Traducido por el equipo de Sott.net en español

El alboroto y la histeria de la investigación de Mueller han terminado con un gemido, no con la anticipada explosión. No hubo colusión rusa. Ahora los Estados Unidos deben enfrentarse a una histeria partidista que amenaza la nación.
Trump
© Kevin Lamarque/Reuters
Durante 675 largos días y noches, los estadounidenses fueron el público cautivo de un juicio de 25 millones de dólares conocido como "Russiagate", que se clasifica como uno de los circos políticos más alocados de la historia de Estados Unidos, compartiendo los elogios con asuntos como Zippergate y Watergate. Ahora, después de gastar la última de sus municiones, la investigación inflada por los medios de comunicación promete convertirse en otro monumento duradero al impecable genio político de Washington. La debacle ha terminado finalmente; la malvada cacería de brujas ha muerto ["the wicked witch hunt is dead" en inglés; referencia a la frase de El Mago de Oz "the wicked witch is dead", la malvada bruja ha muerto.- NdT].

El fiscal general William Barr anunció el fin de semana lo que mucha gente ya sospechaba desde hacía tiempo: la investigación de Mueller no tenía ninguna prueba de que la campaña de Trump "conspirara o coordinara" con Rusia para derrotar a Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016. Sobre el punto de que Trump "obstruyera la investigación", posiblemente a través de su compulsión por Twitter, Mueller no dio una respuesta definitiva.

El vicepresidente Mike Pence calificó las conclusiones como una "reivindicación total" de Donald Trump y "nuestra campaña", enfatizando que no habría más imputaciones.

Donald Trump: Ninguna colusión, ninguna obstrucción, completa y total exoneración. ¡Mantengamos a Estados Unidos Grande!

Melissa A.: "Píldoras difícil de tragar. Mueller no halló colusión."
Lo que fue particularmente alarmante acerca de la investigación es que cualquier persona conectada remotamente con Donald Trump -las estrellas porno incluso estaban en consideración- fue llevada una por una ante la farsa de juicio de Bob Mueller. Sin embargo, los acusados y condenados siempre carecieron de un elemento esencial: una conexión rusa.

El ex estratega político de Trump, Paul Manafort, por ejemplo, fue finalmente condenado por fraude fiscal y ahora está condenado a cumplir una larga pena de prisión, a menos que Trump le perdone. La inquisición portadora de antorchas también se presentó ante la casa de Roger Stone, otro consultor de Trump, que fue sacado de la cama por un escuadrón SWAT completamente armado, junto con un equipo de cámaras de CNN detrás de ellos. Extraño comportamiento para un país que nunca deja de presumir de sus credenciales democráticas. La lista sigue y sigue. Estos trabajos tan exitosos para la televisión fueron excelentes para las audiencias, así como también para las ganancias publicitarias. Sin embargo, esos métodos exagerados, tomados directamente de una pesadilla orwelliana, fueron una compensación barata por lo que brillaba por su ausencia desde el principio: de nuevo, el eslabón perdido entre Trump y Rusia.

Pero ¡ay de la persona que intente convencer a los demócratas de la inocencia de Trump!

Para muchos liberales, que han sido torturados durante mucho tiempo por la excitante fantasía de la acusación de Trump, seguido de un sensacional juicio político, ahora se encuentran en la terminal de Russiagate, incapaces de comprender que el tren ya ha dejado la estación. Pero no deberían haber sido sorprendidos sin darse cuenta de que Robert Mueller, de 74 años, decidió tirar la toalla con respecto a la investigación antes de tiempo. Después de todo, cada hombre tiene sus limitaciones mentales y físicas, y la investigación de 22 meses -que consistió en 37 acusaciones, unas 2.800 citaciones y 500 entrevistas a testigos- estaba afectando a todos.


Sarah Sanders: El Consejero Especial no encontró ninguna colusión ni obstrucción. El Fiscal General Barr y el Fiscal General Diputado Rosenstein determinaron además que no hubo obstrucción. Los hallazgos del Departamento de Justicia son una completa y total exoneración del Presidente de los Estados Unidos.
Aunque los demócratas querían desesperadamente que la investigación llegara hasta el final, es decir, hasta las elecciones presidenciales de 2020, Mueller, bajo el mando de un nuevo alguacil, William Barr, les negó ese lujo. Pero la investigación ya se estaba saliendo de la pista antes de eso.

