Traducido por el equipo de Sott.net en español

En Irlanda, el 25 de marzo de 2021, tendrá lugar una votación sobre el procedimiento de evalución del Reglamento del Certificado Verde Digital. Su objetivo es permitir que las personas recién vacunadas de Europa viajen libremente dentro de la U.E., mientras se limita la circulación de los no vacunados.
Tracey O’Mahoney
Tracey O’Mahoney
La respetada abogada irlandesa Tracey O'Mahoney ha llevado a cabo un análisis de la propuesta para revelar las posibilidades (o imposibilidades) extremadamente preocupantes que acechan a quienes digan no a la vacuna. En su presentación en YouTube, implora a su público que se ponga en contacto con los miembros del Parlamento Europeo para exigirles que se abstengan de dar el visto bueno a esta ley orwelliana. Os imploro que hagáis lo mismo.

Un voto a favor de este feo sistema de apartheid, que actualmente está en vigor en Israel y que se ha demostrado que ya ha creado una ola de discriminación y prejuicios, es un voto a favor del culto de Davos y un golpe a la soberanía del pueblo irlandés y del individualismo. Es un voto contra la democracia liberal y un paso más hacia la tiranía y la opresión.

Esto se está abordando actualmente en Israel, con un bufete de abogados que lo lleva ante la Corte Penal Internacional, citando violaciones del Código de Nuremberg.

Es fundamental que se recuerde a todos los diputados del Parlamento Europeo y a todos los políticos de este país y de toda Europa que un trozo de papel no está por encima de la autonomía personal y de los derechos inalienables del ser humano. Ningún certificado en ningún lugar del mundo puede negar estos derechos inherentes y cualquier intento de hacerlo es, por su propia naturaleza, antihumano.

Mientras que el texto legislativo pretende desviar la atención del verdadero problema, que es la restricción de la circulación, es obvio que la aprobación de esta ley supondrá la mayor amenaza a la libertad en la nación desde los días de la ocupación colonial. Por esta razón, es un abuso flagrante y grave de los derechos civiles y un acto de guerra contra aquellos que no quieren o no pueden vacunarse. La idea de que esta misma normativa se apruebe por la vía rápida, con poco o ningún debate, la hace aún más atroz y es completamente inaceptable. Cualquier político que vote a favor de esto será recordado históricamente como alguien que votó a favor de una ley que sólo es comparable, en las restricciones que impone a los ciudadanos seleccionados, a las Leyes de Núremberg de los años 30.

digital green pass
No hay excusa para la aprobación de esta ley, ya que no se ha demostrado en absoluto que sea en beneficio o para la buena salud de la sociedad, pues se sabe y reconoce, incluso por la OMS y las Grandes Farmacéuticas, que las vacunas Covid-19 no evitan en ningún caso la transmisión del virus SARS-CoV-2. Por ello, no es más que una ley destinada a restringir aún más la libertad de movimiento del individuo y a aumentar así el poder de un gobierno que ya es, en su comportamiento y acciones, tiránico y autoritario. Es un intento descarado de opresión y vilipendio de los no vacunados. Es una aberración fascista y destructora de los derechos humanos, y no beneficia a nadie más que a los que se benefician económicamente del capital humano.

En una época en la que los agentes del gobierno de Irlanda amenazan a los líderes de la iglesia con multas y encarcelamiento, y los académicos están siendo presionados y acosados para que abandonen sus puestos en las universidades por mantener opiniones alternativas, añadir la coerción y la experimentación médica a la ya larga lista de abusos de los derechos humanos no va a ser tolerado por las personas de este país que valoran su libertad.

Permitir que aquellos, que han tomado la decisión de vacunarse con una inyección que todavía está en la tercera fase de pruebas, participen en actividades como viajar, mientras que se prohíbe a los que no lo han hecho, es un intento deliberado de crear una sociedad dividida y es profundamente malévolo. Utilizar este método contra los propios habitantes de la nación que pagan los sueldos de aquellos en el poder, coaccionándolos para que sean vacunados con un producto que ya ha perjudicado e incapacitado a miles de individuos, es mendaz y reprobable. Restringir la circulación de quienes no se han plegado a las compañías farmacéuticas, todas ellas con un historial de deshonestidad, lesiones físicas y muertes, es deshonroso e indica una ausencia de integridad, por no decir otra cosa.

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Considerar siquiera la implementación de un ejercicio de opresión tan inútil sobre el pueblo irlandés en una semana, cuando la Oficina Central de Estadísticas ha revelado que en los primeros 9 meses de 2020, hubo una disminución en el número de muertes en Irlanda en comparación con los siete años anteriores, plantea las preguntas, ¿cuál es el verdadero propósito de esta debacle y cuál es la agenda? Muchos de nosotros hemos conjeturado, incluyéndome a mí, como he tratado en mi libro, La ilusión de la Covid-19; una cacofonía de mentiras.

¿Cuánto tiempo pasará antes de que sea inadmisible comprar en su tienda local sin un certificado de vacunación? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que se prohíba a los no vacunados entrar en restaurantes y bares? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que los llamados refuseniks sean expulsados de la sociedad y considerados indignos de entrar en estadios deportivos, salas de conciertos y teatros? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que se suspendan sus servicios sociales por no estar vacunados? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que se le exija la vacuna para obtener un empleo? ¿Cuánto tiempo pasará antes de que a los estudiantes no vacunados se les niegue la admisión a la universidad?

No mucho, si dejamos que los dictadores no elegidos impongan su voluntad a las masas, y el silencio de los representantes políticos comprometidos se vuelva ensordecedor. El paso de puntillas hacia el totalitarismo se ha convertido en un esprint. La avenida hacia el apartheid está llena de guirnaldas mientras la lenta asfixia de la libertad nos deja inertes como cadáveres sin vida, que sólo existen para consentir las exigencias de Davos.

Estos intentos de fuerza por parte de las instituciones europeas y del gobierno irlandés son inaceptables. Es en el mejor interés de la nación que los Certificados Verdes Digitales sean evitados, junto con cualquier otra herramienta que pueda ser utilizada para sofocar las libertades. Se recomienda encarecidamente que no se apruebe esta legislación. No conduce a una sociedad libre y democrática y no debería ni siquiera considerarse.

La Nueva Normalidad propuesta, si esto es lo que indica, debería ser rechazada y descartada inmediatamente.