Traducido por el equipo de Sott.net en español

Lancé mi estudio sobre el judaísmo hace dos décadas. Comenzó como resultado de mi reacción a los incesantes ataques a los pensadores judíos disidentes que no encajaban en la "agenda revolucionaria" de la llamada izquierda judía "antisionista". Rápidamente comprendí que era la izquierda judía, los radicales y los progresistas, quienes mostraban los rasgos más problemáticos asociados con el sionismo y el identitario judío.
Gilad Atzmon
Quedé perplejo: las mismas personas que se adhieren a la política tribal y operan en células políticas racialmente segregadas predican el universalismo a los demás. Llegué a comprender que nada era transparente u obvio sobre la cultura y el identitarismo judíos, y que esto era por diseño. Decidí desenredar el enigma judío desde una nueva perspectiva: en lugar de preguntar quién o qué son los judíos, pregunté en qué creen los que se identifican como judíos, a qué preceptos se adhieren. Esta pregunta fue el comienzo de mi lucha.

Para cuando publiqué The Wandering Who? (2011), me di cuenta de que aquellos que se identifican como judíos pueden ser divididos en tres categorías no exclusivas. 1. Aquellos que siguen la Torá y las Mitzvot. 2. Los que se identifican con su ascendencia judía. 3. Los que se identifican políticamente como judíos. En "The Wandering Who", sostuve que mientras la primera y la segunda categoría son inocentes, la tercera categoría siempre está contaminada por el determinismo biológico. La tercera categoría es, de hecho, racista hasta la médula. Mientras que los judíos no son necesariamente una raza, la política judía es, muy a menudo, racialmente orientada. Esto se aplica tanto a los sionistas como a los llamados "anti" sionistas. En mi trabajo no hay una distinción real entre los sionistas judíos y sus disidentes judíos. He encontrado que son igualmente racistas.

Hay más que sacar de este enfoque categórico. Es evidente que no muchos judíos autoidentificados caen exclusivamente en una de las categorías. La identidad judía es una construcción de múltiples capas. Un colono de Cisjordania, por ejemplo, suele ser un seguidor de la Torá y de las Mitzvoth (categoría 1), la mayoría de las veces habla en nombre de su ascendencia judía e incluso afirma tener linaje con figuras bíblicas (categoría 2). Y no hace falta decir que un colono judío de Cisjordania se identifica y actúa políticamente como un judío (categoría 3). Sorprendentemente, un activista del JVP en Brooklyn no es tan diferente. Puede que no se adhiera a la Torá, pero probablemente se identifica étnicamente como judío (categoría 2) y ciertamente actúa políticamente como judío (categoría 3).

En "The Wandering Who" sostuve que si el sionismo es una ideología racista, entonces los antisionistas judíos son al menos tan culpables del mismo crimen. De hecho, en el Knesset israelí, el tercer partido más grande es un partido palestino. Usted hace el conteo goy*: trate de averiguar cuántos palestinos o gentiles están en la junta del JVP o entre la Voz Judía Británica para el Trabajo (que ni siquiera acepta a los gentiles como miembros iguales). No hace falta mencionar que esta observación no me hizo abrumadoramente popular entre los sionistas y los llamados "anti".

El día de la publicación de "The Wandering Who", se desató el infierno. Lo que comenzó como una lucha por buscar la verdad o al menos algo de comprensión, se convirtió en una guerra sangrienta. Extrañamente, nadie se molestó en encontrar un error en mi trabajo o señalar dónde fallaba mi argumento. Nadie afirmó que los hechos en los que basé mi argumento fueran inexactos. Tanto los sionistas como los "anti" han utilizado todos los trucos de su libro de Hasbara para intentar silenciarme. Me llamaron racista, antisemita y nazi a pesar de que todo mi trabajo es antirracista y desafía el argumento racial judío.

Desde 2011 he sido objeto de una cobarde campaña de desprestigio. Pero la guerra me ha ayudado a refinar mis puntos de vista sobre la política de identidad judía. Me di cuenta de que el judaísmo (yehudiyut) es una variedad de diferentes formas de elección. Los judíos rabínicos celebran ser los hijos favoritos de Dios. Los judíos ateos en la práctica, dejaron al Dios que los eligió primero para validar su propia superioridad como gente sin Dios. Los marxistas judíos son especiales por su creencia en la igualdad. Los judíos de Tikun Olam creen que les corresponde a ellos salvar a los gentiles. Después de algunos años más de este estudio me di cuenta de que el judaísmo es sólo una religión judía entre muchas otras y ni siquiera es la religión judía más popular.

