Hace unos días, se formó una pelea grande entre la casa de subastas Christie's y Egipto por la venta de un busto de Tutankamón, el más famoso de los faraones. La nación africana alega de que la venta se hizo como no era y que había reclamos por la pieza. Y qie la misma se había robado en los años 70

Tutankhamun’s tomb
© Mohamed El-Shahed/AFP/Getty

Mientras, la casa de subastas dijo que era parte de la colección Resandro y que había sido mostrada varias veces. Al final la transacción costó 6 millones de euros.

El 9 de julio, Egipto dijo que no se iba a quedar con esas. Por eso pidió a la Interpol que localice el busto de Tutankamón hecho en arcilla roja, a pesar de la oposición de El Cairo.

Quien inició esta búsqueda policial fue el Comité Nacional para la Repatriación de Antigüedades (NCAR) de Egipto. El organismo dijo que, tras una reunión de emergencia, los fiscales solicitaron a Interpol «publicar una circular para localizar» el busto, alegando una presunta falta de la documentación necesaria para la venta.
«El comité expresa su profundo descontento ante el comportamiento poco profesional» que permitió «vender antigüedades egipcias sin proporcionar los documentos sobre propiedad y las pruebas que demuestren su exportación legal desde Egipto», dijo el NCAR en un comunicado citado por la AFP.
Esas cosas están como muy oscuras. ¿Falta de dinero? ¿No hay permisos? ¿Buscando pelea? No sabemos, pero todas las preguntas caben.

Además, se pidió al Reino Unido «prohibir la exportación de los objetos vendidos» hasta que las autoridades egipcias tengan acceso a los documentos solicitados.

O sea, cero subastas ni nada. Parece ser que la venta del busto fue la gota que derramó el vaso.

El ministerio de Relaciones Exteriores egipcio reclamó a su par británico y a la Unesco que intervinieran para detener el remate.

Pero ese tipo de intervenciones son infrecuentes y solo se llevan a cabo cuando hay pruebas claras de que la legitimidad de la adquisición del objeto por el vendedor es cuestionada.