Los yacimientos arqueológicos del hemisferio norte están repletos de misteriosas piedras redondas, que en muchas ocasiones se encontraban en los lugares donde estuvieron los homínidos. Algunas de estas piedras tienen más de dos millones de años y tienen indicios de haber sido creadas artificialmente.
round ancient rocks
© PUBLIC DOMAIN / ASSAF ET AL. PLOS ONE
Ahora un reciente estudio parece haber encontrado una función realista que podían tener estas extrañas herramientas: romper huesos. No obstante, no se trata de una función bélica, sino una alimenticia, ya que estas piedras se usaban para sacar la médula ósea.

A esta conclusión llegó un equipo internacional de científicos, liderado por Ella Assaf de la Universidad de Tel Aviv, tras estudiar en detalle diez piedras encontradas en la Cueva de Qesem. En este lugar habitaron los humanos prehistóricos entre hace 400.000 y 200.000 años.

En el transcurso del estudio los investigadores lograron dar con evidencia de que las piedras efectivamente se usaron para romper huesos y extraer la valiosa médula ósea, rica en elementos nutricionales. Además, pusieron a prueba unas copias de estas piedras.
"Ya que la médula ósea jugó un papel central en la nutrición humana en el Paleolítico inferior, nuestros resultados experimentales muestran que la morfología y las características de las réplicas de piedras redondas son idóneas para la extracción de la médula ósea", destacan los investigadores.
round ancient rocks
© PUBLIC DOMAIN / ASSAF ET AL. PLOS ONE
Uno de los aspectos que destacaron fue el hecho de que las piedras estaban hechas de distintos tipos de piedra y provenían de distintos lugares. Ello sugiere que los humanos de la época tenían por costumbre traer consigo las herramientas que encontraban en otros lugares.

Los científicos estudiaron las piedras a nivel microscópico y encontraron residuos con rasgos morfológicos de huesos, fibras de colágeno y materia grasa de los animales. Estos hallazgos corresponden a lo que fue descubierto en el transcurso con los experimentos de extracción de la médula ósea y con las réplicas de estas piedras.

En dichos experimentos los investigadores también usaron piedras lisas de origen natural para el mismo fin y llegaron a la conclusión de que las crestas que tenían las piedras artificiales eran mucho más efectivas a la hora de hacer una fractura limpia de los huesos.

Por el momento, los científicos todavía no saben para que se usaron estas bolas antes de que llegaran a parar en la Cueva de Qesem.