El gran filósofo israelí Yeshayahu Leibowitz descubrió en la década de 1970 que mientras los judíos sostienen muchas religiones y creencias, todos los judíos creen en el Holocausto. Fue esta observación de Leibowitz la que plantó la noción de la religión del Holocausto. Cuando escribí Being in Time, me di cuenta de que prácticamente todos los preceptos pueden convertirse en una religión judía siempre y cuando sostenga un concepto lúcido de "elección", amor propio o autovalidación.

El psicoanalista francés Jacques Lacan reveló que el "inconsciente es el discurso del Otro"; el miedo a que los secretos más profundos de uno puedan ser revelados y entrar en el discurso público. En términos lacanianos, el inconsciente judío es el miedo a que los "gentiles sepan". Su tormento es que la gente "allá afuera" comenzará a conversar sobre lo que ha ocurrido frente a sus ojos: ya sea el dominio del AIPAC en la política exterior de EE.UU. o la destrucción del Partido Laborista o la constante amenaza a la paz mundial impuesta por Israel y su lobby.

A juzgar por sus desesperados intentos de silenciarme, asumo que debo ser visto, al menos a los ojos de mis detractores judíos, como un conducto principal para esa conciencia general siempre en expansión - después de todo he estado dando la voz de alarma por un tiempo.

A los judíos no les gustan los que abandonan la tribu. Jesús pagó un precio, al igual que Uriel da Costa y Spinoza. Para los judíos, el antiguo judío, o ex-judío, es una amenaza muy probablemente porque muchos judíos pueden sentirse inseguros sobre el fundamento ético de sus creencias, cultura e ideología centrales. Los progresistas judíos ilustrados son probablemente lo suficientemente inteligentes como para admitir para sí mismos que nacer en la elección es un concepto problemático de supremacía racial. Judíos honestos pueden haber comprendido que ser elegido por un Dios que usted mismo inventó para favorecerlo sobre el resto de la humanidad es realmente cómico. Los judíos ortodoxos entienden que gran parte de sus creencias centrales son inconsistentes con la tradición humanista universal occidental. Muchos sionistas saben que sus reclamos de un derecho histórico a una tierra en la que nunca han estado son ridículos.

La estrategia judía para manejar sus miedos incluye la supresión de las libertades elementales: El poder judío, como lo defino, es el poder de suprimir la crítica al poder judío. Creo que fui yo quien acuñó el eslogan, "Todos somos palestinos". De acuerdo con mi definición del poder judío, los palestinos son aquellos que no pueden ni siquiera pronunciar el nombre de su opresor. Mientras que Israel se llama a sí mismo el Estado Judío y se jacta de serlo, los palestinos y su movimiento de solidaridad hacen todo lo posible para evitar la palabra con "J". Cuando las instituciones judías británicas, incluyendo el rabino principal y la prensa judía británica, llamaron a una guerra abierta contra los laboristas británicos y su líder, nadie en el partido laborista se atrevió a pronunciar la "palabra con J" excepto cuando pedían el perdón de los judíos. La condición de ser palestino, de no poder nombrar a su opresor, es ahora un síntoma global. Esta supresión del discurso y el pensamiento se ha convertido en una tiranía de la corrección.

Cuando escribí Being in Time comprendí que mi lucha tiene implicaciones que superan con creces mis objetivos intelectuales iniciales. A lo que nos enfrentamos como sujetos occidentales es a una batalla masiva entre Atenas y Jerusalén, donde Atenas es el lugar de nacimiento del pensamiento occidental y Jerusalén es la ciudad de la revelación. Atenas nos enseña a pensar, Jerusalén exige nuestra obediencia.

Los valores humanistas occidentales y los activos intelectuales por los que ahora sentimos nostalgia vinieron de Atenas: democracia, tolerancia, libertad de expresión, filosofía, Ágora, ciencia, ética, la poesía y la tragedia. Jerusalén nos dio leyes, las mitzvot, regímenes de comportamiento prescrito y proscrito. Atenas nos enseña a pensar éticamente: en Jerusalén, la ética es reemplazada por los Diez Mandamientos; reglas para obedecer. Jerusalén no es sólo un "dominio judío". La Jerusalemización de nuestro universo es evidente en cada rincón de la sociedad: desde la cultura pop, al lugar de trabajo, a la academia y más allá. Es la tiranía de la corrección adoptada por la nueva izquierda y es igual de contagiosa dentro del identitarismo de derechas.

Mi lucha, tal y como la entiendo ahora, se ha convertido en una búsqueda metafísica. Lucho por reinstaurar Atenas dentro de mi alma. Si quieres hacer grande a Occidente de nuevo, mi lucha es tu lucha. Desafía a Jerusalén, di no al autoritarismo, abraza a Atenas en tu corazón: aprende a decir lo que piensas, di la verdad tal como la ves y soporta las consecuencias.

[*Goy es el término usado por los judíos para referirse a las naciones o individuos no judíos. Nota del traductor.]