Traducido del inglés por Germán Leyens para Rebelión

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Al parecer el gobierno de Obama ha dado luz verde a Israel para que ataque a una flotilla desarmada que lleva a activistas por la paz y los derechos humanos - incluido un barco con 50 estadounidenses a bordo - a la sitiada Franja de Gaza. En una conferencia del 24 de junio, la secretaria de Estado Hillary Clinton criticó la flotilla organizada por la Campaña Libertad para Gaza y dijo que "provocará acciones al entrar a aguas israelíes y creará una situación en la cual los israelíes tienen derecho a defenderse".

Clinton no explicó por qué un país tiene "derecho a defenderse" de barcos que obviamente no constituyen una amenaza. Los organizadores de la flotilla no solo han hecho grandes esfuerzos para garantizar que no haya armas a bordo: la única carga dirigida a Gaza en el barco estadounidense son cartas de solidaridad a los palestinos de ese enclave sitiado que ha sufrido devastadores bombardeos israelíes, un bloqueo desastroso y tiene un gobierno islamista de derecha. Clinton tampoco explicó por qué el Departamento de Estado considera repentinamente que el mar Mediterráneo frente a la costa del puerto de Gaza es "aguas israelíes", cuando toda la comunidad internacional sabe que las aguas territoriales israelíes están bien al noreste de la ruta que será tomada por los barcos.

El riesgo de un ataque israelí a la flotilla es real. Los comandos israelíes atacaron ilegalmente a una flotilla similar en aguas internacionales el 31 de mayo del año pasado, matando a nueve personas a bordo de uno de los barcos, entre ellas a Furkan Dogan, un ciudadano estadounidense de 19 años. Muchos otros, incluidos varios estadounidenses, fueron brutalmente golpeados y más de una docena recibieron balazos, pero sobrevivieron a sus heridas.

Según una investigación de las Naciones Unidas, basada en testimonios de testigos presenciales y los análisis de un patólogo forense y experto balístico, a Dogan le dispararon inicialmente cuando estaba filmando el ataque y luego fue asesinado mientras yacía cabeza abajo por una bala disparada a quemarropa a la nuca. EE.UU. fue el único de los 47 miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que votó contra la adopción del informe. El gobierno de Obama nunca presentó una queja al gobierno israelí, lo que demostró su disposición a permitir que fuerzas armadas de aliados de EE.UU. asesinen a ciudadanos estadounidenses en alta mar.

Como indicó la declaración de Clinton de la semana pasada, el gobierno parece que está dispuesto a que vuelva a suceder lo mismo.

Reacción del Congreso

El año pasado, 329 de 435 miembros de la Cámara de Representantes de EE.UU. firmaron una carta que se refería al ataque de Israel que mató a Dogan y a otros como un acto de "autodefensa" que "apoyan enérgicamente". Una carta del Senado - firmada por 87 de 100 senadores - registró su "pleno" apoyo a lo que llamaron "el derecho de Israel a la autodefensa", y afirma que el esfuerzo por atenuar críticas escaseces de alimentos y medicinas en la sitiada Franja de Gaza era simplemente parte de un "astuto ardid táctico y diplomático" de "oponentes de Israel" para "cuestionar su reputación internacional."

Pero no todos en el Congreso de EE.UU. creen que el ataque y el asesinato de activistas por los derechos humanos en alta mar sean legítimos. La semana pasada, el 24 de junio, seis miembros del Congreso firmaron una carta a la secretaria Clinton solicitando que "trabaje todo lo que pueda con con el gobierno israelí para garantizar la seguridad de los ciudadanos estadounidenses a bordo". Al escribir estas líneas, todavía no habían recibido respuesta.

Antes, esta semana, el Departamento de Estado hizo una declaración pública para disuadir a los estadounidenses de que participaran en la segunda flotilla de Gaza porque podrían ser atacados por fuerzas israelíes. Sin embargo, hasta ahora ni el Departamento de Estado ni la Casa Blanca han publicado una declaración pública exigiendo que Israel no ataque a los estadounidenses que viajan legalmente por aguas internacionales. Por cierto, el viernes, la portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, insinuó que EE.UU. culparía a los que participen en la flotilla en lugar de al gobierno derechista israelí en caso que algo les suceda. Como los que a comienzos de los años sesenta afirmaban que los manifestantes por los derechos civiles eran responsables de los ataques de las pandillas racistas blancas porque los habían "provocado". Nuland declaró: "Los grupos que intentan romper el bloqueo marítimo de Israel sobre Gaza están emprendiendo acciones irresponsables y provocadoras que ponen en peligro la seguridad de sus pasajeros". De nuevo, el gobierno de Obama no expresó ni una sola palabra pidiendo cuidado y comedimiento al gobierno israelí, ni mencionó que la Cruz Roja Internacional y otros defensores del derecho internacional humanitaria reconocen que el bloqueo israelí es ilegal.