El mes pasado, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff, amenazó con hacer que el Consejero Especial Mueller, que ha permanecido fuera del centro de atención durante los procedimientos, testificara ante el Congreso sobre su manejo de la investigación. Eso pudo haber sido la gota que colmó el vaso de Mueller, por así decirlo.

En cuanto a la cuestión de que Trump sea absuelto de cualquier delito, Schiff y sus compañeros demócratas no están dispuestos a ceder en ese punto todavía. La cuestión de la obstrucción mantiene vivas sus esperanzas. El demócrata de alto rango le dijo a George Stephanopoulos:
"Podría haber pruebas abrumadoras sobre el tema de la obstrucción. Y no sé si ese es el caso, pero si hubiera evidencia abrumadora de crimen de parte del presidente, entonces el Congreso tendría que considerar ese remedio si levantar cargos quedara excluido."
Los demócratas parecen estar recibiendo cierto aliento de Barr, quien ofreció un poco de esperanza cuando dijo que el informe de Mueller "no concluye que el presidente cometiera un crimen", pero "tampoco lo exonera". Pero entonces, por otro lado, ¿por qué se esperaría que Mueller exonerara al presidente en ausencia de cualquier crimen?

This week: El representante Adam Schiff dice que "es demasiado pronto" para determinar si el Congreso ya no va a considerar la impugnación.

"Si hubiera evidencia abrumadora de crimen de parte del presidente, entonces el Congreso tendría que considerar ese remedio si levantar cargos quedara excluido."
Para subrayar la acrimonia que existe entre los dos bandos políticos, Schiff llevó su ataque más lejos, argumentando que era un error que Mueller "confiara en las respuestas escritas del presidente [en vez de aparecer en persona]... porque el presidente es alguien que parece patológicamente incapaz de decir la verdad durante largos períodos de tiempo".

En este punto, nos enfrentamos a una simple pregunta que podría tener implicaciones de largo alcance en el sistema político estadounidense: ¿Adónde va la caravana desde aquí? Ahora que Trump parece haber sido reivindicado y ha tomado el asiento del conductor, ¿buscará venganza por las indignidades que ha sufrido desde su primer día en la Casa Blanca? ¿O estará agradecido de que el hostigamiento haya cesado y pueda finalmente concentrarse en otros asuntos más urgentes?

Primero, está la muy creíble afirmación de que Trump estaba bajo la vigilancia del gobierno de Obama y de las agencias de inteligencia mientras era el candidato republicano a la presidencia. La excusa para el espionaje fue, por supuesto, la colusión con Rusia. Trump está ahora en posición de buscar justicia legal por esa grave violación, lo que haría que Watergate pareciera una infracción de estacionamiento en comparación. Se pone mejor.

En otra ocasión, el ex director adjunto del FBI Andrew McCabe dijo que rechazó la alarmante sugerencia del Fiscal General Diputado Rod Rosenstein de que usara un micrófono dentro de la Casa Blanca para atrapar al presidente y poner en marcha los procedimientos de impugnación. En esto, los demócratas se acercaban peligrosamente al terreno de la traición.

Sin embargo, la mayor indignidad sufrida por Donald Trump incluso antes de que la investigación de Mueller se pusiera en marcha fue el llamado Dossier de Trump y Rusia, ideado por Christopher Steele, un exagente del MI6. Las falsas acusaciones hechas contra el presidente en el informe son bastante malas; en cierto punto alega que Trump participó en actos sexuales indescriptibles durante una visita a Moscú. Sin embargo, el hecho de que el informe se iniciara en nombre del Comité Nacional Demócrata, así como la campaña de Hillary Clinton, a través de una empresa llamada Fusion GPS, es simplemente indignante. A pesar de las ridículas acusaciones, Buzzfeed publicó una copia del informe para que, según ese medio, "los estadounidenses puedan tomar sus propias decisiones sobre las acusaciones acerca del presidente electo...".

Ahora que la investigación de Mueller, en bancarrota, ha cerrado el círculo y ha perturbado muchas vidas a lo largo de su camino, los republicanos y los demócratas se enfrentan a lo que podría ser el momento de la verdad, en lo que respecta a sus futuras relaciones políticas. En ese sentido, es posible que la investigación de Mueller no haya llegado a su fin, sino de hecho haya acabado de empezar.
Sobre el autor

Robert Bridge es un escritor y periodista estadounidense. Ex editor jefe de The Moscow News, es autor del libro Midnight in the American Empire, publicado en 2013.