El trabajo se llevó a cabo por investigadores de la Universidad de Stanford.
Super Cell clouds
© NASA
Investigadores de la Universidad de Stanford ofrecieron una explicación al fenómeno de 'penacho de cirros sobre los yunques', informó este jueves el centro educativo estadounidense en su página web.

Las tormentas eléctricas que generan los tornados se conocen como 'supercélulas': tienen una corriente ascendente giratoria que puede lanzarse hacia el cielo a velocidades superiores a los 240 kilómetros por hora, atravesando la troposfera, la capa más baja de la Tierra. En tormentas eléctricas más débiles, las corrientes ascendentes de aire húmedo tienden a aplanarse y extenderse al llegar al tope, llamada 'tropopausa', generando una nube en forma de yunque.

A medida que los vientos en la atmósfera superior corren alrededor de la parte superior de la tormenta, a veces levantan corrientes de vapor de agua y hielo, que se disparan hacia la estratosfera para formar 'plumas'. Este proceso se denomina como 'penacho de cirros sobre los yunques' (AACP, por sus siglas en inglés).

El nuevo modelo sugiere que esta explosión de turbulencia en la atmósfera se desarrolla a través de un fenómeno llamado 'salto hidráulico'. Se observa en el momento en que los vientos fuertes caen sobre las montañas, generando turbulencias en el lado de la pendiente descendente, o cuando el agua que fluye suavemente por el aliviadero de una presa y estalla abruptamente en espuma al caer de esa altura.

"El aire seco que desciende de la estratosfera y el aire húmedo que se eleva desde la troposfera se unen en este chorro muy estrecho y ultrarrápido. El flujo se vuelve inestable y todo se mezcla y explota en turbulencia", explicó Morgan O'Neill, profesor de la Universidad de Stanford y autor principal del trabajo.

Comprender el proceso de la formación de las columnas sobre poderosas tormentas eléctricas podría ayudar a localizar peligros inminentes y emitir advertencias más precisas sin depender de los sistemas de radar de Doppler, que tienen puntos ciegos incluso en los días buenos, no cubren vastas áreas del planeta y que pueden ser destruidos por el viento y o granizo.