El cerebro humano parece estar programado para ver rostros en objetos tan variados como juguetes, botellas de plástico, troncos de árboles o en la Luna. La necesidad de juzgar rápidamente a amigos o enemigos produce un efecto secundario evolutivo intrigante.
brain cerebro
© Pixabay / geralt
Hasta ahora no se sabía exactamente qué hacía el cerebro cuando procesaba señales visuales y las interpretaba como representaciones de rostros humanos.

Los neurocientíficos de la Universidad de Sídney explican que la forma en la que nuestro cerebro identifica y analiza rostros humanos reales se lleva a cabo mediante los mismos procesos cognitivos que identifican rostros ilusorios. Esta respuesta de reconocimiento facial ocurre a la velocidad del rayo en el cerebro: en unos pocos cientos de milisegundos.

"Desde una perspectiva evolutiva, parece que el beneficio de no perder nunca una cara supera con creces los errores en los que los objetos inanimados se ven como caras", dijo el profesor David Alais, autor principal del estudio de la Facultad de Psicología.

Este error se conoce como 'pareidolia', del griego eidolon 'figura' o 'imagen' y el prefijo para 'junto a', es un fenómeno psicológico donde un estímulo vago y aleatorio, habitualmente una imagen, se percibe erróneamente como una forma reconocible. Es un hecho tan común que aceptamos la noción de detectar caras en objetos como 'normal', pero los humanos no experimentan este proceso cognitivo con tanta fuerza como otros fenómenos.

No solo imaginamos rostros, los analizamos y les damos atributos emocionales. Estos hallazgos se han publicado en las Actas de la Royal Society B.

Según los investigadores el análisis de expresión de objetos inanimados se debe a que, como seres profundamente sociales, simplemente detectar un rostro no es suficiente.

"Necesitamos leer la identidad del rostro y darle su expresión. ¿Son amigos o enemigos? ¿Están felices o tristes, enfadados, dolidos?", dijo el profesor Alaïs.

La investigación muestra que una vez que el cerebro retiene una cara falsa, se analiza su expresión facial de la misma manera que lo es una cara real.

Para demostrarlo, "presentamos secuencias de rostros e hicimos que los participantes calificaran la expresión de cada rostro en una escala que iba de enojado a feliz", dijo el profesor Alais.

Lo intrigante es que persistía la idea preconcebida al juzgar rostros humanos con el análisis de rostros imaginarios inanimados.

Un estudio anterior realizado por el profesor Alais mostró que en una situación similar al juzgar cara tras cara, se observa un sesgo por el cual la evaluación de la cara actual está influenciada por nuestra evaluación de la cara anterior.
"Cuando los objetos se parecen de manera convincente a una cara, es más que una interpretación: realmente están impulsando la red de detección de rostros de su cerebro. Para el cerebro, falso o real, todos los rostros se procesan de la misma manera", explica Alais.
El estudio se llevó a cabo en colaboración con científicos del Laboratorio de Cerebro y Cognición del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos.