Traducido por el equipo de SOTT.net en español
narnia
"¿Boris Johnson? ¿Quién es? preguntó Lucy.
"Es el que está al control del covid" dijo el señor Tumnus. "¡Es el que todo lo achaca al covid a cada instante. ¡Sólo habla del covid, nunca de la navidad, piénsalo!"
- El león, la bruja y el ropero, CS Lewis (con unas cuantas modificaciones)
Si hoy estuviera aquí, no tengo ninguna duda de que C.S. Lewis, uno de los intelectuales más brillantes del siglo XX, se mostraría totalmente indignado con lo que el gobierno británico le ha hecho a este país estos últimos 7 meses, dado que ha sido el epítome mismo de la oligarquía científica y tecnocrática de la que nos advirtió hace décadas. Así que me tomo cierta libertad de retomar su comentario sobre la bruja blanca que convirtió a Narnia en un perpetuo invierno sin alegría y sin Navidad con la idea de aplicarlo a nuestra propia situación en tierra covidiana (el lugar donde viven ustedes) - un lugar donde reina el miedo y la miseria perpetua, donde la vida ordinaria es imposible, y donde cualquier estallido de alegría por insignificante que sea tiene que ser arrancado de cuajo antes de que se extienda y desafíe la nueva normalidad invernal que se está asentando rápidamente a nuestros alrededores.

Literalmente hablando, las palabras podrían describir la verdad. En Escocia ya están hablando de lo que llaman la Navidad digital, por absurdo que parezca, mientras que en Inglaterra se está llevando a cabo el juego psicológico de los policías buenos y malos. Mientras tanto, el camarada de Pfeffel Johnson aparenta estar desesperadamente ansiando con que todos disfrutemos de una Navidad normal, lo que los miembros del irónicamente llamado comité SAGE (del inglés, sabio) contradicen aludiendo a que se trata de una ilusión. ¿Quién ganará? Por supuesto que los polis malos, claro está que se apoyarán en un mensaje cuidadosamente manejado e inteligentemente mensajeado para que parezca una especie de victoria a favor del buen policía, en el que hace algunas concesiones, como la de un alivio temporal de la norma de 6 personas que pasa a ser la norma de 6 personas más una por un día para que la tía abuela Maud no tenga que pasar el día en la soledad, y con Rishi Sunak prometiendo quizás otras de sus píldoras mágicas para la financiación de pavos subvencionados. Ahora que lo pienso, unos pavos a precio reducido sería una metáfora muy apropiada para los que están a cargo de esta debacle. Pero para prevenir sus intenciones de confundirnos con detalles ridículos en estas próximas semanas, recuerden esto: La idea de que la autorización de gente como Pfeffel Johnson y su pandilla es indispensable para poder celebrar con nuestras familias y parientes la llegada del Rey de Reyes al mundo está más allá de toda parodia.

Lo que señaló Lewis, como otras muchas observaciones suyas, fue realmente profundo. Sus palabras originales - "Siempre es invierno y nunca es Navidad" - fueron su forma de mostrar cómo operan los tiranos. Ellos desean dos cosas:
En primer lugar, necesitan crear una opresión perpetua, una "nueva normalidad" que sea deprimente, continua, y que arrastre a todo el mundo hacia la aceptación resignada de que nada pueden hacer al respecto.

En segundo lugar, necesitan erradicar cualquier intento de celebración que irrumpa en la monotonía, ya que la celebración recuerda lo que podría ser nuestra vida y, desde luego, cómo tendría que ser en ausencia de los tiranos, lo que pondría en peligro el hechizo.
En el caso de Narnia, esa cosa perpetua que arrastró a todo el mundo fue el invierno. El invierno suele ser maravilloso, pero un invierno ininterrumpido durante 100 años sin próximo deshielo a la vista sería opresivo y suficiente como para destruir la moral de la población que acabaría aceptando gradualmente estas circunstancias como normales. Y por si acaso se le olvidara, hay que recordarle que intente restaurar la moral en medio de la pesadumbre, recordarle cómo es la vida real, cómo nos hace sentir, a qué sabe, y por qué hay que erradicarla. Es justo lo que ocurre cuando la Bruja Blanca se encuentra con "una alegre fiesta" de animales participando de "un delicioso festín ", con "adornos navideños", "olor a pudín de ciruela" y "copas que se entrechocan". No se puede consentir que la alegría derrote a la miseria, y así es como la escena acaba en una bruja convirtiendo a estos animales en piedra.

En covidlandia, lo que arrastra a todo el mundo es el miedo constante e implacable expresado a través de "mensajes emocionales contundentes", de estadísticas preseleccionadas y fuera de contexto para respaldar la absurda noción supersticiosa de que podemos controlar los virus escondiéndonos de ellos. Al igual que la Bruja Blanca, cualquier apariencia de normalidad y de vida real abriéndose paso debe ser aplastada, ya que es la mayor amenaza del miedo perpetuo y, si se le permitiera quedar fuera de control, podría convencer a la gente de la inutilidad de vivir como esclavos, que la vida puede funcionar con perfecta normalidad si lo permitimos. La imposición de multas absurdamente altas por incumplimiento, que podrían arruinar a cualquiera, son el equivalente covidiano del narniano convertido en piedra.