Quiénes están a bordo

Los pasajeros en el barco estadounidense, bautizado The Audacity of Hope [Audacia de la esperanza], incluyen a la celebrada novelista Alice Walker, a la sobreviviente del holocausto Hedy Epstein, al ex analista de la CIA Ray McGovern, a la veterana oficial del servicio exterior y teniente coronel retirada Ann Wright, al profesor de lingüística israelí-estadounidense Hagit Borer y a destacados activistas por la paz y los derechos humanos como Medea Benjamin, Robert Naiman, Steve Fake, y Kathy Kelly. Otros diez barcos llevan a cientos de civiles más de docenas de países y casi tres mil toneladas de ayuda. Entre los pasajeros se incluyen miembros de parlamentos nacionales y otras destacadas personalidades políticas, escritores, artistas, clérigos de diversas religiones, periodistas y atletas.

Quince barcos han navegado o han intentado llegar antes a Gaza como parte de la Campaña Libertad para Gaza. En ninguno se encontraron armas o materiales que pudieran utilizarse con propósitos militares. Los organizadores de la flotilla actual han declarado que sus cargas están "abiertas a la inspección internacional". A pesar de ello, sin embargo, el Departamento de Estado de Obama insiste en que los israelíes tienen derecho a interceptar los barcos por la "vital importancia para la seguridad de Israel de asegurar que toda carga destinada a Gaza sea inspecionada apropiadamente en busca de armas ilegales y materiales de doble uso".

Aunque los organizadores de la flotilla han dejado en claro que el barco estadounidense solo lleva cartas de apoyo para el pueblo de Gaza, el Departamento de Estado también ha amenazado a los participantes con "multas y encarcelamiento" si tratan de suministrar "apoyo material u otros recursos para o en beneficio de una organización terrorista extranjera designada, como Hamás".

Como en el caso de numerosas acciones de apoyo a los derechos palestinos, la coalición de grupos que apoya a la flotilla incluye grupos pro-palestinos así como organizaciones por la paz, los derechos humanos, religiosas, pacifistas y liberales, incluyendo a Progressive Democrats of America, Pax Christi, Peace Action, Nonviolence International, Jewish Voice for Peace, War Resisters League y la Women's International League for Peace and Freedom. A pesar de ello, Brad Sherman (California) el principal demócrata del subcomité sobre terrorismo, no proliferación y comercio del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara, ha afirmado que los organizadores de la flotilla tienen "evidentes vínculos con terroristas" y ha llamado al Fiscal General de EE.UU., Eric Holder, a que encause a los ciudadanos estadounidenses que participen en la flotilla y prohíba que los participantes extranjeros vuelvan a entrar en EE.UU.

La posición de Israel

En gran parte como resultado de la flotilla del año pasado, Israel ha relajado un poco su draconiano asedio del territorio, que ha causado una grave crisis en la salud pública. El Departamento de Estado elogió a Israel por haber permitido que algún material de construcción entrara a la Franja de Gaza a fin de posibilitar la reconstrucción de algunas de las miles de casas, tiendas e instalaciones públicas destruidas en la devastadora ofensiva militar israelí respaldada por EE.UU. en 2008-2009, que causó la muerte de más de 800 civiles. En ningún momento, sin embargo, el gobierno de Obama ha criticado a Israel por haber destruido esas estructuras civiles previamente.

Como sucede con numerosas acciones directas no violentas con potencial de enfrentamiento, existen genuinas diferencias dentro de la comunidad por la paz y los derechos humanos sobre la oportunidad, la naturaleza, y otros aspectos de la próxima flotilla. Sin embargo, la reacción ante la posición del gobierno de Obama respecto a la flotilla ha sido abrumadoramente negativa. Mucha gente en su base progresista, desilusionada ya porque no ha adoptado una línea más dura contra el gobierno derechista de Israel así como por su renuencia a apoyar los derechos humanos y el derecho internacional como base para la paz israelí-palestina, se siente cada vez más distanciada del presidente.

Lo más significativo es que la reacción del gobierno de Obama puede representar un retorno a las políticas del gobierno de Reagan de defender el asesinato de trabajadores estadounidenses por los derechos humanos a fin de disuadir actos de solidaridad internacional en la base, como cuando los funcionarios de Reagan trataron de culpar a las víctimas y exonerar a los perpetradores en el asesinato de cuatro monjas estadounidenses por la junta de El Salvador y en el asesinato del ingeniero estadounidense Ben Linder por los contras nicaragüenses. Tal vez el gobierno de Obama espera que dar luz verde a un ataque israelí contra el barco estadounidense y otros barcos de la flotilla servirá de advertencia. Tal vez espere que los estadounidenses que participan como voluntarios en grupos como Peace Brigades International, Witness for Peace, Nonviolent Peaceforce, Christian Peacemaker Teams, International Solidarity Movement, y otros, que operan en zonas de conflicto como México, Colombia, Guatemala, El Salvador, Sri Lanka, Palestina, Nepal, Indonesia y otros sitios lo pensarán dos veces, a sabiendas de que el gobierno de EE.UU. no cumplirá sus obligaciones de intentar proteger a los activistas estadounidenses no violentos contra la violencia perpetrada por gobiernos aliados.

Por cierto, nada atemoriza más a un Estado militarista que el poder de la acción no violenta.