Traducido por el equipo de SOTT.net en español

Ayer informamos de la evidencia entregada el viernes 9 de julio ante el Comité Internacional de Investigación Corona por el Dr. David Martin, quien dirige una empresa estadounidense que supervisa innovaciones relevantes a intereses financieros. Dijo que una revisión de más de 4.000 patentes emitidas en torno al coronavirus del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) había llevado a la dramática conclusión: "Nosotros creamos el SARS". Hoy continuamos con el relato de sus pruebas, cuyo vídeo en directo está aquí.
gates fauci
En Estados Unidos existe una ley federal conocida como Ley RICO. Suena amigable, pero está dirigida hacia algo mortal: Racketeer Influenced and Corrupt Organisations (Organizaciones influenciadas por el chantaje y la corrupción, N. del T.). Se introdujo debido a la complejidad de presentar con éxito cargos contra las bandas del crimen organizado.

El Dr. David Martin explicó a la Comisión de Investigación de Corona que en abril de 2003, una empresa farmacéutica estadounidense solicitó una patente sobre agentes antivirales, tratamiento y control de infecciones por coronavirus, sólo tres días después de que los Centros de Control de Enfermedades intentaran patentar el propio coronavirus del SARS, en una solicitud supuestamente secreta. El primer brote de SARS se había producido en febrero de ese año en China.

Su descripción llevó al presidente de la comisión de investigación, el abogado alemán Reiner Fuellmich, especializado en la denuncia de estafas empresariales, a comentar: "Esto podría acabar convirtiéndose en un caso RICO".

Martin respondió: "No podría convertirse, es un caso RICO. Y el patrón RICO que se estableció en abril de 2003 para el primer coronavirus se desarrolló exactamente en la misma secuencia cuando vimos aparecer el SARS-CoV-2".

Afirmó que Moderna (originalmente ModeRNA) recibió la secuencia genética de la proteína de espiga que constituye la base de su vacuna Covid por teléfono desde el centro de investigación de vacunas del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas incluso antes de que se hubiera definido el nuevo subclado del virus. "¿Cómo se trata una cosa antes de tenerla?", preguntó.

Moderna (originalmente ModeRNA Therapeutics) es una empresa con sede en Massachusetts fundada en 2010 por un equipo de inversores para desarrollar la tecnología del ARN (ácido ribonucleico), que se considera muy prometedora para aprovechar el poder del código del ARN para fabricar nuevos medicamentos dentro de nuestro cuerpo.

Otra fecha importante, dijo Martin, es el 5 de junio de 2008. Fue la fecha en que el Programa de Investigación Avanzada de Defensa (DARPA) de Estados Unidos se interesó por el coronavirus como arma biológica. También fue la fecha en la que una empresa farmacéutica, que ahora forma parte de Sanofi, gigante farmacéutico con sede en París, presentó una serie de patentes dirigidas a los genes que 12 años después se dice que son las nuevas características del SARS-CoV-2 que lo convierten en un peligro para la salud de los seres humanos.

A partir de 2008, las solicitudes de patentes de numerosas organizaciones identificaron "todos los atributos" del virus, como se llegó a describir. El documento de referencia utilizado habitualmente para identificarlo, publicado en marzo de 2020, afirmaba que las nuevas características habían surgido en la naturaleza, y que el virus "se originó a partir de múltiples eventos recombinantes de origen natural entre los virus presentes en los murciélagos y otras especies silvestres".

Martin dijo: "Desgraciadamente, si se toma lo que ellos reportan como novedoso, se encuentran 73 patentes, emitidas entre 2008 y 2019, que tienen los elementos que supuestamente son novedosos en el SARS-CoV-2. Por lo tanto, no hubo ningún brote de SARS, porque habíamos diseñado todos los elementos de eso".

Desde 2016 se decía que el supuesto nuevo virus estaba preparado para la aparición en humanos. Pero "no solo estaba preparado para la aparición humana, sino que fue patentado para su explotación comercial, 73 veces", dijo Martin. "Cualquier afirmación de que este patógeno es de alguna manera único o novedoso se desmorona en las secuencias genéticas reales, que están publicadas en el registro de patentes".

Los investigadores de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill (que colaboraron con el laboratorio de Wuhan, China, en el trabajo de "ganancia de función" del coronavirus) junto con el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas y Moderna, comenzaron la secuenciación de una vacuna de proteína de espiga en noviembre de 2019, un mes antes de que ocurriera el brote de Wuhan.