Lo más triste de todo es cómo los decretos ilegales (y sí, no tienen una base legal adecuada) son recibidos por los encargados de su cumplimiento y cómo en cierta manera parecen deleitarse en sus funciones.


Comentario: Desde luego. Échenle un vistazo a este idiota sonriente en Irlanda:



Vigilar las comidas de Navidad no parece el tipo de cosa por la que pagamos nuestros impuestos, o el tipo de cosa que amenaza nuestra vida o sustento, pero el Comisionado de Policía y Crimen de West Midlands, David Jamieson, cuyo cuerpo de protección no ha sido históricamente muy efectivo en la disolución de pandillas dedicadas a los abusos sexuales, declaró esto acerca de la interrupción de las celebraciones de la Navidad:
"Si creemos que hay grandes reuniones de personas donde no deberían de estar, entonces la policía tendrá que intervenir. De nuevo, cuando una flagrante violación de las normas es detectada, entonces la policía tendrá que velar por su cumplimiento."
Es evidente que podría haber dicho algo como:
"A los oficiales de West Midlands se les paga para que protejan a los ciudadanos respetuosos de la ley de los delincuentes y la actividad criminal. Si el gobierno cree que vamos a invertir nuestros recursos en la vigilancia de reuniones navideñas, tendrá que reconsiderar su idea."
Por supuesto, esto requeriría de sentido común, coraje y voluntad firme, algo que parece haber desaparecido de entre un buen número de nuestras autoridades hace muchos años. Lo que siguió declarando tiene que estar figurando en la lista de candidatos para el Premio a la Declaración Irónica del Año 2020:
"Estamos sentados sobre una bomba del tiempo. Nos estamos acercando a un punto donde podríamos sufrir una considerable explosión de frustración y energía. Las cosas han llegado a un límite extremo en muchas comunidades y poco falta para una explosión de disturbios, motines y daños".
Bueno, vale, pero ¿podría ser que vigilar las reuniones navideñas de la gente sea una de esas cosas que contribuyen al derrame de la copa? Vale la pena considerarlo, David.

Es evidente que los responsables de la debacle del covid no tienen intención de renunciar a su control, ni de permitir una vuelta a la vida normal, ni que tomemos de nuevo nuestras decisiones de acorde a nuestro buen juicio. Es igualmente obvio que son hábilmente instigados por hordas de burócratas de bajo nivel que parecen haber encontrado finalmente su vocación - molestar a los ciudadanos respetuosos de la ley que están haciendo cosas perfectamente normales. Están intentando vigilar casi todos los aspectos de nuestras vidas, y lo trágico es que les hemos permitido hacerlo sin más. Estos tecnócratas sin alegría ni alma intentan mantener a Gran Bretaña bajo su control, haciendo que siempre haya covid y nunca Navidad.

A largo plazo, necesitan saber que no siempre será así. Ese mismo Rey de Reyes, cuyas celebraciones anuales de encarnación desean destruir y cuyo mundo desean controlar, no vino a la tierra hace 2.000 años para que su plan eterno acabara destruido por gente como ellos. Ese Rey es muy paciente, pero el día que decida que ya es suficiente, será lo que será (ver Salmo 2), y estos aspirantes a autoritarios se encontrarán en el mismo basurero histórico del déspota que sus predecesores.

Mientras tanto, ¿qué podríamos hacer mientras estos trágicos tecnócratas nos retienen en sus gélidas garras pseudocientíficas? Tal vez no mucho, pero hay una pequeña cosa que todos podemos hacer, que como se ponga de moda podría ofrecer la oportunidad de romper el hechizo que nos tiene prisioneros. Como Lewis nos enseña, lo único que temen los tiranos son las masas de gente desafiándolos repentinamente y negándose a actuar de acuerdo con su tecnocracia sin alegría ni alma. Y eso es justo lo que deberíamos hacer. En la medida de lo posible: desafiarlos pensando normalmente, hablando normalmente y viviendo normalmente. No dejemos que sus absurdas medidas nos dicten cómo pensar y actuar. Más bien, dejemos que nuestra vida sea como esa alegre fiesta, con su delicioso festín, sus adornos navideños, su pudín de ciruela y sus copas alzadas en un brindis. Y pongan todo su empeño en ello esta Navidad.

Hagan de este su nuevo eslogan de tres frases en sustitución a las frases banales con las que este gobierno ha hipnotizado efectivamente a millones de personas para que renuncien a sus vidas y se coloquen en un círculo vicioso de perdición supersticioso:
Compórtense normalmente. Desafíen a los aguafiestas. Derroten a la tiranía.