Un misterio geológico se está desarrollando muy por debajo de nuestros pies, y puede arrojar luz sobre el campo magnético que sustenta la vida y que se extiende muy por encima de nuestras cabezas.
Earth's Inner Core
© Vadim Sadovski/Shutterstock
Cada año, el núcleo interno de hierro sólido en el corazón de nuestro planeta se expande alrededor de un milímetro a medida que las regiones inferiores de la Tierra se enfrían y solidifican. Según un estudio reciente, uno de los lados parece crecer más rápido, pero los científicos no saben por qué.

Este fenómeno se remonta probablemente a la creación del núcleo interno, hace entre 1.500 y 500 millones de años. En ese momento, tras miles de millones de años de enfriamiento, el ardiente interior de la Tierra perdió finalmente el calor suficiente para iniciar un proceso de cristalización. Ahora, a medida que el hierro fundido del núcleo externo pierde calor, se cristaliza para convertirse en la capa más nueva del núcleo interno.

El centro de este hemisferio hiperactivo se encuentra a 2.896 kilómetros bajo el mar de Banda, en Indonesia: En ese punto del núcleo interno se forma un 60% más de cristales de hierro que en el otro lado del mundo.

En la actualidad, el núcleo interno tiene un radio de unas 750 millas (1.207 km), por no hablar de una temperatura abrasadora de más de 9.000 grados Fahrenheit (4.982 grados Celsius). Sin embargo, incluso después de un eón de crecimiento desigual, no se ha deformado. La gravedad actúa constantemente para moldearlo, redistribuyendo el exceso en el este y manteniendo una forma esférica. Además de plantear un cautivador rompecabezas, este crecimiento asimétrico podría ayudar a alimentar el campo magnético de la Tierra (y permitir nuestra supervivencia).

Climatización planetaria

Para ser una capa tan pequeña y distante en la colosal cebolla que llamamos hogar, el núcleo interno tiene una enorme influencia en nosotros, los habitantes de la superficie. Daniel Frost, geofísico de la Universidad de California en Berkeley y autor principal del nuevo estudio, bromea diciendo que "siempre tiene que justificar la importancia del núcleo interno". De hecho, le debemos nuestra existencia: al enfriarse, libera calor y crea convección en el núcleo externo. En última instancia, ese hierro líquido agitado (conocido como geodinamo) genera el campo magnético que protege la vida en este planeta de los peligrosos vientos solares.

Asimismo, las capas superiores influyen en el núcleo. "Todo se ve afectado por lo que está por encima", dice Frost. El núcleo interno está rodeado por el núcleo externo, el núcleo externo por el manto, el manto por la corteza. Para que el núcleo interno crezca, debe transferir su calor -algunos residuos de la formación de la Tierra, otros radiactivos de elementos en descomposición- a cada capa sucesiva. A su vez, cada capa debe ser capaz de recibir el calor.

Esto sugiere un posible mecanismo para el enfriamiento desigual del núcleo interno. El punto de mayor crecimiento bajo Indonesia es una importante zona de subducción. Allí, trozos relativamente fríos de placas tectónicas se sumergen en el manto ardiente y lo enfrían. "Es algo así como dejar caer cubitos de hielo", dice Frost. Este gradiente de temperatura permite a las capas más profundas desprenderse de su calor, solidificando así el núcleo interno.

Aunque estos "cubitos" son insignificantes, sospecha que pueden ser suficientes para inclinar la balanza. "Todo esto es un delicado equilibrio", dice. "No creo que se necesite mucho para precipitar una diferencia como ésta". Sin embargo, esta explicación puede ser demasiado simplista: no está claro si el calor de las entrañas de la Tierra se disipa en una línea vertical. La inmersión de la corteza indonesia podría igualmente enfriar el núcleo que se encuentra debajo de, por ejemplo, China o Arabia Saudí, en lugar de debajo de Indonesia.

Los sismos como superautopistas

Por ahora, la asimetría en sí misma sigue sin explicación, pero ofrece una solución a otro viejo enigma: por qué los cristales de hierro del núcleo interno se alinean en paralelo al eje de rotación Norte-Sur de la Tierra. (Nadie ha observado la estructura del núcleo directamente, pero los sismólogos han observado que los terremotos viajan más rápido a través del núcleo entre los polos norte y sur que a través del ecuador). En igualdad de condiciones, los cristales deberían estar alineados al azar.

Los investigadores de Berkeley sugieren que la respuesta está en la formación asimétrica del núcleo. A medida que la gravedad redistribuye los cristales, los lleva a una especie de "flujo", según su modelo informático. "Imagina que tiras palos a un río", dice Frost. "Si el río fluye, los palos se alinearán con la corriente". Del mismo modo, como el núcleo interno está fluyendo, los cristales se alinean con él y forman un entramado ordenado que sirve como interestatal de alta velocidad para los temblores subterráneos.

Para entender la conexión entre esta asimetría y el campo magnético, se necesita más investigación. Pero dado el papel vital que desempeña esta armadura planetaria en nuestra existencia, merece la pena investigar los procesos que la sustentan. Los científicos saben desde hace tiempo que el campo magnético se invierte de vez en cuando (nos toca un cambio), y que se debilita temporalmente durante la transición. Pero no es evidente por qué. Cuando se trata de nuevos descubrimientos sobre el núcleo de la Tierra, dice Frost, "la pregunta es siempre: "¿Tiene esto que ver con la inversión del campo magnético?".