Martin también cuestionó la idea de que inyectar a las personas la secuencia de ARN de la proteína de espiga sea una verdadera vacuna. La teoría detrás de esto es que al enseñar al sistema inmunológico a reconocer la proteína, que en sí misma tiene efectos tóxicos, el cuerpo estará mejor equipado para lidiar con la toxina cuando se exponga al virus.

La ilusión en la que, por desgracia, seguimos viendo a personas bienintencionadas quedar atrapadas, es en las conversaciones sobre si tenemos una vacuna para un virus. El hecho es que no lo estamos haciendo. Estamos inyectando una secuencia de ARN de proteína de espiga, que es una simulación por ordenador de una secuencia conocida y patentada desde hace años. No proviene de la naturaleza.

"La naturaleza ridícula de la historia de que esto es de alguna manera profiláctico o preventivo se desmorona frente al 100% de las pruebas, porque las pruebas dejan muy claro que no ha habido ningún esfuerzo por parte de ninguna compañía farmacéutica para combatir el virus. Se trata de inyectar a la gente la proteína de espiga, que se sabe que es perjudicial".

La razón para hacerlo, argumenta, es conseguir que la gente sea 'adicta' a una vacuna contra el pan-coronavirus. Durante una década, los gobiernos de todo el mundo han promovido desesperadamente una vacuna antigripal. No lo consiguieron. Y decidieron que si la gripe no cumple la promesa pública de conseguir que todo el mundo se inyecte, cambiemos el patógeno.

"Hay que crear la ilusión de una demanda, y no hay nada en este momento que haga un mejor trabajo para crear la ilusión de la demanda que la urgencia de un evento que has fabricado".

"Aquí está la triste y sobria ironía: planteé estas cuestiones en 2002, después del susto del ántrax, y la tragedia es que ahora estamos sentados en un mundo en el que tenemos cientos de millones de personas que están siendo inyectadas con una secuencia informática que estimula los patógenos y que se vende bajo lo que la Oficina de Patentes, la profesión médica y la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos) en sus propias normas clínicas no sugerirían que es una vacuna. Pero al utilizar el término, estamos sometiendo a cientos de millones de personas a lo que en 2005 se sabía que era un arma biológica".

El vídeo de las pruebas de Martin transmitido en directo ya está recibiendo decenas de miles de visitas. Como mínimo, los datos que presenta deberían acabar con la idea de que el virus es un producto de la naturaleza que simplemente desarrolló la capacidad de saltar de los animales a los humanos.

Esto tiene en sí mismo enormes implicaciones. Por un lado, ¿por qué deberíamos creer las afirmaciones de la Coalición para la Preparación Epidémica (CEPI), lanzada en 2017 con una enorme infusión de dinero de la Fundación Gates, de que una búsqueda propuesta de 3.500 millones de dólares para una vacuna universal contra el coronavirus para "contener el SARS-CoV-2 y sus variantes" es un objetivo deseable o alcanzable?

Al instar a que se apoye el plan, el cofundador Bill Gates dijo que "el CEPI ha ayudado a la comunidad científica mundial a hacer algo increíble: desarrollar vacunas contra el Covid-19 en menos de un año". Esta afirmación suena más que vacía a la luz de los 20 años de patentes revelados por Martin.

Es más, Martin expuso el caso de que incluso las supuestas "variantes" del coronavirus del SARS son artificiales, y representan la identificación de diferentes fragmentos de genes en lugar de variaciones genuinas. "Es sólo una alteración de cuándo comenzar y cuándo parar lo que se llama el marco de lectura", dijo. Si lo que buscamos es algo que hemos decidido que vale la pena buscar, entonces lo encontraremos... donde decida empezar o parar, puedo decir que ya lo he encontrado. O no lo he encontrado. No encontré la coincidencia que proyecté en los datos, porque elegí mirar los datos de manera que no pude encontrar la coincidencia".

Con los asesores del gobierno sacando aparentemente "nuevas variantes" de la bolsa cada vez que sienten que el control del terror está disminuyendo, esta es otra área que requiere una sobria reevaluación de lo que realmente está sucediendo.
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Sobre la autora

Neville Hodgkinson es una antigua corresponsal médico y científico del Sunday Times y autor de AIDS: The Failure of Contemporary Science, publicado en 1996 por Fourth Estate.