Se estima que el 7.1 % de la población adulta en los Estados Unidos, experimentó al menos un episodio depresivo en 2017. Las tasas más elevadas se reportan entre las edades de 18 a 25 años.

depresión
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Muchas personas creen que la causa de la depresión es un desequilibrio químico en el cerebro. Esta es una teoría que se ha promovido por las compañías farmacéuticas y los psiquiatras, hasta el punto de que ahora se acepta como un hecho.

Sin embargo, esto es solo una teoría, lo peor es que es una teoría que se ha desacreditado. La idea se extendió después de que se propuso en la década de 1960 cuando aparecieron medicamentos antidepresivos que alteraron los químicos cerebrales. En la década de 1980, Eli Lilly lanzó Prozac (fluoxetina) y se promovió para equilibrar los químicos cerebrales y afectar la depresión.

Prozac tuvo menos efectos secundarios que algunos de los antidepresivos anteriores y se convirtió en la clase de antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (SSRI por sus siglas en inglés). Sin embargo, aunque se prescribió demasiado, los datos demostraron que los SSRIS no funcionaban mejor que los placebos para aquellos que experimentan depresión leve a moderada.

Los antidepresivos no tratan de forma eficaz la depresión, pero sí duplican el riesgo de daño por suicidio y violencia en adultos sanos y aumentan la agresión en niños y adolescentes.

Los investigadores sugieren que la depresión grave puede ser diagnosticada y tratada de manera excesiva con antidepresivos. La mayoría de los que consumen estos medicamentos se vuelven dependientes a largo plazo, lo que puede comprometer su salud.

Más estudios relacionan la depresión con la inflamación

Los investigadores encontraron otro vínculo entre la inflamación y la depresión. En un estudio publicado en el Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry, los investigadores revisaron sistemáticamente la seguridad y la efectividad de los agentes antiinflamatorios en personas que sufren de depresión grave.

La revisión incluyó resultados de 30 ensayos de control aleatorio con 1610 participantes. En un análisis general de 26 estudios, los investigadores encontraron que los agentes antiinflamatorios redujeron el trastorno depresivo en comparación con el placebo. No encontraron diferencias en el análisis de la calidad de vida, pero sí encontraron diferencias en los eventos gastrointestinales entre los períodos de tratamiento.

Un subanálisis de los datos demostró que un tratamiento complementario con antidepresivos con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, estatinas, ácidos grasos omega-3 y minociclina redujo significativamente los síntomas depresivos.

Los resultados de otro gran metanálisis realizado por investigadores del Hospital Universitario de Aarhus en Dinamarca revelaron hallazgos similares que, demuestran que los antiinflamatorios pueden ser efectivos en el tratamiento de la depresión. Un investigador explica que el estudio mostró que la combinación de medicamentos antiinflamatorios junto con antidepresivos tiene efectos beneficiosos.

Los resultados también demostraron que el efecto contra la depresión estaba presente cuando el medicamento antiinflamatorio se usaba solo, en comparación con un placebo. Los científicos analizaron 36 estudios internacionales de participantes que padecían depresión o que tenían síntomas de depresión.

El Dr. Ole Köhler-Forsberg que fue uno de los investigadores, comentó sobre los resultados del estudio:
"Esto definitivamente refuerza nuestras posibilidades de proporcionar un tratamiento personalizado para pacientes individuales a largo plazo. Por supuesto, siempre tenemos que comparar los efectos normales contra los posibles efectos secundarios de los medicamentos antiinflamatorios.
Necesitamos aclarar qué tipo de pacientes se beneficiarán de la medicina y las dosis que requerirán. Los hallazgos son interesantes, pero los pacientes deben consultar a su médico antes de iniciar un tratamiento adicional".
Sin embargo, en otro estudio publicado en Molecular Psychiatry, los científicos encontraron que los pacientes tratados con inmunoterapéuticos para trastornos inflamatorios, que también presentaban depresión o síntomas depresivos, experimentaron alivio sintomático. El equipo descubrió que la reducción de los síntomas depresivos no estaba relacionada con ningún cambio con el tratamiento en su salud física.

