Hombres, mujeres, niños. Padres, madres, hijos, hermanos. No hubo piedad. Hasta 15 miembros de la misma familia fueron asesinados brutalmente hace 5.000 años cerca del actual pueblo de Koszyce, en el sur de Polonia. Todos, absolutamente todos, murieron de forma violenta, golpeados en la cabeza hasta provocar fracturas craneales. Así eran las tragedias familiares en la Edad de Bronce.
mass neoilithic grave poland
© PNASLa fosa común hallada en el sur de Polonia estaba ocupada por hasta 15 individuos de la misma familia.
No todo fue, sin embargo, cruel y sanguinario en aquél suceso. Porque el asesino (o asesinos) se tomó mucho cuidado a la hora de enterrar a cada uno de los individuos en la posición idónea dentro de una misma fosa común, según se desprende de un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Science .

Los fallecidos pertenecían a una etnia específica de Europa central y oriental conocida como la cultura de las ánforas globulares. Se ubicaba en la zona definida por la cuenca del río Elba en el oeste y la del Vístula en el este, extendiéndose hacia el sur hasta el curso medio del Dniéster y hacia el este hasta alcanzar el Dniéper.

El nombre de esta cultura -que se mantuvo activa entre el 3.400 y el 2.800 a.C.- proviene de las vasijas de cerámica con forma globular y de dos o cuatro asas que se han encontrado en las tumbas de los miembros de este grupo étnico. Además, eran vecinos de la cultura de la cerámica cordada, posibles causantes de la masacre durante un periodo de expansión.

"El tercer milenio antes de Cristo fue un período de grandes cambios culturales y demográficos en Europa que marcó el comienzo de la Edad de Bronce. La gente de la estepa póntica (de Europa oriental) se expandió hacia el oeste, lo que llevó a la formación de la compleja cultura de la cerámica cordada que transformó el panorama genético de Europa", escriben los arqueólogos.
La familia fue cuidadosamente enterrada (PNAS)
© PNASLa familia fue cuidadosamente enterrada.
Los recientes análisis de ADN realizados por los investigadores de la Universidad de Copenhaguen a los esqueletos descubiertos en 2011 ha confirmado el parentesco entre los 15 individuos y ha mostrado que el entierro fue "ordenado y sistemático". Esto sugiere que quien los puso en la fosa conocía a la perfección a esta familia numerosa formada por cuatro núcleos distintos.

Las madres, por ejemplo, estaban enterradas junto a sus hijos, de entre cinco y 15 años. Alguna incluso la pusieron "acunando" a su pequeño. Había también cuatro hermanos (aunque de distinta madre) que también ocupaban puestos unos al lado de otros. En cambio, los padres y otros parientes varones de mayor edad fueron curiosamente separados del grupo principal.

Solo hay un padre presente en la tumba y está situado junto a su pareja y su hijo. Además, hay un bebé de unos dos años que fue sepultado sin sus padres, aunque compartía estrechas relaciones de parentesco con los individuos que tenía a su alrededor. Hay un último caso extraño, el de una mujer adulta que no parece estar relacionada genéticamente con nadie más de la fosa pero que está ubicada al lado de un chico joven "del que pudo estar tan cerca en la vida como en la muerte".

"Los eventos brutales de este tipo -escriben los investigadores- pueden haber sido demasiado comunes en los inestables y tumultuosos inicios del tercer milenio antes de Cristo. Pero toda esa violencia no puede ocultar el fuerte sentido de afiliación y cohesión familiar que prevaleció entre este grupo de personas".