Debido a las cuarentenas del Gobierno español por el coronavirus, se produjo una histórica recaída en el número de empresas activas en el país. España no ha logrado recuperar más del 40% de empresas que cerraron producto de la crisis económica.
Según el registro de la Seguridad Social española, octubre cerró con casi 100.000 empresas menos que hace un año. Durante los meses de verano, en el hemisferio norte se había evidenciado una fuerte reactivación en los principales indicadores, lo que podría indicar que no existe un gran daño estructural en la economía española. Sin embargo, la nueva cuarentena sepultará cualquier signo de reactivación y la crisis económica no verá recuperación a corto plazo.
En concreto, entre mayo y julio reabrieron casi 55.000 empresas, lo que permitió recuperar más del 40% del tejido productivo perdido en tan solo 3 meses. Pero en agosto se frenó la recuperación y en octubre ya se convirtió en recaída, en gran medida debido a las restricciones a la actividad económica del Gobierno.
Además, la desalentadora cifra de empresas activas preocupa a los especialistas, ya que la crisis ha provocado la pérdida del 7% de las empresas en España. Esta destrucción del tejido productivo supone uno de los mayores desafíos a resolver de cara a la recuperación económica.
Esta nueva caída en el número de empresas activas hace que solo se hayan recuperado un 38% de las empresas destruidas durante el aislamiento de marzo y abril. Este indicador es el peor de todos los registrados por la economía española, que llegando al final del tercer trimestre había recuperado casi el 60% de su PBI.
El principal problema reside en el hecho de que mientras más tiempo transcurra sin que esas empresas vuelvan a actividad, más riesgo hay de que no lo hagan nunca más, destruyendo miles y miles de puestos de trabajo en una economía que ya tenía niveles elevados de desempleo antes de la pandemia.
Los ERTE (Expediente de Regulación Temporal de Empleo) han permitido realizar una flexibilización laboral, la moratoria de concursos de acreedores ha evitado liquidaciones por impagos temporales y los créditos del ICO (Instituto de Crédito Oficial) han permitido dar liquidez.
Sin embargo, como los créditos del ICO están sujetos a aprobación por parte de los bancos, las ayudas no han llegado a todos lados. Además, muchas empresas decidieron cerrar antes de que llegaran las medidas: en mes y medio se disolvieron casi 130.000 empresas.
Desde entonces, apenas se crean empresas. Según cifras de la Seguridad Social, en octubre se dieron de alta casi 81.000 empresas, un 35% menos que el mismo mes del año anterior.
Por el momento, las ayudas y las moratorias sostienen momentáneamente a algunas empresas, que con el tiempo acabarán cayendo. Se espera que la recuperación se afiance con la llegada de las vacunas, y que muchas empresas abran para explotar todos los agujeros que se produjeron debido a la crisis.
Los economistas creen que la clave se encuentra en que las curvas de oferta y demanda agregada se mantengan sin sufrir un deterioro estructural. En ese caso, un tanto idílico, los consumidores volverían a los patrones de compra pre-pandemia y las empresas recuperarían su capacidad de producción.
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