Creíamos entender cómo se forman las estrellas. Resulta que no es así. Al menos, no del todo. Un nuevo estudio, realizado recientemente con datos del telescopio espacial Hubble, está haciendo que los astrónomos vuelvan a la mesa de dibujo para reescribir el modelo aceptado de formación estelar.
Lo que sabemos sobre la formación de las estrellas es que nacen de enormes nubes de gas hidrógeno. El gas se agrupa y se comprime por la gravedad, aumentando la presión y la temperatura hasta que la masa crece lo suficiente como para desencadenar la fusión nuclear. Pero las estrellas no parecen absorber todo el gas de su entorno. Algo les impide alcanzar tamaños enormes.
Hasta ahora, el modelo aceptado suponía que el exceso de gas se alejaba de la estrella en vientos solares extremadamente potentes, formados y dirigidos por campos magnéticos que saldrían de los polos de la estrella. "Hay notables estructuras en forma de 'U' o 'V' que se extienden al norte y al sur de una protoestrella", explica Nolan Habel, uno de los investigadores de la Universidad de Toledo. "En realidad son cavidades huecas talladas en el gas circundante por vientos huracanados o chorros de material expulsados desde los polos de la protoestrella".
Se pensaba que estos potentes chorros acababan eliminando todo el exceso de gas, dejando que las estrellas sólo absorbieran un 30% del material de su entorno. Pero el nuevo estudio da la vuelta a esta teoría. Las cavidades creadas por los chorros no parecen crecer de forma constante a lo largo del tiempo, lo que significa que por sí solas no pueden explicar por qué las estrellas dejan de crecer. Debe haber algún otro mecanismo que ayude a eliminar el gas restante que rodea a la protoestrella.
El equipo hizo este descubrimiento estudiando una muestra de 304 protoestrellas en distintas etapas de formación en la nebulosa de Orión (la región de formación estelar más cercana a la Tierra). Los astrónomos clasificaron las estrellas por edad y luego utilizaron las imágenes del Hubble para medir la forma y el volumen de las cavidades creadas por los chorros. Esperaban ver cómo las cavidades crecían con el tiempo, tal y como el modelo sugiere que debería ocurrir. Pero no fue así.
"Descubrimos que al final de la fase protoestelar, cuando la mayor parte del gas ha caído de la nube circundante a la estrella, varias estrellas jóvenes siguen teniendo cavidades bastante estrechas", dijo Tom Megeath, otro investigador del equipo. Esto va en contra de todas las teorías comunes sobre la formación de estrellas, y va a requerir más investigación para averiguar lo que está sucediendo". ¿Por qué las estrellas dejan de crecer, si no es por sus chorros polares?
El equipo ha pensado en algunas alternativas posibles. Las nubes de gas en las que se forman las estrellas no son uniformemente densas. Tienen "filamentos" de mayor densidad en los que tienden a formarse las protoestrellas, y las oscilaciones de estos filamentos podrían alejar a las protoestrellas. También sabemos que las estrellas no siempre se forman solas: aproximadamente la mitad de las estrellas del tipo de nuestro sol tienen una pareja binaria. Es concebible que dos o más protoestrellas que se formen cerca una de otra puedan perturbarse gravitacionalmente entre sí, alejándolas de su material de origen.
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Por ahora, sólo son teorías. Probablemente se necesiten instrumentos más grandes y mejores para encontrar una respuesta concreta. El telescopio espacial James Webb, cuyo lanzamiento está previsto para este año, podría proporcionar a los astrónomos las pistas que necesitan para resolver el misterio. Mientras tanto, hay un montón de libros de texto de astrofísica que van a necesitar una edición revisada.
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