La desregulación inmune puede desencadenar una reacción de tipo alérgico

Existe un número creciente de estudios en los que se informa que la depresión está relacionada con la desregulación inmunológica y la inflamación, algo muy parecido a una reacción alérgica. Su cuerpo usa la inflamación como mecanismo de defensa ante un ataque.

Una herida localizada e infectada demuestra una respuesta inflamatoria aislada a medida que se vuelve roja y aumenta el dolor. La inflamación también se desencadena por el estrés y el trauma físico; y a su vez desencadena la depresión. Esto se relaciona con la respuesta a la liberación de citocinas, que son pequeñas células proteicas que el cuerpo usa para reaccionar.

Esta información puede influir en las emociones y en su humor. La inflamación puede crear un entorno biológico que desencadena síntomas depresivos cuando afecta la calidad de su sueño, el metabolismo y las respuestas al estrés.

Los hallazgos de estos estudios contribuyeron a una creciente evidencia de que la inflamación puede ser una ruta bioquímica de los síntomas de salud mental. Por lo tanto, puede proporcionar otra ruta no farmacológica para tratar a quienes sufren de depresión. Köhler-Forsberg y sus colegas están interesados en una respuesta farmacológica, y señalan:
"Algunos estudios sugieren que la elección del antidepresivo puede decidirse por una muestra de sangre que mide si hay una afección inflamatoria en el cuerpo.
Otros estudios demuestran que la misma muestra de sangre se puede usar como una guía para determinar si un paciente con depresión se puede tratar con medicamentos antiinflamatorios que tengan un mejor efecto cuando presenten inflamación al mismo tiempo que la depresión.
Sin embargo, necesitamos verificar estos hallazgos y examinar qué pacientes pueden beneficiarse de esto antes de implementarlos en la práctica diaria".
El examen de salud mental puede pasar por alto factores contribuyentes

Los médicos suelen utilizar pruebas de detección de salud mental para determinar la mejor forma de tratar los síntomas depresivos. El uso de estas pruebas de detección es tan bueno como el médico que las administra para analizar los datos y los síntomas cuando ingresa al consultorio.

En un estudio realizado en 2013, un médico realizó una evaluación de 5 639 participantes con depresión identificada y los investigadores encontraron que solo el 38.4 % cumplía con los criterios del DSM-4 para un episodio depresivo mayor. Al hablar con The New York Times, uno de los investigadores señaló que los médicos no solo recetan más medicamentos, sino que los pacientes también exigen más.

Señala que las personas en Estados Unidos se acostumbraron al uso de medicamentos para abordar el estrés de la vida diaria que puede desencadenar tristeza situacional a corto plazo. Las pruebas de detección de salud mental no consideran las deficiencias vitamínicas, la falta de ejercicio, la mala nutrición, la falta de sueño o la inflamación.

El uso de antidepresivos se duplicó en personas mayores

En el estudio realizado en 2013 que evaluó a los participantes a los que el médico les recetó antidepresivos, solo el 14.3 % de los mayores de 65 años cumplían los criterios del DSM-4 para un episodio depresivo mayor. Para investigar si aumentó la cantidad de medicamentos antidepresivos recetados a personas mayores, otro equipo de investigadores analizó los datos de 1991 a 1993.

Compararon esto con los datos recopilados de los estudios realizados entre 2008 y 2011. Durante el período inicial, el 4.2 % de los adultos tomaba antidepresivos. Este número se duplicó con creces al 10.7 % durante el período posterior. La tasa de uso de antidepresivos en adultos mayores que viven en hogares de cuidado en los estudios de cohortes de población inglesa también aumentó, del 7.4 % al 29.2 %.

