Traducido por el equipo de Sott.net en español

La opinión de los actuales líderes occidentales sugiere que la humanidad tendrá dificultades para sobrevivir en el siglo XXI.
clash of civilizations
Hablemos de una muestra gráfica de poder blando: Pekín fue la sede esta semana de la Conferencia sobre el Diálogo de Civilizaciones Asiáticas.

Organizada bajo la supervisión directa del Presidente Xi Jinping, tuvo lugar en medio de un "Carnaval de la Cultura Asiática". Claro que hubo connotaciones dudosas, cursi y melosas, pero lo que realmente es importante es lo que el propio Xi tuvo que decir a China y a toda Asia.

En su discurso de apertura, el líder chino enfatizó esencialmente que una civilización que se impone a otra es "insensata" y "desastrosa". En el concepto de Xi de un diálogo de civilizaciones, se refirió a las Nuevas Rutas de la Seda, o la Iniciativa de Un Cinturón y Una Ruta (BRI), como programas que "han ampliado los canales de intercambio de comunicación".

La serenidad y la racionalidad de Xi presentan un mensaje claro y contrasta con la campaña "Hacer a Estados Unidos grande otra vez" del presidente estadounidense Donald Trump.

Oeste contra Este y Sur

Compare y contraste los comentarios de Xi con lo que sucedió en un foro de seguridad en Washington poco más de dos semanas antes. Entonces, un burócrata llamado Kiron Skinner, director de planificación política del Departamento de Estado, caracterizó la rivalidad entre Estados Unidos y China como un "choque de civilizaciones" y "una lucha con una civilización e ideología realmente diferente que Estados Unidos no había tenido antes".

Y se puso peor. Esta civilización era "no caucásica"; una resurrección no tan sutil en el siglo XXI del "peligro amarillo". (Recordemos: El Japón "no caucásico" de la Segunda Guerra Mundial fue el "peligro amarillo" original.)

La práctica de "divide y vencerás", condimentada con racismo, explica la mezcla tóxica que se ha incorporado en la narrativa hegemónica de EE.UU. durante décadas. La mezcla se remonta a The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order (El choque de civilizaciones y la recreación del orden mundial), de Samuel Huntington, publicado en 1996.

La pseudoteoría de Huntington, que proviene de alguien que no sabía mucho sobre la complejidad multipolar de Asia, por no mencionar las culturas africana y sudamericana, fue despiadadamente desacreditada a lo largo de vastas franjas del Sur global. De hecho, Huntington ni siquiera inventó el concepto original y defectuoso. Ese fue el trabajo del historiador y comentarista angloamericano Bernard Lewis, que se presenta como un gurú de Oriente Medio en Estados Unidos.

Divide, vence y conquista

Como Alastair Crooke, el fundador del Foro de Conflictos, ha señalado, Lewis predicó sistemáticamente para los estados islámicos el "divide y vencerás" teñido de racismo. Fue un ferviente defensor del cambio de régimen en Irán y su receta para tratar con los árabes era "golpearlos entre los ojos con un gran palo" porque, en su visión del mundo, lo único que respetan es el poder.

Crooke nos recuerda que desde los años sesenta, Lewis ha sido un maestro en la detección de vulnerabilidades en "las diferencias religiosas, de clase y étnicas como medio para poner fin a los Estados de Oriente Medio". Lewis es un héroe a lo largo de cierto espectro; un espectro que incluye al exvicepresidente de los Estados Unidos Dick Cheney y al secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo.

Ahora, vivimos en la era de "Lewis redux". Dado que el mundo islámico está en gran medida sometido, en un estado de torpeza o agitación, el choque de civilizaciones se aplica básicamente, en una escala reducida, a la contención o destrucción del Irán chiíta.

Mientras tanto, el verdadero choque, como insiste el Departamento de Estado, es con China.

Huntington, el sub-Lewis, no incluyó a Rusia en "Occidente". El Departamento de Estado revisionista sí. De lo contrario, ¿cómo podría justificarse "Nixon a la inversa"? ("Nixon a la inversa", recordemos, es la recomendación de Kissinger al presidente Donald Trump: Aplicar el divide y vencerás entre Rusia y China, pero esta vez seduciendo a Rusia.)

Un Pentágono revisionista también propuso el concepto "Indo-Pacífico". La única justificación para la amalgama es que estas dos zonas deben llevar a cabo una política exterior sometida a la hegemonía estadounidense.

La lógica es siempre la división y el dominio y el choque de civilizaciones; divisiones que provocan el caos en toda Eurasia.

Pero esta estrategia se está aplicando en el contexto de una coyuntura histórica crucial: La era en la que la Iniciativa Cinturón y Ruta se está configurando como el plan para la integración progresiva de Eurasia.

¿Quo Vadis, Humanidad?

No es difícil detectar la más leve de las sonrisas en las caras de los estrategas chinos mientras observan "el panorama global" desde el punto de vista de 5.000 años de civilización. El Occidente cristiano como la única hoja de ruta para liberar a la humanidad del mal (de hecho, la base de la Pax Americana) es considerado como una ficción divertida en el mejor de los casos.

Esa ficción se ve ahora francamente peligrosa, revolcándose en el excepcionalismo y la demonización del "Otro" en innumerables formas. El Otro -desde la República Islámica de Irán hasta la China atea, pasando por la Rusia "autocrática"- se califica automáticamente como una manifestación del "mal".

China, por el contrario, es politeísta, pluralista y multipolar, y abarca el confucianismo, el budismo y el taoísmo. Esto se refleja en el impulso actual hacia un sistema mundial multipolar. Lo que importa es la unidad en la multiplicidad, como Xi subrayó en su discurso de apertura. En ella, encontramos a China y Persia, dos antiguas civilizaciones (no por accidente unidas por la antigua Ruta de la Seda) que piensan de la misma manera.

Luego está el espantoso estado del planeta, que empequeñece el actual espectáculo espantoso de la locura política. El geógrafo de la UCLA y autor best-seller mundial Jared Diamond no está siendo muy preciso, pero estima que hay un 49% de posibilidades de que "el mundo tal y como lo conocemos se derrumbe hacia el año 2050".

Como lo resume el autor Nafeez Ahmad:
"Durante los últimos 500 años aproximadamente, la humanidad ha erigido una civilización de 'crecimiento sin fin' basada en un mosaico particular de cosmovisiones ideológicas, valores éticos, estructuras políticas y económicas y comportamientos personales. Este es un paradigma que eleva la visión de los seres humanos como unidades materiales desconectadas, atomizadas, competidoras, que buscan maximizar su propio consumo material como el principal mecanismo de autogratificación".
Lo que estamos viviendo ahora no es un choque de civilizaciones; es una crisis de la civilización.

Si no se cambia el paradigma bajo el cual la mayor parte de la humanidad apenas sobrevive (y hay muy poca evidencia de que así será) no quedarán civilizaciones que choquen.