y sus consecuencias han sido severas.

A través de este vinculo se ha buscado alternativa a este nuevo sistema moderno de agricultura que suele ser muy severa y en ese sentido han descubierto que las técnicas ancestrales y que se están retomando de manera exitosa, concluyó.