Un estudio publicado en 2017 revisó datos de 1990 a 2015 recopilados de Australia, Canadá, Inglaterra y Estados Unidos. En este informe, se observó que la prevalencia de trastornos y síntomas no había disminuido a pesar de un aumento en la prescripción de antidepresivos.

En los adultos mayores, la depresión se relaciona con el deterioro cognitivo, demencia y malos resultados médicos. Las personas con depresión también experimentan tasas más altas de suicidio y mortalidad.

Las normas de la Asociación Americana de Psiquiatría sugieren para los adultos mayores medicamentos antidepresivos con psicoterapia. Pero, a pesar de los riesgos con los antidepresivos, la mayoría de las personas mayores solo reciben medicamentos.

El tratamiento con medicamentos antidepresivos en personas mayores aumenta el riesgo de padecer diabetes tipo 2 y otras afecciones de salud concomitantes, incluidas las enfermedades cardíacas y el derrame cerebral. Los medicamentos también están relacionados con el desarrollo de arterias más gruesas y demencia.

Además, según la clasificación del medicamento, se sabe que reducen varios nutrientes, incluida la coenzima Q10, la vitamina B12, el calcio y el folato. Lo que preocupa a los adultos mayores es el riesgo de osteoporosis y las fracturas relacionadas con los medicamentos antidepresivos.

Un estudio realizado en 2015 comparó a mujeres tratadas con medicamentos para la indigestión con aquellas tratadas con SSRI y el primer año se encontró un aumento del 76 % en la tasa de fracturas en las que tomaban antidepresivos.

Cuando estos riesgos se combinan con el conocimiento de que los medicamentos no funcionan mejor que el placebo para la depresión leve a moderada, las personas mayores pueden experimentar más riesgo que cualquier beneficio.

Considere opciones sin medicamentos para reducir la depresión

Reducir la respuesta inflamatoria en su cuerpo es importante, ya que es la causa de muchas afecciones crónicas, incluida la depresión. Además de las estrategias para reducir la inflamación, existen otros enfoques que mejoran los síntomas.

Al considerar las siguientes sugerencias sin medicamentos, recuerde que no tiene que seguir todas a la vez, y puede lograrlas sin importar su edad o habilidad físicas actual. Preparase para tener una mejor salud con pasos pequeños y permanentes.
- Ejercicio. El ejercicio normaliza la sensibilidad a la insulina y la leptina y tiene un efecto significativo sobre la kinurenina, un químico neurotóxico que se produce por el aminoácido triptófano; factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), un factor de crecimiento que regula la neuroplasticidad y el crecimiento de nuevas neuronas y su sistema endocannabinoide, todos estos tienen un efecto en el estado de ánimo y la salud del cerebro.

- Nutrición. Existen varios factores nutricionales que afectan el estado de ánimo y las emociones, entre los cuales se encuentra el consumo excesivo de azúcar. Las cantidades excesivas de azúcar alteran la sensibilidad a la leptina y la insulina, afectan los niveles de dopamina y dañan las mitocondrias, todos ellos afectan su estado de ánimo.

Los nutrientes como las grasas omega-3, el magnesio, la vitamina D y las vitaminas B influyen en el estado de ánimo y la salud del cerebro. Puede experimentar los efectos beneficiosos de aumentar los nutrientes para tener niveles óptimos en tan solo dos semanas.

- Terapia de luz. La terapia de luz es un tratamiento efectivo para el trastorno afectivo estacional, y los investigadores descubrieron que también es efectivo contra la depresión moderada a severa. Los participantes solo usaron una caja de luz blanca durante 30 minutos cada día justo después de despertarse.

- Técnicas de meditación consciente o libertad emocional. En un estudio realizado a 30 estudiantes universitarios con depresión moderada a severa, recibieron cuatro sesiones de técnicas de libertad emocional (EFT) de 90 minutos. Los estudiantes que recibieron EFT demostraron menos depresión que el grupo de control que fue evaluado tres semanas después.
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Fuentes y referencias